lunes, marzo 26, 2007

EL AGUA: LA MERCANCÍA DEL FUTURO

Por Sociólogo: Avelino Zamora Lingán

No cabe duda que en el sistema capitalista es posible convertir en mercancía a todo lo que signifique acumulación de riqueza. En este afán se ha convertido en mercancía desde productos, recursos naturales y servicios hasta la energía y el pensamiento. ¡El Hombre mismo ha sido convertido en mercancía, a través de su fuerza de trabajo! En este contexto no tiene nada de extraño que el agua, elemento VITAL para todo ser viviente, esté camino a ser la MERCANCÍA MAS PRECIADA Y CODICIADA para los capitalistas de todo el planeta. Por ello es que hoy en día ya se vaticinan que las guerras del futuro ya no tendrán como causa el oro o el petróleo, sino el agua. En las líneas que siguen, ofrecemos algunos indicadores de cómo es que el agua (antes considerado recurso natural, abundante, regalado por la naturaleza) está convirtiéndose en elemento de valor de uso (indiscriminado) y valor de cambio, es decir, en mercancía.

La manifestación más inmediata del agua mercancía es el agua embotellada. En efecto, la enorme contaminación ambiental y del agua, así como la destrucción de las fuentes naturales del vital elemento: lagunas, manantiales, quebradas, colchones acuíferos, etc., es la razón fundamental para que se incremente el consumo mundial de agua embotellada o agua mineral a un ritmo anual de 12 %, con la creencia de que el agua en estas condiciones es de mayor calidad; pero, lo más importante es que los procesos de contaminación ambiental y destrucción de las fuentes acuíferas son las principales causas para la escasez del agua y en consecuencia a la mercantilización de la misma.
Ahora bien ¿Quien o quienes son los más consumidores de agua embotellada? Según estudios, hasta el año 1999, el mercado mundial del agua embotellada representaba un volumen anual de 89 mil millones de litros y su valor se estimaba en 22 mil millones de dólares. Considerando el incremento anual del 12 %, se estima que hasta el año 2006, dicho volumen representaba 164 mil millones de litros, cuyo valor asciende a 41 mil millones de dólares. En Europa se consume el 46 % del agua embotellada, con un promedio de 85 litros/ persona/ año; en América del Norte se consume el 20 %, con un promedio de 35 litros/ persona/ año; en América Latina el 7%, con un promedio de 12 litros de agua embotellada/ persona/ año. Los italianos son los mayores consumidores de agua embotellada con 107 litros por persona por año y en Estados Unidos el 54 % bebe agua embotellada. Pero es necesario indicar que los consumidores de agua embotellada, son aquellos que tienen ingresos medios y altos, es decir, pequeños sectores de la población y mientras que los pobres del mundo no tienen acceso ni siquiera al agua potable, menos al agua embotellada. Por ejemplo, según las estadísticas, los africanos, que son los más pobres del planeta, no representan ningún porcentaje en el consumo de agua embotellada.

Lo preocupante es que el 75 % del agua embotellada proviene de Manantiales y acuíferos subterráneos, que se encuentran en mayores cantidades en América Latina. Esto debe preocupar a los pueblos de esta parte del continente, al Perú en particular, porque en el futuro nuestras fuentes acuíferas, particularmente nuestros manantiales, no sólo serían afectados o destruidos por las transnacionales mineras sino serían objeto de expropiación o de concesión a empresas transnacionales embotelladoras de agua. Sin embargo, no sólo el agua embotellada constituye mercancía, también lo son las grandes represas donde el agua es comercializada en Metros cúbicos para la agricultura que muchas veces beneficia a pequeños grupos de empresarios agrícolas. El agua que discurre por los canales de riego también está próxima a convertirse en mercancía, mediante las leyes de agua.

