viernes, setiembre 01, 2017

“EVALUACIÓN DOCENTE”: LA RECETA NEOLIBERAL

Sociólogo: Avelino Zamora Lingán

Ciertamente, el gobierno de PPK y los medios masivos que sirven de soporte al sistema neoliberal alegan que ya fueron “atendidos” nueve de los diez puntos contemplados en el pliego de reclamos de los docentes en huelga y, por lo mismo, la huelga magisterial ya no tendría razón de ser. En efecto, esto parece ser así; pero el punto que no ha sido solucionado es el referido a la evaluación docente, punto, que, cualitativamente representa o encierra el meollo del problema educativo nacional. Por ello, ni el régimen de PPK, ni ningún otro gobierno, de carácter neoliberal, estaría dispuesto a cambiar o modificar siquiera una coma, letra, o  peor aún, reformar o derogar algo que ya está en la Ley de la Carrera Pública Magisterial, vigente desde hace aproximadamente 10 años. En la medida que dicha Ley, donde se contempla las evaluaciones a los docentes, bajo el argumento de “mejorar la calidad educativa” sería una solapada receta de las entidades transnacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la UNESCO y sustentada en el marco del Consenso de Washington, no tanto, como se sostiene, “para mejorar la calidad educativa” sino para despojar al Estado de la responsabilidad de atender los servicios básicos, entre éstos, los de la educación y de esta manera someterlo a la ley de la oferta y la demanda, es decir convertir a la educación en una simple mercancía, tal como ya se lo ha venido haciendo desde que se consolidó este modelo económico a inicios de los 90. En este sentido, nadie podría discutir que, detrás de dicha Ley y específicamente, detrás de las evaluaciones se ocultan objetivos como los de lanzar a la calle a miles de docentes y con ello, proveer de suculentas carteras de clientes a las instituciones educativas privadas.                             
 Qué duda cabe, que la calidad educativa en el Perú es una de las más bajas de América Latina y que este problema no es nuevo sino que se inicia con la llegada de los españoles, continúa durante la colonia y la república, hasta nuestros días. Desde esta perspectiva el problema educativo no sólo es pedagógico ni académico, sino, además, es estructural, es económico, es político y es ideológico y básicamente tiene carácter de  clase. Lo que sucede es que a partir de 1821, año de la relativa independencia política, el problema de la educación siempre ha sido abordado bajo el enfoque estructural-funcionalista y desde los intereses de los grupos de poder económico y político; pero sin un proyecto nacional educativo duradero o de trascendencia. 

Asimismo, el problema de la educación peruana está íntimamente vinculado con la economía o mejor dicho, la economía es el factor determinante no sólo del acceso a la educación sino de la calidad educativa y del rendimiento académico. Es en este contexto qué mientras más crisis económica exista, existirá, también, más analfabetismo convencional, funcional, así como mediocretización de la educación; al mismo tiempo que se da un proceso de elitización de la educación de calidad, a través de la creación de Instituciones educativas de “Alto Rendimiento” y de la propia promoción a la educación privada. Pero lo más evidente es que la educación actual ha sido convertida, desde el Estado, en una simple mercancía que otorga jugosas ganancias a sus portadores quiénes privilegian únicamente los niveles de rentabilidad económica. Por ello es que Mariátegui, acertadamente, ya sentenció muchas décadas antes: “Jamás se podrá democratizar la educación si antes no se democratiza la economía”.                  

Decíamos que el problema educativo tiene carácter de clase, esto es así aunque cause escozor en la clase política oficial, los grupos dominantes, los religiosos y algunos grupos eclécticos. Pues al parecer en el Perú, hablar de clase social dominante y clase social dominada está prácticamente censurado, pero, sobre todo escasamente entendido, tanto como hablar de “revolución”, “socialismo”, “comunismo” o simplemente de “transformación” o “cambio social”, especialmente son los clérigos del Opus Dei y la clase política oficial de derecha quienes tienen aversión a la palabra clase social. En efecto, recordemos cómo a través de las diversas épocas la clase social dominante privaba de educación a los dominados, más aún sí se trataba de indígenas y campesinos, incluido las mujeres. En época de las haciendas o época feudal, los campesinos estaban prohibidos de acceder a una entidad educativa, para aprender a leer y escribir. El lema predominante de la época era “un indio educado constituye un peligro social, puesto que puede rebelarse ante el patrón”.

