Sociólogo: Avelino Zamora Lingán.
En el Perú, especialmente en las serranías alto andinas vienen operando mas de 30 empresas mineras, la mayoría de ellas transnacionales. Estas, además de haber generado procesos ya conocidos como: deterioro del medio ambiente, contaminación, corrupción, delincuencia común, prostitución, encarecimiento de bienes inmuebles y acumulación de riqueza; están generando otro proceso social, escasamente percibido y considerado en los debates ambientalistas, gremiales, políticos y académicos: Nos referimos al proceso de transformación del campesino en asalariado. Sin embargo, cabe reconocer que no sólo las transnacionales y empresas privadas vienen impulsando este proceso, también el Estado mismo, mediante Entidades como FONCODES, A trabajar Urbano y Rural y a través del modelo económico neoliberal viene contribuyendo al proceso, al igual que algunas ONGDs.
Cajamarca, por ejemplo, hasta 1990, se caracterizaba por ser una región predominantemente agrícola y ganadera con una producción en pequeña escala, de auto-subsistencia y basada en el trabajo familiar y con una población que hasta el día de hoy, es predominantemente rural, con el 75 % de ella distribuida a lo largo y ancho del territorio rural. Así, pues, la agricultura y la ganadería, descuidadas por el Estado, eran la actividad por excelencia, de la cual subsistía no sólo la población rural sino, también, la población urbana. Quizá hasta aquella fecha, se puede decir, junto con Raimondy, el departamento de Cajamarca era un “mendigo sentado en un banco de oro”. Pero, hoy, ese “banco” está siendo llevado de a pocos, por las compañías mineras y todo indica que Cajamarca continuará siendo un mendigo al igual que el resto del país ya no sentado en un banco de oro sino sentado sobre un montón de desechos químicos, cerros artificiales y fuerte presencia de conflictos sociales.
A partir de 1990, se consolida el modelo económico neoliberal y se abren las puertas de par en par a la inversión privada, la misma que apunta a los diversos yacimientos mineros del país, de la cual Cajamarca no es la excepción. Tal es así que, en 1993 inician su llegada a la región del Cumbe, varias transnacionales mineras, entre éstas la Newmont Mining Corporation, hasta que en la actualidad existen más de 20 compañías mineras y se estima que el 70 % del territorio cajamarquino tiene denuncios mineros, estando algunos distritos denunciados el 100 % de su territorio. El problema es que este proceso de intervención minera, además de haber generado los procesos harto conocidos, ha modificado la estructura socio-económica y cultural de la población, siendo una de sus manifestaciones el inicio de un proceso de asalaramiento rural, que deriva al mismo tiempo en una lenta pero significativa descampesinización de la zona rural.
Dicho proceso de asalaramiento se realiza con mayor intensidad, con la compra de tierras a los campesinos, es decir, mientras existía ausencia de compañías mineras, los campesinos practicaban entre sí, con mayor énfasis, la reciprocidad andina, el intercambio y el trueque. Al mismo tiempo que en el proceso productivo predominaba la lógica social y NO la lógica económica; vendiendo parte de su cosecha por necesidad antes que por excedente productivo. Pero el pago monetario que los campesinos empiezan a recibir ya sea por la tierra o por trabajo da inicio a este proceso de asalaramiento. Posteriormente FONCODES, algunas ONGs y más tarde A trabajar Rural realizan pagos monetarios a cambio de obras de infraestructura y de conservación de suelos, con lo cual se completa la conversión del campesino en asalariado. Hemos dicho “con mayor intensidad”, puesto que este proceso de asalaramiento proviene desde mucho antes, se puede decir, con la llegada de la transnacional Nestlé en 1940, aspecto que también da inicio a la sustitución lenta de la agricultura por la ganadería.
