Sociólogo: Avelino Zamora Lingán
Ciertamente, el gobierno de PPK y los
medios masivos que sirven de soporte al sistema neoliberal alegan que ya fueron
“atendidos” nueve de los diez puntos contemplados en el pliego de reclamos de
los docentes en huelga y, por lo mismo, la huelga magisterial ya no tendría
razón de ser. En efecto, esto parece ser así; pero el punto que no ha sido
solucionado es el referido a la evaluación
docente, punto, que, cualitativamente representa o encierra el meollo del
problema educativo nacional. Por ello, ni el régimen de PPK, ni ningún otro
gobierno, de carácter neoliberal, estaría dispuesto a cambiar o modificar
siquiera una coma, letra, o peor aún,
reformar o derogar algo que ya está en la Ley de la Carrera Pública Magisterial,
vigente desde hace aproximadamente 10 años. En la medida que dicha Ley, donde se
contempla las evaluaciones a los docentes, bajo el argumento de “mejorar la
calidad educativa” sería una solapada receta de las entidades transnacionales
como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la UNESCO y sustentada
en el marco del Consenso de Washington, no tanto, como se sostiene, “para
mejorar la calidad educativa” sino para despojar al Estado de la
responsabilidad de atender los servicios básicos, entre éstos, los de la
educación y de esta manera someterlo a la ley de la oferta y la demanda, es
decir convertir a la educación en una simple mercancía, tal como ya se lo ha
venido haciendo desde que se consolidó este modelo económico a inicios de los
90. En este sentido, nadie podría discutir que, detrás de dicha Ley y
específicamente, detrás de las evaluaciones se ocultan objetivos como los de
lanzar a la calle a miles de docentes y con ello, proveer de suculentas
carteras de clientes a las instituciones educativas privadas.
Qué duda cabe, que la calidad educativa
en el Perú es una de las más bajas de América Latina y que este problema no es
nuevo sino que se inicia con la llegada de los españoles, continúa durante la
colonia y la república, hasta nuestros días. Desde esta perspectiva el problema
educativo no sólo es pedagógico ni académico, sino, además, es estructural, es
económico, es político y es ideológico y básicamente tiene carácter de clase. Lo que sucede es que a partir de 1821,
año de la relativa independencia política, el problema de la educación siempre
ha sido abordado bajo el enfoque estructural-funcionalista y desde los
intereses de los grupos de poder económico y político; pero sin un proyecto
nacional educativo duradero o de trascendencia.
Asimismo, el problema de la educación
peruana está íntimamente vinculado con la economía o mejor dicho, la economía
es el factor determinante no sólo del acceso a la educación sino de la calidad
educativa y del rendimiento académico. Es en este contexto qué mientras más
crisis económica exista, existirá, también, más analfabetismo convencional,
funcional, así como mediocretización de la educación; al mismo tiempo que se da
un proceso de elitización de la educación de calidad, a través de la creación
de Instituciones educativas de “Alto Rendimiento” y de la propia promoción a la
educación privada. Pero lo más evidente es que la educación actual ha sido
convertida, desde el Estado, en una simple mercancía que otorga jugosas
ganancias a sus portadores quiénes privilegian únicamente los niveles de
rentabilidad económica. Por ello es que Mariátegui, acertadamente, ya sentenció
muchas décadas antes: “Jamás se podrá democratizar la educación si antes no se
democratiza la economía”.
Decíamos que el problema educativo
tiene carácter de clase, esto es así aunque cause escozor en la clase política
oficial, los grupos dominantes, los religiosos y algunos grupos eclécticos.
Pues al parecer en el Perú, hablar de clase
social dominante y clase social dominada está prácticamente censurado,
pero, sobre todo escasamente entendido, tanto como hablar de “revolución”, “socialismo”,
“comunismo” o simplemente de “transformación” o “cambio social”, especialmente
son los clérigos del Opus Dei y la clase política oficial de derecha quienes tienen
aversión a la palabra clase social. En efecto, recordemos cómo a través de las
diversas épocas la clase social dominante privaba de educación a los dominados,
más aún sí se trataba de indígenas y campesinos, incluido las mujeres. En época
de las haciendas o época feudal, los campesinos estaban prohibidos de acceder a
una entidad educativa, para aprender a leer y escribir. El lema predominante de
la época era “un indio educado constituye un peligro social, puesto que puede
rebelarse ante el patrón”.
