martes, agosto 12, 2014

CAJAMARCA: ATRAPADA EN EL CAOS TOTAL

Sociólogo Avelino Zamora Lingán
Hoy en día caminar por las polvorientas calles de la ciudad de Cajamarca, llamada románticamente, hasta hace poco, la “Bella Durmiente”, porque hoy de “bella” ya no le queda nada, significa exponerse a una serie de peligros, desde el momento que usted sale de su domicilio, hasta la hora de su regreso; existiendo, además, una alta posibilidad de que no regrese sano y salvo. Pero no se preocupe: total este es el resultado del sagrado ORDEN SOCIAL ESTABLECIDO.       
Como se sabe, tales peligros son: accidentes de tránsito, asaltos en la calle o a su domicilio; improperios y agresiones de algún desquiciado; accidentes por alguna caída, debido a huecos en pistas y veredas por la ausencia de buzones en los sistemas de discurrimiento de agua y desagüe de los domicilios; mordeduras de algún perro vago, etc. Pero, además, usted está expuesto a otros peligros mucho más perniciosos y más letales para su salud física y mental, tales como: La contaminación en sus diversas formas: proliferación de moscas y mosquitos, ratas y ratones, por acumulación permanente de basura, por esquinas y calles; el olor repugnante por la podredumbre de aguas residuales, vertidas a las calles, especialmente en el entorno de los mercados (a los cuales, pareciera que  muchos cajachos ya se han adaptado, incluido las autoridades); ruido de vehículos, monóxido de carbono, que emanan de ellos; ruido de algunos talleres de carpintería y aserraderos;  vertimiento de aceites quemados a las calles, por dueños de talleres de mecánica; la polvareda acumulada en las calles, especialmente en el entorno de la ciudad, que el viento arroja hacia los ojos; el bullicio en los mercados de abastos, la contaminación visual de las pintas, giganto-grafías y afiches de los candidatos, así como de anuncios publicitarios de colores chillosos, colocados en  paredes, domicilios, muros, postes de luz, etc. ; el sonido del silbato de los policías de tránsito, el olor pestilente de los urinarios ubicados en plena vía publica; los sonidos estridentes de los megáfonos, realizado por quienes anuncian compra o venta de algún bien o servicio; el pestilente olor de los excrementos dejado por los canes, que son sacados a pasear, en el marco de los días del llamado “Ciclo Vida”, organizado por la municipalidad, etc., etc. etc. En fin, como se puede ver, existen un sin número de elementos nocivos y negativos que, reiteramos, constituyen un verdadero peligro para la salud física y mental del pueblo cajamarquino. No obstante, como es sabido por todos, en este mismo sentido, va la actividad minera que desde 1992, está contaminando aire, suelo y agua de manera permanente en grado que va de menor a mayor.

