José de
Echave
El Ministro del
Ambiente, Manuel Pulgar Vidal, pretende debatir a su manera sobre varios temas
a la vez. Bienvenido el debate y que sea en los mejores términos.
El ministro opina muy
seguro sobre temas de hidrogeología y afirma que lo de las aguas subterráneas
del proyecto Tía María es un tema resuelto; critica abiertamente los mapas de
concesiones y a las instituciones que los elaboramos y da a entender que le
molesta que el Ingemmet difunda esta información. ¿Acaso propone que los
ciudadanos y ciudadanas ya no accedamos a esa información? Finalmente, en
entrevistas y en un reciente artículo publicado en el diario El Comercio (24 de
mayo de 2015), critica duramente las propuestas que en diferentes espacios se
vienen construyendo y apuntan a transitar del actual modelo de extracción a uno
que sea más sensato y equilibrado. Termina el artículo con un párrafo que por
supuesto nosotros suscribimos: “Apostemos a un aprovechamiento sostenible de
nuestros recursos naturales y su potencial y concertemos una visión de
bienestar y prosperidad para todos los peruanos”.
El tema es cómo. ¿Qué
propone el ministro para lograr esa gran meta? ¿Las políticas de su gobierno?
¿La Ley 30230? ¿Las que propone la Sociedad Nacional de Minería y la Confiep?
Precisamente, los que
hablamos de transiciones intentamos apostar por un aprovechamiento sostenible
de nuestros recursos naturales para el beneficio de todos los peruanos y
peruanas. El reto es precisar cómo nos imaginamos, por ejemplo, la minería para
los próximos 30 años. Y esa minería no puede ser la que hemos visto y la que
algunos han padecido en las últimas dos décadas. Para los que reconocemos que
la minería es una actividad importante y lo seguirá siendo, el reto es
transitar a un escenario distinto y no seguir defendiendo absurdamente las
actuales reglas de juego y ver cómo se desmantela lo poco que se había avanzado
en materia ambiental.
Pero el otro gran
problema es que el artículo no solamente lo suscribe el Ministro del Ambiente
del Perú, sino también el presidente de la COP (Conferencia de la Partes de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático). El ministro
sabe perfectamente que para impedir una elevación de la temperatura del
planeta por encima de los dos grados centígrados, no se debería tocar el 70% de
las reservas probadas de gas, petróleo y otros combustibles fósiles. Ni una
palabra sobre eso.
El propio Rajendra
Pachauri, director del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC), afirmó en la conferencia inaugural de la COP 20 en Lima, que
“Si no se cambia el modelo, los riesgos son la escasez de alimentos y de agua,
el desplazamiento de la población y grandes conflictos”. “Para impedir que la
temperatura global se incremente en dos grados centígrados, las emisiones de
gases de efecto invernadero deben reducirse entre 40 y 70% al 2050 y eliminarse
casi en su totalidad el 2100”.
Esto es realidad pura y
dura y para nada bucólica. Data dura como exige el ministro. Lo anacrónico es
seguir defendiendo un modelo que nos lleva directo y sin escalas a los riesgos
que anuncia Pachauri, premio nobel 2007 con el IPCC. El cambio climático
nos pasa factura desde ahora. Más data dura: un estudio hecho para el Banco
Central de Reserva del Perú calcula que para el 2030 se proyectan
pérdidas equivalentes al 6,3% y al 2015 de más del 20%.
Algunos
pretenden seguir manejando la economía como si estuviéramos en la década del 50
del siglo pasado. Para evitar lo que se nos viene es urgente mitigar y adaptar,
y para ello se necesita una férrea voluntad política, algo que no se ve en el
país. Adaptar, por ejemplo, significa ajustar los sistemas humanos y naturales
frente a entornos nuevos o cambiantes; la adaptación implica modificar
consecuentemente el comportamiento, los medios de vida, también la producción,
la infraestructura, las leyes, políticas e instituciones en respuesta a los
eventos climáticos ya experimentados y los esperados. En suma, significa
transitar a un escenario distinto.
De eso se tratan las
transiciones y la necesidad de pensar un modelo de extracción equilibrado y
sensato. Como señala el economista Alberto Acosta, el gran reto para todo el
planeta y para países como el Perú se sintetiza en cómo procesar
democráticamente una nueva forma de organizar la economía, reconociendo los
límites de la Naturaleza y asegurando una vida digna para todos los habitantes
del planeta. Sigamos debatiendo ministro.
