viernes, marzo 10, 2017

“EL GÉNERO NOS UNE, LA CLASE NOS SEPARA”



(Escrito: marzo del 2007)

(“De la cocina a la Presidencia de la República”. Slogan muy promovido por los movimientos feministas en el contexto del sistema capitalista)

Sociólogo: Avelino Zamora Lingán

Es ya una costumbre celebrar el 8 de marzo de cada año el “Día Internacional de la Mujer”, tal como ocurre con otros acontecimientos: día de la madre, día del trabajo, día del agua, día del medio ambiente, día del árbol, día del no fumador, día de los enamorados, día del padre, día del niño, etc., etc., lo cual no es cuestionable, porque se hace “por costumbre”. El problema radica en que tales celebraciones se los realizan simplemente por compromiso o por cumplir una formalidad. Y, muchas veces, se celebra básicamente con criterios exclusivamente comerciales, como por ejemplo el “día de la madre”, el “Día del Padre” y día de los enamorados. A este paso y en el contexto capitalista, en el que todo se  mercantiliza, no sería nada raro que el “Día Internacional de la Mujer” sea recordado sólo para incrementar las ventas de cosméticos o de prendas de vestir femeninas o para brindar con unas copas de champagne y otras actividades protocolares más. Digo esto, porque se habla mucho de celebrar “el día internacional de la mujer”; pero, poco o nada se recuerda las causas, por las que se celebra dicho día y, menos aún, qué significado tiene para las mujeres, sobre todo del tercer mundo, en qué contexto socioeconómico se da, quiénes lo promovieron y qué mensaje se debe dar a las mujeres en esta fecha. En las líneas que siguen salimos del libreto acostumbrado y recordamos el día de la mujer, de la siguiente manera:         
De acuerdo con los escritos históricos, el primer Día Internacional de la Mujer fue organizado en los Estados Unidos, el último día de febrero de 1908. Ese día las organizaciones de mujeres socialistas, es decir, mujeres con la ideología que tanto causa escozor a los capitalistas y liberales, convocaron a desarrollar grandes manifestaciones públicas para luchar por el derecho al voto y junto a ello por otros derechos políticos, sociales y económicos. Al año siguiente, en fecha similar, más de 2,000 personas asistieron a una demostración para celebrar el Día de la Mujer en Manhattan, Nueva York. Luego, en 1910, las feministas y las socialistas de todo el país se unieron para celebrar este día de movilización popular.
La Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas, que tuvo lugar en Copenhague (Dinamarca), el 27 de agosto de 1910 estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Cabe indicar que a esta conferencia asistieron más de 100 delegadas de 17 países representando sindicatos, partidos socialistas y organizaciones de trabajadoras. Las representantes de los Estados Unidos llevaban como objetivo proponer el establecimiento de un día internacional de la mujer. Sin embargo, la propuesta fue presentada por Clara Zetkin (amiga de confianza de Rosa de Luxemburgo, intelectual y dirigente nacional del Partido Socialista Alemán) y Kathy Duncker también militante del Partido Socialista. La propuesta señalaba: "En unión organizaciones de clase, ¡Ojo, dice Clase, no género!, partidos políticos y sindicatos proletarios en cada país, las mujeres socialistas del mundo celebrarán cada año un Día de la Mujer. Su objetivo principal será obtener el derecho a voto de la mujer y otros derechos sociales económicos y políticos que sean necesarios.
¿Por qué el 8 de marzo y no otra fecha u otro mes? Los antecedentes históricos para tal opción no se consiguen fácilmente. Sin embargo, se atribuyen a dos hechos importantes, supuestamente ocurridos el 8 de marzo, como motivo de inspiración para escoger esa fecha. Ambos eventos ocurrieron en la ciudad de Nueva York. El primero fue una gran marcha de trabajadoras textiles en el año 1857, donde miles de mujeres marcharon sobre los barrios adinerados de Nueva York en protesta por las miserables condiciones de las trabajadoras. El segundo, ocurrió en 1908. Ese año 40,000 costureras industriales de grandes factorías se declararon en huelga demandando el derecho de unirse a los sindicatos, mejores salarios, una jornada de trabajo menos larga, entrenamiento vocacional y el rechazo al trabajo infantil. Durante la huelga, 129 trabajadoras murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York. Los dueños de la fábrica habían encerrado a las trabajadoras para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga. 
Ahora bien, recordado los antecedentes y las causas, por las cuales se fija el 8 de marzo como el día internacional de la mujer, observamos la situación de las mujeres en el contexto capitalista, sobre todo en los países del tercer mundo: 
Desde la óptica del capitalismo y sus ideólogos mucho se enfatiza el hecho que hoy en día las mujeres tengan mucho más participación en la vida sociopolítica y económica del país, para ello muestran como indicadores la cantidad de mujeres que acceden al empleo, a las dirigencias de gremios y sindicatos, a la administración pública y al parlamento. Sin embargo, sobre la participación de la mujer en el parlamento, la LEY DE CUOTAS de participación en el Poder Legislativo, establecida por la Organización Internacional del Trabajo - OIT, existen indicadores que demuestran que no se está cumpliendo con esta famosa LEY; pues, mientras dicha ley sostiene que el 30 % de los legisladores deben ser mujeres, en realidad sucede que sólo 11 países en el mundo de más de 200 cumplen con dicho porcentaje, mientras que el promedio general sólo llega a 14 %. En el Perú, fuentes de las Naciones Unidas indican que sólo el 2 % de mujeres participan en los gobiernos locales, mientras que en toda la región andina la cifra llega al 5%. ¿Llegará al 50 % la participación de las mujeres en los gobiernos locales y Regionales, meta establecida por la ONU?          