A todo este caos, generado en nuestra otrora “Bella Durmiente”, se suma otro como la corrupción de bajo y alto vuelo, la ineptitud de las autoridades locales, regionales y nacionales para emprender verdaderos procesos de desarrollo social o por lo menos para cumplir la multitud de promesas hechas durante sus campañas electorales. Esto, obviamente implica el caos absoluto en todos los sectores y en todos los niveles, tanto así que pareciera que estamos en medio de la jungla o selva, por lo mismo viviendo bajo el régimen de la ley de la selva, aunque otros dirían “viviendo en tierra de nadie”; mientras tanto, autoridades locales y transnacionales mineras manejando a esta ciudad como si fuera su gran feudo o su gran chacra. Otros indican, “en Cajamarca no existen autoridades”, que ponga orden o que pongan de pie a esta ciudad. Así, pues, los cajachos estamos hartos de tanto desorden. Desorden en el transporte, donde diariamente se observa una gran fila de vehículos, que van desde triciclos, moto-taxis y taxis hasta combis y pequeños microbuses; además, de gran cantidad de vehículos de transporte privado desde bicicletas y motocicletas hasta autos, camionetas, camiones y otros vehículos de ultimo modelo, cuyos conductores, una vez que se ponen al volante se hacen dueños de las pistas, de la ciudad, no creen en nadie, manejan como si estuvieran en competencia, ayudados por la propia policía por supuesto, porque son ellos quienes se ubican en las esquinas, quienes a punto de silbatazos y de señas con la mano alzada conminan a que tales conductores se apuren; y, al parecer, éstos piensan que nosotros los peatones tenemos ojos por delante, por detrás y por los costados y además, a tales conductores pareciera que les pesa las manos para tocar el clacson oportunamente, pues lo tocan después que ya han golpeado al transeúnte, como queriendo decirnos “El golpe avisa”. Pero lo más indigno, absurdo y hasta estúpido es que los policías de transito se ubican allí donde existe semáforo, precisamente para hacer avanzar a los vehículos aun cuando dicho aparatito esté en rojo y hacerlos parar cuando esté en color verde. Es decir, el caos total ¡Y, pensar, que a la policía se le llama “custodios del orden”!!!, cuando por este caso específico serían todo lo contrario: generadores del desorden. El desorden en todas sus formas y en todos sus niveles:
Desorden en el comercio, los comerciantes, súper-grandes, grandes, medianos, pequeños y muy pequeños, ateniéndose al sacrosanto modelo económico neoliberal, impuesto por el “chinito” Fujimori, viven haciendo su agosto en agosto y en cualquier mes del año, porque nadie se atreve a controlar ni precios ni pesos, ni calidad. Por ello es que cuando se dice que  “todo el mundo actúa como en su chacra” o hace lo que se le da la gana, está muy bien dicho. No hay orden o en todo caso lo que hay es aquello que, el filósofo Anaxágoras le llama “ORDEN DEL CAOS”. ¡Ah, pero eso, si. Pobre de aquel pequeño o muy pequeño comerciante ambulante, que sea encontrado en la plaza de armas vendiendo sus gelatinas, chochos, pan o caramelos; o las madres de familia campesinas, que se buscan el pan del día vendiendo una porción de papa, oca u olluco o algunas verduras o yerbas aromáticas, inmediatamente vienen los mal llamados “custodios del orden”, vale decir, los policías municipales, y a palazo limpio o a empujones les arranchan, “incautan”  o “decomisan”  los productos de los pobres vendedores y encima son tratados con palabras ofensivas y soeces. En cambio si se trata de un súper gran o gran comerciante la tolerancia les sobra a estos llamados “custodios del ORDEN”. Ellos sí, pese a que disponen de surtidas tiendas, pueden inundar las calles y veredas con sus productos, obstaculizando el libre paso de los transeúntes, quienes, aunque sea en plena lluvia tienen que bajar a la pista, exponiéndose a un accidente o a ser bañados con los salpicones del agua de lluvia, por los “locos del volante”, que manejan como si estuvieran en algún concurso de carrera de autos de la “Formula Uno”   
Desorden en la seguridad ciudadana. No queda mucho por decir, puesto que más arriba ya hemos descrito algo de ello. Sin embargo, falta agregar, que el caos en la seguridad se observa mucho más en los mercados de abastos y en las aglomeraciones de público. Aquí es muy alta la probabilidad de que algunos, pocos o muchos regresen a su domicilio sin su cartera, sin billetera o sin sombrero, si se trata de campesinos; o también de que regrese con la cara cortada, si es que opuso resistencia al asalto. Mientras tanto, las Rondas Urbanas, aunque divididas, haciendo su trabajo, loable y mucho más eficiente que los llamados “custodios del orden”.

Desorden en las Obras públicas. Aquí es donde se expresa con mayor claridad el caos o desorden. Pues basta saber que el popular DIESMO ya es una realidad común-mente practicada aunque socialmente poco aceptada todavía o hipócritamente rechazada. Pero no menos cuestionable es el caos que se genera en torno a estas obras, que en gran parte son de construcción y de parchado, de pistas y veredas o rotura de las mismas para tender tuberías, ya sea de agua, desagüe, luz o teléfono: Desmontes por todos lados y por todas las esquinas; materiales de construcción amontonados en las vías públicas, obstaculizando no sólo el libre tránsito de vehículos sino de peatones; la polvareda o partículas finas de los materiales de construcción, levantados por el viento directamente a los ojos, causándoles graves daños; así como el gran riesgo de contraer enfermedades broncopulmonares, como consecuencia de la absorción de todos estos materiales de construcción. ¿Existen autoridades para controlar este desorden, poniendo multas? NOOOOO.      
Desorden en la justicia. En este sentido, muchos están con hambre o sed de justicia, especialmente los más pobres y los marginados, que somos la gran mayoría; mientras tanto, en este aspecto,  tenemos un total caos o desorden: jueces y fiscales persiguiendo a líderes ambientales que protestan precisamente contra ese desorden, expresado en destrucción y contaminación de la naturaleza; jueces y fiscales, paradójicamente guardando silencio cómplice ante la injusticia, que se perpetra contra los indefensos campesinos. Y, en el colmo de ese caos y desorden resulta que una humilde familia campesina acaba de ser sentenciada a dos años ocho meses de prisión (disqué  suspendida) y a pagar s/. 5000 nuevos soles a su demandante, que resulta ser una transnacional y como si esto fuera poco, la familia condenada será desalojada de su propia casa y tierra en cualquier momento, tal como seriamos cualquiera de nosotros en el futuro, si es que no hacemos nada por implantar el verdadero orden en nuestra región y en nuestro país.  Y, el caldo de cultivo o abono de este desorden en la ciudad es la corrupción, que prolifera en todos los niveles, altos y bajos,  en las instituciones públicas y privadas, ante la cual ya nadie puede hacer nada, por el contrario la corrupción ya es parte del sacrosanto “orden social”, el cual, desde la óptica de los gobernantes de turno, es el que debe ser protegido, cuidado y custodiado, aunque el pueblo patalee por este tipo de “orden”. Y, con razón, porque lo que es orden para el sistema y para sus gobernantes, para el pueblo es el caos y el desorden, precisamente este tipo de orden es el que está matando diariamente la moral del pueblo, de los jóvenes y también de los niños, de los nacidos y por nacer.

