José De
Echave
Veo la
foto de Mirtha Vásquez, rodeada de los dirigentes de Sorochuco y Celendín
-luego que se dictara la sentencia que los declara inocentes- y se me viene a
la memoria la larga lista de casos que esta extraordinaria mujer y abogada
cajamarquina ha defendido en los últimos años; casi sola, enfrentando a todos
los poderes ocultos que mueven sus intereses y que criminalizan a diestra y
siniestra a comuneros y comuneras.
Mirtha es
la abogada de Máxima Acuña, Milton Sánchez y de casi todos los dirigentes
criminalizados de Cajamarca. En realidad, Mirtha es mucho más que la abogada de
todos ellos; es también el apoyo moral y la solidaridad total en una de las más
difíciles circunstancias por las que puede atravesar una persona.
En todos
estos años he visto a Mirtha Vásquez en diversos foros, en el país y en el
extranjero, pero sobre todo la he visto recorriendo de arriba a abajo
Cajamarca, apoyando a las comunidades, asumiendo su defensa y dejando todo de
sí.
Mirtha
forma parte del equipo fundacional de Grufides y es la única que queda en esa
institución cajamarquina, batallando casi sin recursos, formando nuevos
profesionales y enfrentando las campañas abiertamente difamatorias de los
mercenarios que nunca faltan y que muchas veces se presentan disfrazados de
periodistas. Además, Mirtha integra el colectivo #NiUnaMenos Cajamarca, que
apoya a mujeres que sufren violencia familiar.
Ha
recibido y sigue recibiendo permanentes amenazas, reglajes y su casa ha sido
más de una vez violentada, buscando intimidarla a ella y a su familia,
incluidos sus menores hijos. Tiene medidas cautelares de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y pese a las recomendaciones de dejar
Cajamarca, ella sigue allí haciendo su trabajo.
Veo
nuevamente la foto de Mirtha Vásquez y la primera reflexión que se me viene es
que en medio de tantas adversidades su firmeza sigue intacta. El Perú tiene
gente valiente y admirable. Al lado de Máxima está Mirtha. Basta y sobra.
Ejemplo de mujeres valientes.
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