"FACULTADES
EXTRAORDINARIAS"
La columna de César
Hildebrandt publicada el viernes 15 de mayo en Hildebrandt
en sus trece y titulada "FACULTADES
EXTRAORDINARIAS": "Yo le daría facultades extraordinarias al gobierno. Pero no puedo. No soy Dios. No soy
mago. Soy un mortal criollo.
Le daría facultades extraordinarias para que piense
en lo esencial. ¿Qué es lo esencial en este caso?
Lo esencial es recordar el origen de este régimen
que surgió del descontento popular respecto de los partidos tradicionales y los
hábitos de la política nativa. La gente quería un líder centrista que le
devolviera a la democracia la legitimidad social que había perdido en manos de
la plutocracia omnívora que padecemos. El pueblo quería un caudillo que, sin
arrasar con derechos ajenos, le diera al Estado la naturaleza arbitral y
promotora que tiene que tener para llamarse tal. Entonces –¿recuerdan?– vino Humala
y dijo: “Ese hombre soy yo, confíen en mí”. El pueblo le creyó.
Todo viene de allí. Todas las carreteras tomadas,
los muertos por bala, las pedradas salvajes, las iras vociferantes, todo
procede de ese contrato social roto, de ese fraude, de esa manera infame de
entender la política.
Humala es un gerente del continuismo. Y la derecha
le ha hecho creer a la masiva ignorancia que el modelo neoliberal, impuesto a
patadas tanto en Chile como en Perú, es verdad sacra y evangelio salido de una
zarza ardiendo.
Humala permitió que ese modelo no sólo continuara
sino que se agudizara. Y está convencido de que sus programas sociales
–limosnas diversas, premios consuelo– lo convierten en un gobernante distinto.
No, señor Humala. Usted no es distinto. Usted es
peor. Porque nadie esperaba algo original de Toledo o de García. Usted, en
cambio, era la opción viviente de las novedades que traerían vientos frescos.
Por ejemplo: revisión de algunos TLC, fomento de la agricultura,
diversificación industrial, inversión en tecnología e investigación, aumento
histórico del presupuesto para Educación (no el mísero 3,5% del que usted se
jacta), impuestos a las sobreganancias mineras, negociaciones para romper el
blindaje de algunos contratos firmados por el fujimorismo, fortalecimiento del
ministerio del Ambiente... ¿Sigo, señor Humala? No creo que sea necesario.
Usted recuerda todo eso porque todo eso está en la memoria de quienes
escucharon, a comienzos del 2011, que usted daría la vida por cambiar, para
bien, el país. Usted juró que jamás defraudaría al pueblo que llenaba las
plazas y vitoreaba su nombre. Ese espíritu de transformación está presente
inclusive en la Hoja de Ruta que los Vargas Llosa le obligaron a firmar.
Sabemos qué ocurrió después. Usted, como el
mariscal Cáceres cuando gobernó, se olvidó de los suyos y le entregó el
gobierno a quienes habían perdido la elección. Con ellos, con los derrotados
camaleónicos de siempre, ha hecho usted este gobierno afantasmado, derechista y
mediocre. Pero hago mal en compararlo con Cáceres. Él hizo un gobierno malo
pero fue el héroe indiscutible de la resistencia ante el invasor. En cambio, su
heroísmo, señor Humala, consistió en negar, cuando las papas quemaban, el
evidente apoyo que le había dado a su hermano en el “Andahuaylazo”. Su heroísmo
venía de Madre Mía y pasó por el histrionismo de Locumba. Su heroísmo lo
ascendió a puestos diplomáticos en París y Seúl. Y su heroísmo actual es el de
aceptar la burla de Chile en el tema del espionaje y callar respecto del
triángulo terrestre mientras el ejército que usted comanda, señor Humala,
quiere venderle a capitales chilenos dedicados a las tiendas por departamentos
otros 30.000 metros cuadrados de una instalación oficial.
Lo que está pasando en Tía María es también obra
suya, señor Humala. Es hora de que vaya allí y les diga a los agricultores de
Cocachacra la verdad: que las promesas del 2011 se las ha llevado el viento,
que hay que ser realistas, que somos un país minero, que se atengan a las
consecuencias si no ceden. Pero dígalo usted. No siga mandando a sus ministros
ni a la policía contratada por la Southern".
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