Escribe: Rocío Silva
Santisteban
El 1º
de agosto recibí una llamada desde Cajamarca advirtiéndome que Máxima Acuña de
Chaupe ha recibido serias amenazas de muerte. Muchas veces aquellos que quieren
congraciarse con la empresa puedan pretender “hacer trabajos sucios”, pero en
este caso, una persona de la comunidad del Ámaro, cuyo nombre me reservo, se
acercó a la casa de Máxima y le dijo directamente lo siguiente: “No salgas de
tu casa, que si sales y regresas, será que yo no valgo nada. Porque eres una
pendeja que no quiere salir de ese terreno para que la mina no siga con sus
trabajos”.
El
día 16 de julio, asimismo, durante la noche un grupo de 6 personas
encapuchadas, armadas y a caballo se acercaron a la casa de Máxima, pero ella
no se encontraba. Salió su nuera a hacerles frente y ellos solo se la quedaron
mirando un largo rato de manera amenazante. Una semana después en la propia
zona de Tragadero Grande “desaparece” su celular y en la misma semana fue
robada la moto china que la CNDDHH le había comprado para que pueda
desplazarse. ¿Todo es casualidad?
Desde
esta modesta columna exijo que la empresa Minera Yanacocha rechace cualquier
amenaza de esta índole o cualquier apoyo a quien amenace a doña Máxima. Los
comuneros del Ámaro, Chugurmayo u otros caseríos que están a favor de la
empresa deben saber que cualquier tipo de amenaza no será recompensada, sino
por el contrario, debería ser repudiada. La empresa y sus funcionarios deben
dejar de hostigar a la familia Chaupe con una supuesta “defensa posesoria” que
les impide cualquier acción dentro de su terreno. Y si algo le sucede a Máxima
Acuña de Chaupe, la responsabilidad política será del Ministro de Justicia
Gustavo Adrianzén y del Procurador Supranacional Luis Alberto Huerta por no
haber implementado las medidas cautelares que la CIDH le ha otorgado en mayo
del 2014.
Como
es sabido, la empresa perdió un juicio de usurpación agravada que les entabló a
cuatro miembros de la familia pero ha presentado un recurso de casación ante la
Corte Suprema que ha sido considerado válido. Yanacocha además ha insistido en
plantear otras denuncias penales de diverso tipo (ocho denuncias más) pero
además ha interpuesto una demanda civil por reivindicación y les ha cerrado los
“caminos reales” o caminos ancentrales que Máxima y su familia usaban para
movilizarse a la zona de Sorochuco. En este momento el terreno que la familia
posee está totalmente alambrado. Obviamente es derecho de la empresa alambrar
sus tierras, pero no impedirle el libre tránsito.
Mirtha
Vásquez, abogada defensora de la familia Chaupe, ha interpuesto un hábeas
corpus que ha sido rechazado por la jueza de Celendín. Ante esta situación, la
defensa ha apelado; pero la empresa ha solicitado una medida cautelar para
impedir que Máxima haga cualquier actividad en su terreno y la jueza de
Celendín se la ha otorgado. Máxima no solo está impedida de construir siquiera
un corral para sus cuyes, sino incluso está impedida de sembrar papas. Hace una
semana la empresa entró al terreno de Máxima para destruir los sembríos de
papa, hace un mes destruyeron el corral de cuyes y se llevaron los 13 cuyes que
ella tenía. La empresa dijo que los tenían “en custodia”, luego le devolvieron
¡nueve animales!
Se
trata de una orquestación cuasi sinfónica judicial para que no haya siquiera un
resquicio a través del cual Máxima Chaupe y su familia puedan permanecer en su
terreno. “Estoy cansada, las autoridades se burlan y encima me denuncian. Me
siento avergonzada de que no trabajo, pero si salgo de aquí me desaparecen con
todo”, me repite Máxima entre sollozos. Esta lucha es la de David contra Goliat
pero, además, con un Estado que canta a coro los himnos de muerte con su
pasmosa indiferencia.
http://larepublica.pe/impresa/opinion/19957-maxima-amenazada-de-muerte
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