Desorden político en el escenario electoral, Lluvia de candidatos y carnaval de pintas; concursos de afiches y gigantografías, faltan paredes de domicilios, postes de luz y muros, piedras, árboles, etc., para pegarlos o adherirlos; regalos por doquier, desde calendarios de bolsillo hasta polos, cocinas, vajilla y dinero. Programas de gobierno plagiados de otras regiones y de otros países, algunos candidatos derrochando millones como si la plata les llegara sola; o realistamente hablando, dando señales de estar ligados al narcotráfico; también hay de los que ocultan sus ingresos en sus hojas de vida; y muchos sorprendiendo al Jurado Electoral, poniendo en su hoja de vida que tienen maestrías y doctorados cuando en realidad no han culminado ni su secundaria; pero, también hay quienes prometen mucho, son aquellos que si llegarían al poder no se acordarían qué es lo que prometieron, ni cuando lo prometieron; del mismo modo hay quienes se pasan la vida buscando los defectos de su adversario político para insultarlo y atacarlo y si es que no le encuentran ningún defecto, seguramente le inventarán, total estos candidatos operan bajo el principio de “miente, miente, que algo queda. En fin, en política es el despelote total, ya que los postulados del neoliberalismo económico también se han traslado a la  praxis política. No hay ideología, no hay doctrina política, pero si  hay harto circo y harta demagogia y mediocridad política.                                           

Y, frente a toda esta situación caótica y desordenada, en todos sus niveles y en todas sus formas, tal como se ha descrito líneas arriba ¿Cuál es la actitud de la población y de las autoridades? Este desorden o caos, en una ciudad como Cajamarca con una población de más de 200,000 habitantes, ¿Tiene algo que ver con un excesivo pacifismo, indiferencia, cultura o costumbre? ¿De quien depende el hecho que en el futuro esta situación se revierta? La actitud de la mayoría de la población es de indiferencia, pacifismo e impotencia, puesto que su capacidad de decisión es muy limitada. NO tiene poder, en tanto que éste ha sido otorgado, mediante el voto universal a  las autoridades, con la expectativa de que las mimas sean las que solucionen los problemas de la ciudad. Sin embargo, resulta que tales autoridades disponen de poca o nula capacidad para responder a las demandas de la población. Al contrario, las autoridades tanto nacionales, regionales y locales, responden a la lógica socioeconómica estructurada desde hace cientos de años. Y, en este sentido lo que para la población es desorden o caos, para el sistema social es el “orden”, al cual hay que protegerlo, cuidarlo, custodiarlo, con los llamados, precisamente “custodios del orden” que no sólo se refiere a la policía y fuerzas armadas, sino a otros poderes como el judicial, legislativo, ejecutivo y el mediático. En este contexto se torna muy difícil, casi imposible que este  desorden y caos sean revertidos. Lo máximo que se puede hacer, frente a todo este desorden y caos es “indignarse” de manera aislada y pacíficamente, manifestarse por las redes sociales, haciendo comentarios entre amigos o entre familiares, o plasmando nuestra indignación y descontento en un papel, como lo está haciendo este humilde ser humano. Pero, también, lo que puede hacer es informarse más, leer sobre política y politizarse; en resumen lo que tiene que hacer es desarrollar su cultura política, lo cual ayudará a madurar su conciencia social y, entonces, recién estará en condiciones de revertir a este  ORDEN DEL CAOS y construir un nuevo orden, que responda eso si a los intereses de la población. /////////////////// Escrito: 11 de agosto del 2014.  

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