Por otro lado, el impacto ambiental y social negativo, además del hecho mismo de haber convertido el recurso natural en mercancía, es el siguiente: Los plásticos son productos derivados del petróleo que es un recurso natural no renovable. Más de 1,5 millones de toneladas de plástico son utilizadas para embotellar el agua. La sustancia de la que están hechas las botellas de agua requiere menos energía para reciclar que el vidrio o el aluminio y libera menos emisiones a la atmósfera. Sin embargo, los procesos utilizados para producir plástico pueden causar una contaminación grave que afecte al medio ambiente y a la salud humana si no se regulan. La mayoría de las botellas de plástico no se reciclan y se amontonan muy rápidamente en los vertederos de basura de todo el mundo. Puesto que el plástico se desintegra muy lentamente, éste permanece en nuestros basureros durante cientos de años. Una cuarta parte de los 164 mil millones de litros de agua embotellada en el mundo se consume cada año fuera de su país de origen. El transporte del agua embotellada incrementa también las emisiones de dióxido de carbono que producen el efecto invernadero contribuyendo así al problema global del cambio climático. No obstante, por hoy, el 75% del agua embotellada del mundo se produce y se distribuye a escala regional, lo que reduce el número de transportes. Pero este porcentaje va disminuyendo cada año. Desde esta perspectiva, considerando tanto lo que implica la transformación del recurso hídrico en mercancía como por el impacto que genera el proceso de embotellamiento, el agua embotellada no debe ser considerada una alternativa sostenible al agua de grifo o caño. Pues dicha agua no está libre de la contaminación periódica y gasta más energía que el agua del grifo. Más aún todavía, como ya indicamos, cuando en muchos países, incluido el Perú, millones de personas no tienen acceso ni siquiera al agua potable, pese a que ésta es un derecho básico. Entonces a los pueblos, que no tenemos acceso al agua potable y menos al agua embotellada, nos queda como única alternativa: Proteger nuestros ríos, manantiales, lagunas y pantanos, que son fuentes naturales para asegurar que el agua potable de caño siga siendo un servicio público para todos y a un precio razonable.

Pero, mientras haya quienes nos digan, sin ningún sustento técnico, ya que utilizan el término “imagínense” que llueve 100 baldes de agua de los cuales: 70 baldes se van al mar, 4 baldes consume la ciudad, 25 baldes se van para riego y sólo 01 balde consume la minería. ¡Agua hay en Cajamarca!”; no será posible tomar en serio ni con realismo lo que está sucediendo con el vital elemento. A propósito: Una publicidad engañosa como la del “agua abundante en Cajamarca”, en otros países, donde existen autoridades y las leyes se cumplen, está penada por ley, es decir, tanto los autores de la publicidad, como los que lo difunden van a la cárcel, o por lo menos son multados ejemplarmente. Pero como estamos en el Perú, país que ya está convirtiéndose en Tierra de nadie o camino a convertirse en una nueva colonia, las transnacionales destruyen nuestras fuentes de agua, lo contaminan y, además, nos imponen publicidad abiertamente subjetiva y engañosa. ¿Acaso imaginarán, también, que todos los pobladores peruanos somos zombis, es decir, cuerpos sin alma, al servicio de hechiceros y de plutócratas, incapaces de pensar, sentir y ver la realidad?
La publicidad sobre el “agua abundante en Cajamarca” equivale, por ejemplo, a decir o creer que los chanchos vuelan o qué el mar se mueve porque tiene motor o que las truchas se mueren porque no saben nadar, etc. Es, decir, es tan irreal y subjetiva. Y, sugerir al pueblo, que “vaya pensando qué hacer con los 70 baldes que van al mar” equivale a pedirle que piense en qué hubiera pasado con la historia de la religión católica sí Cristo hubiera sido mujer o si tenía ombligo o no. Es decir, la capacidad de imaginación en el hombre es ilimitada, más aún si se trata de manipular conciencias. Lo que NO está fuera de la realidad ni de lo posible y probable es imaginar que las transnacionales algún día paguen sus regalías, dejen por lo menos 50 dólares de cada 100, en lugar del 1.8 que dejan actualmente; paguen el 19 % del impuesto general a las ventas y paguen regalías, para el desarrollo de los pueblos, especialmente de aquellos donde extraen el mineral. Qué Cajamarca tenga buenos hospitales modernos, que se hayan recuperado los colchones acuíferos; que todas sus provincias, distritos, centros poblados y caseríos estén articulados, con buenas vías de comunicación; que todos sus pueblos cuenten con energía eléctrica; que se haya desterrado la corrupción; que del segundo lugar en pobreza pase al segundo lugar en desarrollo y su población tenga los más altos niveles de vida, que haya paz social pero que también haya justicia social, etc. En resumen, que Cajamarca sea lo que fue hace 20 años: una hermosa región, con sol radiante, cielo azul y abundante agua cristalina y dulce discurriendo por sus ríos, quebradas y manantiales. Esto SÍ se puede lograr ¡VAYAMOS PENSANDO COMO!

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