Hoy, las prohibiciones educativas no
son tan directas como en la época esclavista o feudal; pero, si escarbamos
hasta el fondo del problema vamos a encontrar diversos mecanismos de restricción o de acceso a la educación del
pueblo, más aún a una educación de calidad. Muchas veces estos mecanismos son
tan sistemáticos y, a veces, engañosos y atractivos, que ni los propios
educadores se percatan, menos los padres de familia. Entre estos mecanismos
están: la privatización de la educación, que lo único que mide es la cantidad
de dinero que se puede ganar; la liberalización educativa que implica someter
la educación a las reglas de la oferta y la demanda, bajo este principio existe
la proliferación de instituciones educativas, constituidas con un sólo
objetivo: el económico; la disminución progresiva del presupuesto económico al
sector educación, lo cual determina las pésimas condiciones de la
infraestructura, mobiliario escolar, material pedagógico de los centros
educativos estatales; los bajos sueldos
de los docentes, que les obliga a que éstos se dediquen a otras actividades
para completar su gasto familiar; asfixia-miento económico a los padres de
familia, que reduce el acceso de sus hijos a la educación y más aún el acceso
en buenas condiciones y bien nutridos; la pésima formación pedagógica de los
docentes, por docentes que a su vez, también han sido formados por docentes de
baja calidad académica, estructuras curriculares, elaboradas unilateralmente,
desde el poder, sin participación de los docentes, por lo que devienen en
incompatibles con la realidad del país y con la realidad rural en particular;
la ausencia de un Plan o Proyecto Nacional Educativo duradero o de largo plazo,
que deriva en realización de experimentos educativos, en función de los
intereses del régimen de turno; predominio de la matemática y las ciencias
naturales, que mecaniza y automatiza al educando, marginando a las ciencias
sociales que humaniza, desarrolla
identidad y valores, y ayuda al conocimiento de la realidad y al desarrollo del
pensamiento crítico, etc. Este conjunto de situaciones, en condición de causa-efecto,
no es más que mecanismos subliminales, con trasfondo político e ideológico,
para la disminución progresiva de la calidad educativa, especialmente en las
entidades educativas estatales. A esto se suma el trabajo que realizan los
instrumentos mediáticos, a través de sus contenidos “basura”, orientados a que
cada vez la educación sea mucho más mediocre. ¿La Razón? Sabido es que un pueblo con escasa educación,
o como se dice “un pueblo ignorante” es más fácil de manipular, de
controlar y de explotar. He aquí la
coincidencia con lo que pensaban los señores feudales respecto a los campesinos
o “indios” de la época. Con la diferencia de que hoy, los marginados, no se revelarían
contra patrones oligarcas o terratenientes, sino contra los burgueses
neoliberales.
Pero, una visión
más profunda, o como dirían los conservadores derechistas, una visión “radical”
sugiere plantear la siguiente interrogante
¿Le conviene a la clase social
dominante peruana una educación de calidad? o mejor aún, ¿Le interesa una
educación para construir nación o país? Por cómo ha sido estructurado el
sistema educativo a lo largo de los más de 196 años de vida republicana, la
respuesta a tan atrevida interrogante es negativa, es decir, a la clase
dominante peruana nunca le interesó, ni le interesa o conviene estructurar un
sistema educativo de calidad, si por calidad se entiende una educación que forme
seres humanos pensantes, y menos aún le interesa una educación con espíritu
crítico-cuestionador para el desarrollo
del país, una educación para construir nación. Lo que a la clase social
dominante le interesa es una educación para la dominación, una educación cuyo
producto (el educando) sea “vendible” en el mercado laboral, bajo el principio
que todos conocemos “del cholo barato”; una educación que forme seres humanos,
condicionados únicamente para agachar la cabeza o bajar la cerviz. Hoy, en el
contexto neoliberal y de globalización (imperialista) esta lógica del sistema
educativo peruano se afirma aún mucho más, seres humanos que aseguren la
reproucción social del sistema imperante
¿Y, cuál es ese
sistema social imperante? Como todos, también, conocemos, aquel cuya lógica es
la explotación del hombre por el hombre. Aquel sistema donde alguien se hace
rico como por arte de magia, de la noche a la mañana, saqueando y robando el
dinero del pueblo o pisoteando los derechos de las grandes mayorías; aquel
sistema social donde la corrupción de alto vuelo es premiada en lugar de ser
severamente castigada; aquel sistema donde las conciencias se venden a golpe de
martillo y al mejor postor; aquel sistema social donde los pobres se pueden
morir en la puerta de un hospital, si es que no tiene dinero; aquel sistema
donde se rinde culto al individualismo; aquel sistema social donde usted se
convierte en un paria o extranjero en su propio país, etc., etc. Desde esta
perspectiva ¿Para insertarse en este sistema social, en descomposición moral,
se necesita una educación de calidad? NO. A la clase social dominante rentista
y parasitaria de este país ¿le interesa una educación de calidad? NO ¿Le
conviene y le interesa una educación limitada a la memoria, una educación con
visión tecnicista, una educación mediocre, limitada al saber hacer; pero no al
saber pensar? SI. ¿Le conviene una educación, cuyos productos (es decir, los
educandos), carezcan de conciencia crítica, cuestionadora, reflexiva,
revolucionaria? NO. ¿Le interesa una educación orientada a la producción de
conocimiento científico y filosófico? NO. Esto explica porqué cada vez más las
universidades son convertidas en grandes y simples “institutos técnicos”, y
porqué desde el Estado, de manera sistemática, se trata de asfixiar
económicamente a estas universidades; y, también, el porqué se aboga por la
proliferación de institutos técnicos, de carreras cortas, aspecto que la
población inconscientemente ve con buenos ojos, obviamente, ante la alarmante
crisis de fuentes laborales.