Hoy, las prohibiciones educativas no son tan directas como en la época esclavista o feudal; pero, si escarbamos hasta el fondo del problema vamos a encontrar diversos mecanismos de  restricción o de acceso a la educación del pueblo, más aún a una educación de calidad. Muchas veces estos mecanismos son tan sistemáticos y, a veces, engañosos y atractivos, que ni los propios educadores se percatan, menos los padres de familia. Entre estos mecanismos están: la privatización de la educación, que lo único que mide es la cantidad de dinero que se puede ganar; la liberalización educativa que implica someter la educación a las reglas de la oferta y la demanda, bajo este principio existe la proliferación de instituciones educativas, constituidas con un sólo objetivo: el económico; la disminución progresiva del presupuesto económico al sector educación, lo cual determina las pésimas condiciones de la infraestructura, mobiliario escolar, material pedagógico de los centros educativos estatales; los bajos sueldos de los docentes, que les obliga a que éstos se dediquen a otras actividades para completar su gasto familiar; asfixia-miento económico a los padres de familia, que reduce el acceso de sus hijos a la educación y más aún el acceso en buenas condiciones y bien nutridos; la pésima formación pedagógica de los docentes, por docentes que a su vez, también han sido formados por docentes de baja calidad académica, estructuras curriculares, elaboradas unilateralmente, desde el poder, sin participación de los docentes, por lo que devienen en incompatibles con la realidad del país y con la realidad rural en particular; la ausencia de un Plan o Proyecto Nacional Educativo duradero o de largo plazo, que deriva en realización de experimentos educativos, en función de los intereses del régimen de turno; predominio de la matemática y las ciencias naturales, que mecaniza y automatiza al educando, marginando a las ciencias sociales que  humaniza, desarrolla identidad y valores, y ayuda al conocimiento de la realidad y al desarrollo del pensamiento crítico, etc. Este conjunto de situaciones, en condición de causa-efecto, no es más que mecanismos subliminales, con trasfondo político e ideológico, para la disminución progresiva de la calidad educativa, especialmente en las entidades educativas estatales. A esto se suma el trabajo que realizan los instrumentos mediáticos, a través de sus contenidos “basura”, orientados a que cada vez la educación sea mucho más mediocre. ¿La Razón?  Sabido es que un pueblo con escasa educación, o como se dice “un pueblo ignorante” es más fácil de manipular, de controlar  y de explotar. He aquí la coincidencia con lo que pensaban los señores feudales respecto a los campesinos o “indios” de la época. Con la diferencia de que hoy, los marginados, no se revelarían contra patrones oligarcas o terratenientes, sino contra los burgueses neoliberales.
Pero, una visión más profunda, o como dirían los conservadores derechistas, una visión “radical” sugiere plantear la siguiente interrogante  ¿Le conviene a la clase social dominante peruana una educación de calidad? o mejor aún, ¿Le interesa una educación para construir nación o país? Por cómo ha sido estructurado el sistema educativo a lo largo de los más de 196 años de vida republicana, la respuesta a tan atrevida interrogante es negativa, es decir, a la clase dominante peruana nunca le interesó, ni le interesa o conviene estructurar un sistema educativo de calidad, si por calidad se entiende una educación que forme seres humanos pensantes, y menos aún le interesa una educación con espíritu crítico-cuestionador  para el desarrollo del país, una educación para construir nación. Lo que a la clase social dominante le interesa es una educación para la dominación, una educación cuyo producto (el educando) sea “vendible” en el mercado laboral, bajo el principio que todos conocemos “del cholo barato”; una educación que forme seres humanos, condicionados únicamente para agachar la cabeza o bajar la cerviz. Hoy, en el contexto neoliberal y de globalización (imperialista) esta lógica del sistema educativo peruano se afirma aún mucho más, seres humanos que aseguren la reproucción social del sistema imperante
¿Y, cuál es ese sistema social imperante? Como todos, también, conocemos, aquel cuya lógica es la explotación del hombre por el hombre. Aquel sistema donde alguien se hace rico como por arte de magia, de la noche a la mañana, saqueando y robando el dinero del pueblo o pisoteando los derechos de las grandes mayorías; aquel sistema social donde la corrupción de alto vuelo es premiada en lugar de ser severamente castigada; aquel sistema donde las conciencias se venden a golpe de martillo y al mejor postor; aquel sistema social donde los pobres se pueden morir en la puerta de un hospital, si es que no tiene dinero; aquel sistema donde se rinde culto al individualismo; aquel sistema social donde usted se convierte en un paria o extranjero en su propio país, etc., etc. Desde esta perspectiva ¿Para insertarse en este sistema social, en descomposición moral, se necesita una educación de calidad? NO. A la clase social dominante rentista y parasitaria de este país ¿le interesa una educación de calidad? NO ¿Le conviene y le interesa una educación limitada a la memoria, una educación con visión tecnicista, una educación mediocre, limitada al saber hacer; pero no al saber pensar? SI. ¿Le conviene una educación, cuyos productos (es decir, los educandos), carezcan de conciencia crítica, cuestionadora, reflexiva, revolucionaria? NO. ¿Le interesa una educación orientada a la producción de conocimiento científico y filosófico? NO. Esto explica porqué cada vez más las universidades son convertidas en grandes y simples “institutos técnicos”, y porqué desde el Estado, de manera sistemática, se trata de asfixiar económicamente a estas universidades; y, también, el porqué se aboga por la proliferación de institutos técnicos, de carreras cortas, aspecto que la población inconscientemente ve con buenos ojos, obviamente, ante la alarmante crisis de fuentes laborales.