En cuanto al acceso de la mujer al empleo. Obviamente, en un país como el Perú, con un modelo económico extremadamente excluyente, más que un derecho es una obligación  y una necesidad de todas las mujeres del tercer mundo; puesto que, en el capitalismo se condena al hambre, a los bajos sueldos y salarios y al desempleo de una manera masiva, la mujer se ve obligada a trabajar para completar la canasta familiar y no sólo las mujeres sino los niños y niñas desde los 4 ó 5 años de edad. Sin embargo, no se cuestiona tanto el que la mujer trabaje o no sino las condiciones en las cuales lo hace. Desde esta perspectiva, es un hecho que el capitalismo, hoy en su fase imperialista, llamada eufemísticamente Globalización, quien golpea más a las mujeres, jóvenes y niños. Por ello es que, desde el enfoque socialista se sostiene que el capitalismo actual está en su peor crisis, debido a estas enormes contradicciones: Acumulación desmedida de riqueza, por un lado, y explotación indiscriminada a hombres, mujeres y niños, por otro lado. Pero el problema no sólo se manifiesta en los países del tercer mundo. En los países capitalistas desarrollados las innovaciones de los modos de producción y el constante y desmedido intento de los capitalistas de aumentar la tasa de beneficios, ha llevado al incremento del empleo de mujeres y jóvenes, que trabajan a cambio de salarios bajos, en malas condiciones laborales y con pocos o ningún derecho. Sólo en Estados Unidos, durante los últimos 50 años se han incorporado al mundo laboral cuarenta millones de mujeres y en Europa treinta millones. En 1950 aproximadamente un tercio de las mujeres estadounidenses en edad laboral tenían un trabajo remunerado; el año pasado esta proporción casi era de tres cuartas partes. Según las estadísticas, hoy en día el 99% de las mujeres estadounidenses ha trabajado en algún momento de su vida. El empleo de mujeres —por sí mismo un acontecimiento progresista—, es la condición previa para liberar a las mujeres de los estrechos límites del hogar y familia burgueses, y también el primer paso para su libre y pleno desarrollo como seres humanos y miembros de la sociedad.
Pero el sistema capitalista considera a las mujeres sólo una fuente conveniente de mano de obra barata y parte del “ejército de reserva de trabajadores”, las incorpora al mundo laboral cuando hay escasez de mano de obra en determinados sectores de la producción, y cuando estas necesidades desaparecen, las expulsa de nuevo del mundo laboral. Presenciamos este proceso durante las dos guerras mundiales, entonces las mujeres entraron en las fábricas para sustituir a los hombres enviados al frente y después cuando terminó la guerra se las obligó a regresar al hogar. La mujer volvió a incorporarse al trabajo en el periodo de auge capitalista de la posguerra, durante los años 50 y 60, su papel fue similar al de los trabajadores inmigrantes —una reserva de mano de obra barata—. En el periodo más reciente, el número de trabajadoras ha aumentado para ocupar los “huecos” existentes en el proceso productivo. A pesar de todo lo que se dice sobre el “mundo de la mujer” y el “poder femenino”, a pesar de todas las leyes que supuestamente garantizan su igualdad, las trabajadoras todavía son uno de los sectores más explotados y oprimidos del proletariado mundial.
Otro aspecto “normal” en el capitalismo,  respecto de las mujeres es que éstas  son utilizadas como simple instrumento de marketing para ganar dinero. ¿Quién no es testigo que  mujeres desnudas cotidianamente es utilizada en los medios de comunicación asociándolo a productos como carros, gaseosas, cerveza, cosméticos, casa, loterías, modas, etc., etc.? Tan cotidiano es esto que nadie dice nada, ni las propias organizaciones feministas ni las parlamentarias mujeres ni la iglesia católica que se ufana de guardiana de la moral. Es evidente que el capital se ha impuesto sobre la dignidad, los valores morales y el pudor de las mujeres y de los legisladores en general. ¿Neoliberalismo o neo libertinaje puro?         
Finalmente, en este contexto, cabe indicar que la situación de las mujeres en el tercer mundo y particularmente en el Perú, NO ES UN PROBLEMA DE GENERO, como interesadamente se quiere hacer creer, es decir no es un problema de lucha de mujeres contra los hombres, por reivindicación de derechos o que los derechos de las mujeres deben ser iguales y los mismos que para el caso de los varones; asimismo, tal situación va más allá de la apertura del mercado laboral a las mujeres, el mismo que, además, cae por su propio peso debido a la enorme necesidad de empleo existente; tampoco, es suficiente el otorgamiento de Ley de cuotas para que la mujer participe en la política y en la administración pública; como también es muy limitado los derechos sociales otorgados hasta el momento, como por ejemplo derecho al voto y, sobre todo, va más allá del hecho que exista mayor cantidad de mujeres en Congreso o que una mujer sea Presidenta de la República, (si es de derecha conservadora, mejor), etc., etc. El gran problema es DE CLASE. Y desde esta perspectiva la AUSENCIA DE RECONOCIMIENTO DE DERECHOS SOCIALES ECONOMICOS Y POLÍTICOS Y DE EXPLOTACIÓN afecta tanto a hombres como a mujeres. Puesto que al existir dos grandes clases sociales: una dominante y una dominada compuesta por hombres y mujeres, las lacras sociales: crisis económica, desempleo, corrupción, hambre, escasa participación en política, generadas como consecuencia de la lógica de acumulación capitalista, pésimas condiciones laborales, bajos sueldos y salarios, etc., afectan tanto al hombre como  a la mujer de la clase dominada. ¡Claro!, en algunos aspectos más a las mujeres que a los varones, pero todos, los de la clase dominada, somos afectados, excluidos o marginados por el  sistema.
Entonces, esto es lo que se debe tener muy presente en el “Día Internacional de la Mujer”. Una vez más: el problema de la mujer es de clase y no de género. Seguramente muchas de las mujeres dirán “EL GENERO NOS UNE, LA CLASE  NOS DIVIDE”  Es cierto, el género les une, pero en torno a críticas y cuestionamientos a las formas y a las superficialidades y en torno a luchas estériles, que generalmente terminan haciendo el juego al status quo (al orden social), más no en torno a cuestionamientos y crítica al fondo y a la estructura social y en torno a luchas que realmente signifiquen educar la conciencia de la clase social dominada, particularmente de la mujer. Desde esta perspectiva, es natural que la clase los divida pero precisamente esto constituye una enseñanza fundamental para asumir  una conciencia de clase, para que exista una lucha, no sólo de  mujeres, sino de hombres y mujeres en torno a la lucha por la construcción de una nueva sociedad: en paz, pero con  justicia social, donde hombres y mujeres nos desarrollemos  como seres humanos dignos y, particularmente la mujer no sea cosificada o utilizada como objeto, tal como sucede bajo la lógica de acumulación capitalista.

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