A la clase social
dominante y parasitaria de este país, y porqué no decirlo, de cualquier otro
país, nunca le interesa ni le conviene darle al pueblo una educación de
calidad, puesto que hacer eso sería ir contra su propia lógica, la lógica de la
dominación u opresión social. Ella, es decir, la clase social dominante, opera
bajo su principio “mantén incólume la ignorancia del pueblo y asegurarás la
eternidad de la opresión”. Para lograr ese cometido no sólo utiliza la
educación como mecanismo formal, sino que utiliza todos los medios a su
alcance: radio, cine, televisión, prensa escrita y, últimamente, las famosas
TICs (tecnologías de información y comunicación), entre otros, con los cuales
“configura los cerebros” de los oprimidos, como se configura o se programa un
ordenador o computadora, a su imagen y semejanza; los configura para que actúen
en función no de sus propios intereses, sino en función de los los intereses de
sus opresores. Al menos esto es lo que sustenta también el psicoanalista y
filósofo marxista alemán Erich Fromm, en la siguiente cita, cuando se refiere
al pueblo alemán:
“Más del 90 % de nuestra población sabe leer y
escribir. Tenemos radio, televisión, cine, un periódico diario para todo el
mundo; pero en lugar de darnos la mejor literatura y la mejor música del pasado
y del presente, esos medios de comunicación, complementados con anuncios, llenan las cabezas de las gentes con la
hojarasca más barata que carece de realidad en todos los sentidos, y con
fantasías sádicas a las que ninguna persona semiculta debiera prestar ni un
momento de atención. Y mientras se envenenan así los espíritus de todos,
jóvenes y viejos, ejercemos una feliz vigilancia para que no suceda ninguna
“inmoralidad” en la pantalla. Cualquiera indicación de que el gobierno debiera
financiar la producción de películas y programas de radio que ilustrasen y
cultivasen el espíritu de nuestras gentes provocaría también gran indignación y
acusaciones en nombre de la democracia, libertad y del idealismo”.
(Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, Erich Fromm, sexta edición 1964,
págs. 12-13) Si existe una semejanza al respecto al papel de los medios de
comunicación peruanos no es coincidencia es lógica pura de las clases
dominantes en cualquier parte del planeta.
En este contexto,
cuando la clase dominante habla de “educación de calidad” o de “calidad
educativa”, lo hace por puro cliché o formulismo, pues sólo busca hacer creer que
“se preocupa por su educación”, lo cual, por lo que venimos sosteniendo, es un
contrasentido: ¿Qué clase de opresor sería aquel que se preocupa porque el
oprimido tenga una educación de calidad? Sólo un ejemplo histórico: ¿Acaso el
hacendado, opresor por excelencia, se preocupaba porque el siervo o campesino
tenga educación de calidad? Al
contrario, para el hacendado el campesino (su siervo), ni siquiera tenía
derecho a una educación y, menos, a una educación de calidad, porque
consideraba que “un campesino educado era un grave peligro” para sus mezquinos
y miserables intereses. Pues, para los esclavistas
y hacendados, los campesinos eran seres humanos “sin alma”, los cuales están diseñados únicamente para el
trabajo, tal como la bestia está diseñada para la carga. Desde la perspectiva
del hacendado y de la clase social dominante en general la educación sólo debe
ser privilegio de “seres superiores”, de los nobles, de los que sí “tienen
alma”, pero no de los pueblos sometidos.
Planteado así el problema educativo peruano,
concluimos en que, en este contexto, por más evaluaciones que se realicen a los
docentes del magisterio peruano, la calidad educativa se irá deteriorando cada
vez más, al mismo tiempo que la sociedad en general se degrada
aceleradamente. En este sentido lo único
que se logra con las evaluaciones al magisterio y más aún con los resultados de
la misma es, por un lado, desprestigiar aún más al magisterio nacional y a la
escuela pública y por otro lado, a
través de las evaluaciones y sus resultados se realiza una efectiva propaganda
barata a los centros educativos privados, porque probablemente miles de
padres de familia, al observar los grandes titulares mediáticos sobre los
resultados de las evaluaciones, hagan inagotables esfuerzos por trasladar y matricular a sus hijos en los centros
educativos privados, creyendo equivocadamente que en tales centros la cuestión
educativa es mucho mejor, cuando yo diría que, en la actualidad, es igual o
peor. En resumen, los gobiernos, neoliberales, que rinden loas y alabanzas a
todo lo que sea “privado”, han encontrado una buena estrategia para proveerle
de alumnos o mejor dicho de “clientes” a
los centros educativos privados, arrojando miles de docentes a la calle, castrando,
además, su dignidad y autoestima.
29/08/2017
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