A la clase social dominante y parasitaria de este país, y porqué no decirlo, de cualquier otro país, nunca le interesa ni le conviene darle al pueblo una educación de calidad, puesto que hacer eso sería ir contra su propia lógica, la lógica de la dominación u opresión social. Ella, es decir, la clase social dominante, opera bajo su principio “mantén incólume la ignorancia del pueblo y asegurarás la eternidad de la opresión”. Para lograr ese cometido no sólo utiliza la educación como mecanismo formal, sino que utiliza todos los medios a su alcance: radio, cine, televisión, prensa escrita y, últimamente, las famosas TICs (tecnologías de información y comunicación), entre otros, con los cuales “configura los cerebros” de los oprimidos, como se configura o se programa un ordenador o computadora, a su imagen y semejanza; los configura para que actúen en función no de sus propios intereses, sino en función de los los intereses de sus opresores. Al menos esto es lo que sustenta también el psicoanalista y filósofo marxista alemán Erich Fromm, en la siguiente cita, cuando se refiere al pueblo alemán:      
“Más del 90 % de nuestra población sabe leer y escribir. Tenemos radio, televisión, cine, un periódico diario para todo el mundo; pero en lugar de darnos la mejor literatura y la mejor música del pasado y del presente, esos medios de comunicación, complementados con anuncios, llenan las cabezas de las gentes con la hojarasca más barata que carece de realidad en todos los sentidos, y con fantasías sádicas a las que ninguna persona semiculta debiera prestar ni un momento de atención. Y mientras se envenenan así los espíritus de todos, jóvenes y viejos, ejercemos una feliz vigilancia para que no suceda ninguna “inmoralidad” en la pantalla. Cualquiera indicación de que el gobierno debiera financiar la producción de películas y programas de radio que ilustrasen y cultivasen el espíritu de nuestras gentes provocaría también gran indignación y acusaciones en nombre de la democracia, libertad y del idealismo”. (Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, Erich Fromm, sexta edición 1964, págs. 12-13) Si existe una semejanza al respecto al papel de los medios de comunicación peruanos no es coincidencia es lógica pura de las clases dominantes en cualquier parte del planeta.      
En este contexto, cuando la clase dominante habla de “educación de calidad” o de “calidad educativa”, lo hace por puro cliché o formulismo, pues sólo busca hacer creer que “se preocupa por su educación”, lo cual, por lo que venimos sosteniendo, es un contrasentido: ¿Qué clase de opresor sería aquel que se preocupa porque el oprimido tenga una educación de calidad? Sólo un ejemplo histórico: ¿Acaso el hacendado, opresor por excelencia, se preocupaba porque el siervo o campesino tenga  educación de calidad? Al contrario, para el hacendado el campesino (su siervo), ni siquiera tenía derecho a una educación y, menos, a una educación de calidad, porque consideraba que “un campesino educado era un grave peligro” para sus mezquinos y miserables  intereses. Pues, para los esclavistas y hacendados, los campesinos eran seres humanos “sin alma”,  los cuales están diseñados únicamente para el trabajo, tal como la bestia está diseñada para la carga. Desde la perspectiva del hacendado y de la clase social dominante en general la educación sólo debe ser privilegio de “seres superiores”, de los nobles, de los que sí “tienen alma”, pero no de los pueblos sometidos.
Planteado así el problema educativo peruano, concluimos en que, en este contexto, por más evaluaciones que se realicen a los docentes del magisterio peruano, la calidad educativa se irá deteriorando cada vez más, al mismo tiempo que la sociedad en general se degrada aceleradamente.  En este sentido lo único que se logra con las evaluaciones al magisterio y más aún con los resultados de la misma es, por un lado, desprestigiar aún más al magisterio nacional y a la escuela pública y por otro lado, a través de las evaluaciones y sus resultados se realiza una efectiva propaganda barata a los centros educativos privados, porque probablemente miles de padres de familia, al observar los grandes titulares mediáticos sobre los resultados de las evaluaciones, hagan inagotables esfuerzos por trasladar  y matricular a sus hijos en los centros educativos privados, creyendo equivocadamente que en tales centros la cuestión educativa es mucho mejor, cuando yo diría que, en la actualidad, es igual o peor. En resumen, los gobiernos, neoliberales, que rinden loas y alabanzas a todo lo que sea “privado”, han encontrado una buena estrategia para proveerle de alumnos o mejor dicho de  “clientes” a los centros educativos privados, arrojando miles de docentes a la calle, castrando, además, su dignidad y autoestima.


29/08/2017

No hay comentarios.: