martes, febrero 21, 2017

LOS CORRUPTOS: ¿VERGÜENZA PARA SU FAMILIA?




Por Sociólogo Avelino Zamora Lingán
Se han preguntado alguna vez sobre ¿Cuál es la reacción de la esposa, padres, hijos, cuñados y demás parientes de un funcionario público, de clase media, cuyo sueldo, por lo general, es igual o un poco más que el de cualquier otro común y mortal, el mismo que no puede otorgarle la categoría de “rico”, pero que le es suficiente para vivir holgadamente; sin embargo, de pronto resulta comprándose fundos, residencias, carros de último modelo, con abultadas cuentas en los bancos, y además siendo accionista de grandes empresas? Uno de los temas escasamente o nada tratados por los analistas es el rol que tiene la familia en el fenómeno de la corrupción. Al respecto, en el presente comentario intentamos soltar algunas ideas, a propósito de Nadinne Heredia y Elianne Karp, esposas de los ex presidentes Humala y Toledo, respectivamente, incluidas en la mega corrupción de Odebrecht, puesto que según se comenta a estas dos ex primeras damas les gusta mucho, más de lo normal, el supremo dinero y que por ello, habrían “empujado” a sus respectivos esposos a corromperse, para darse la “gran vida”.    
La conminación de la esposa a su esposo, quien muchas veces no tiene los ingresos suficientes (aunque los ingresos nunca van a ser suficientes para cualquier ser humano) o se encuentra sin trabajo, con la expresión “No me importa de donde saques el dinero para el diario, para la educación o para los medicamentos de tus hijos”; el acoso permanente de los hijos al padre para que éste le compre el celular de última generación; la laptop más avanzada, la moto, bicicleta, etc., etc.; acaso sugiere la actitud que asume la familia cuando el jefe de familia está desempleado o ve disminuido su sueldo por el “alza del costo de vida”; no obstante, de pronto se convierte en funcionario público o en burócrata, por lo tanto su vida da un considerable giro; pero no sólo con el “buen” sueldo que puede ganar sino con ingresos provenientes de actos de corrupción. En este caso, la esposa o los hijos mayores, incluso sus padres se atreverán a preguntarle, por ejemplo ¿Cómo a hecho para obtener tanto dinero? ¿Cuál es el negocio? ¿Acaso de pronto le ha empezado a llover millones de dólares? ¿O es que la plata le está llegando sola? La enorme ambición, incluso la ansiedad de “progreso familiar”, de satisfacer todas las necesidades, con todo lo material que la sociedad de consumo ofrece (aunque el ser humano nunca se da por satisfecho, cuando de cosas materiales se trata) con la oportunidad de hacer realidad todos los sueños de los hijos, en general con toda el deseo de cambiar de status económico-social, o de ser “mejor” que los demás, cabe la duda muy razonable respecto a que la familia jamás planteará tales interrogantes. Al contrario, ésta se hará la disimulada, “la de la vista gorda”,  los parientes probablemente desarrollarán algún grado de envidia, algunos lo felicitarán, preguntándose al mismo tiempo ¿Cómo lo hace? ¿Cuál es el negocio? En fin, nadie en casa se percatará, ni tampoco querrá percatarse cuál es la fuente de ese dinero, lo fundamental es que “la familia” disfrute, aproveche, aunque como resultado de ese dinero mal habido, sufran otras personas, sufra el pueblo. Así es como nacen los corruptos de alto vuelo o de poca monta.
El filme español “El Tránsfuga”, excelente película, recomendable para entender el rol  de la familia en el proceso de corrupción. Esta película narra la actitud que asume un diputado, precisamente presionado por su esposa y sus dos hijos, luego que de pronto se da cuenta que con el ingreso que tenía como diputado ya no alcanzaba para satisfacer todas las necesidades que hasta ese momento su familia estaba acostumbrada, como por ejemplo, pagar la mensualidad de la educación de sus hijos, quienes estaban en los mejores colegios privados; mandar a éstos a pasar vacaciones a otros países, ir a comer a los mejores restaurantes, realizar reuniones sociales con los amigos y amigotes, vivir en un lujoso apartamento, pasear en yate, comprar ropa de las mejores marcas, joyas, etc., etc. Por ello es que un día decide reunir a su familia para anunciarles que se acabaron las vacaciones de los hijos en otros países, que éstos deberán estudiar en colegios públicos, nada de reuniones sociales, tampoco nada de lujos y joyas; incluso, hasta deberán alquilar su lujoso departamento para ir a vivir a un lugar donde las viviendas sean menos costosas. En general, lo que el diputado propone a su familia es bajar de estatus social, es decir, empezar una vida, al igual que cualquier otro común y mortal de clase media y que tanto la esposa y sus hijos deberían comprender este giro “hacia abajo” que deberían dar obligados por las circunstancias económicas.
Cualquiera pensaría que efectivamente la familia comprendería la situación económica y se allanarían a los cambios propuestos. Pero no es así. Su esposa pone el grito en el cielo, se enferma, hasta se quiere suicidar, y se resiste, a que sus hijos sean matriculados en colegios públicos, a que se les prive de sus vacaciones en otros países, así como ir a vivir a un barrio menos lujoso, en casa menos lujosa, etc. Para la esposa del diputado, tal propuesta es como si el mundo se hubiese venido abajo. Ante esto ¿Qué le queda al diputado? Cierto día, la “oportunidad” de dejar las cosas tal como estaban dándose hasta antes de su “crisis económica” no tarda. En el Parlamento se debate un mega-proyecto, sobre el cual las fuerzas a favor y en contra estaban divididas pero en proporcionas casi iguales, la diferencia era de uno. Es decir la viabilidad del proyecto dependía sólo de un voto. Alguien contacta al Diputado y éste empieza por vender información a una empresa a cambio de unos 65 mil euros; pero lo que a la empresa más le importa es la decisión que se tome en el parlamento respecto del proyecto; por lo que ofrece 2 millones de euros a cambio de que el día de la votación el diputado se ausente, para que así los votos en contra de tal proyecto no superen la mayoría. Ante esto el diputado se resiste, porque ello le significaba, primero,  ir en contra de su grupo partidario y segundo, convertirse en un corrupto y además en tránsfuga, porque con su ausentismo implícitamente apoya a la oposición. Piensa en las pataletas de su esposa, en sus hijos y finalmente opta por aceptar los dos millones de euros y así mantener el status socioeconómico que siempre lo tuvo, aunque con dinero prestado.   ¡Así, por presión familiar, nació el corrupto y el lobista!
Entonces, contrario a lo que piensan muchos respecto a que un ladrón o corrupto puede ser “vergüenza para su familia”, de acuerdo a lo que se ha descrito más arriba, todo indicaría que no es así. Puesto que la familia se haría de la “vista gorda” ante la abundancia de dinero que el jefe de familia, un alto funcionario público, de pronto puede ostentar. Aquí se configura una corriente de pensamiento, al igual que en el caso de la política, “el fin justica los medios”. Es decir el fin de alguien de clase media es el cambio de estatus socioeconómico hacia arriba, no hacia abajo. Hacia abajo sería empobrecerse aún más de lo que ya es. Pero el cambio “hacia arriba significa pasar de la categoría de pobre a la categoría de rico, sin importar los medios. Éstos pueden ser legales o ilegales, entre éstos últimos, por ejemplo, corrupción, narcotráfico, sicariato, tráfico humano, explotación, evasión de impuestos, etc., etc. Lo que importa es el fin. Estos cambios, también, se conocen como “movilización social”, corriente de pensamiento que en el Perú fue promovido por Juan Velasco Alvarado a través del famoso SINAMOS (Sistema Nacional de Movilización Social). Pero, obviamente,  Velasco, difícilmente hubiese promovido una “movilización” del ciudadano peruano a través de medios ilegales, tales como la corrupción, robo, injusticia social, concentración de riqueza; movilización sí, pero, a través, del desarrollo social, de la equidad, la honradez, del trabajo y de la justicia social. A la movilidad o movilización social apuntaron sus reformas estructurales, entre éstas la reforma en la tenencia de la tierra y en el sistema educativo.
Finalmente, cuando adquirimos una mercancía en el mercado, en la tienda o en el centro comercial nos fijamos mucho en su calidad, para comprarlo. Si es de mala calidad no la compramos, aunque ésta sea más económica o más barata. En el sentido estricto de la definición, el dinero también es una mercancía, por ser un medio de cambio al igual que las demás, es decir: con la mercancía dinero “compramos otras mercancías. De aquí surge entonces la pregunta ¿porqué no nos fijamos en la calidad del dinero mercancía dinero? En este caso, entendiendo por “calidad” al dinero cuya fuente sea legal, que provenga de actividades lícitas y no de actividades ílicitas. Que provenga de actividades desarrolladas con esfuerzo, sacrificio, honestidad, equidad, pero sobre todo con honradez. Y, aquí provoca hacer otra pregunta: ¿Se podrá amasar fortuna con dinero proveniente de actividades realizadas con honestidad y honradez? Al menos ¿en un país como el Perú?, estoy seguro que la gran mayoría respondería que no. Obviamente NO, pero, por lo menos, sí se podría dormir con la conciencia limpia. ¡Seamos un poco más fiscalizadores de las fuentes del dinero, no sólo desde las entidades públicas encargadas, también desde la familia, desde el hogar!! Sería otra manera de parar la corrupción en este país.//////////////////////////////////////////////////////////////////////////////// Escrito: febrero del 2017

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