En la actualidad el proceso de asalaramiento se ha intensificado por las transnacionales mineras: primero, porque existe una condición planteada por la propia población rural, cual es la de exigir trabajo a las mineras a cambio de un salario, no importando sí éste es alto regular o bajo, la condición es obtener un salario y eso basta. Por su parte, las Compañías saben que de la atención a esta demanda depende su buena o mala imagen al interior de las comunidades impactadas directamente por la actividad minera. El segundo aspecto radica en una pésima estrategia, empleada por las transnacionales usada para intervenir con éxito en tal o cual ámbito minero. Esta estrategia consiste en exigir a la población campesina a que constituyan empresas, principalmente de servicios de transporte y en pocos casos de abastecimiento. Tal exigencia a llevado a que hoy en día proliferen gran cantidad de empresas en la zona rural. Tal es así que sólo en Hualgayoc existen más de 150 pequeñas empresas, constituidas a exigencia principalmente de la minera Golf Field. En Cajamarca, existe gran número de estas empresas rurales, que han sido constituidas por exigencia de Minera Yanacocha. Ahora, bien, ¿Es tan fácil constituir una empresa en la zona rural, de las características que sugieren las transnacionales mineras? Sí. Primero, los campesinos son conminados u obligados a vender sus tierras a las propias mineras y con el dinero obtenido deben comprar camionetas 4 x 4 o Custers; luego deben elaborar su acta de constitución, elevarlo a escritura notarial e inscribirse en los Registros Públicos, ya sea como empresa individual de responsabilidad limitada, o como una empresa colectiva o asociada. Cumplidos estos requisitos se inicia la demanda de trabajo o la exigencia a la mina para que cumpla con el trabajo ofrecido. El problema radica en que es imposible atender las demandas de todas las empresas rurales, más aún cuando el hecho de exigir la constitución de empresas para la obtención de trabajo sólo fue una estrategia de la empresa, usada para lograr intervenir plenamente en el ámbito minero; además, de que las empresas rurales deben competir entre sí y entre otras empresas externas de mayor envergadura para obtener la licitación u oferta de empleo.
Por un momento, esta tendencia de proliferación de empresas rurales, influenciadas por las transnacionales mineras, nos hizo pensar que el proceso no es la transformación de campesino en asalariado, es decir, en obrero o empleado, sino la transformación del campesino en empresario, vale decir en capitalista. Sin embargo, la lógica de la historia nos confirma que pese a todo y sea en el corto, mediano o largo plazo, la tendencia, salvo casos aislados, es una sola: la transformación del campesino en asalariado. Esto, inevitablemente tiene que ser así, puesto que: por un lado las transnacionales mineras son temporales, y los minerales son no renovables, por lo tanto, tarde o temprano tienen que irse; el otro aspecto es la imposibilidad de que todas estas empresas rurales obtengan trabajo o empleo de las mineras, provoca su insostenibilidad en el tiempo y en el espacio, pues muchos campesinos “empresarios” empezarán a vender sus camionetas y Custers y luego emigrarán a las ciudades a iniciar un negocio o buscar un empleo o trabajo para poder sobrevivir. Pero el problema social, que debe ser preocupante para las transnacionales son los probables y grandes e incontrolables conflictos que van a surgir: Muchas comunidades y caseríos luchando por recuperar sus tierras, mientras que otras comunidades y caseríos exigiendo trabajo.
Dicho esto, debe quedar claro que los conflictos sociales no sólo son generados por “ambientalistas revoltosos” o por quienes no quieren el desarrollo. Los verdaderos conflictos sociales, que ya están surgiendo, son generados por las mismas transnacionales, precisamente al emplear estrategias que son efectivas para el corto plazo pero que a la larga serán causa inevitable de los conflictos. Es lo que va suceder con la mala estrategia de exigir la proliferación de empresas en el medio rural, con el argumento del “trabajo o el empleo seguro”, expectativa que realistamente no es posible satisfacer en su totalidad. Por otro lado, es una pésima actitud de algunos “empresarios rurales” que mientras las mineras les otorga trabajo o participan con sus pequeñas empresas prestando servicios, elogian a estas transnacionales y no les importa el daño que causan al ambiente ni a los recursos naturales, ni piensan en el resto de población; pero, cuando les cancelan los contratos o no les dan el trabajo o el empleo, inmediatamente se cuelgan de la población para tener fuerza en sus reclamos.
Finalmente, dejamos constancia que el proceso de transformación del campesino en asalariado, planteado en el presente artículo, constituye un tema de debate académico y de investigación para las ciencias sociales, principalmente para la sociología, aún cuando sabemos que en nuestro país no se estimula las investigaciones sociales. Desde esta perspectiva es una importante hipótesis de trabajo, que alguien tiene que asumirlo. La razón es que el proceso de asalaramiento rural, que está siendo intensificado actualmente, será la causa de muchos problemas sociales y económicos en el mediano y en el largo plazo. Tales problemas serán manifestados en: altas tasas de emigración campo – ciudad, descuido total de la agricultura y la ganadería, crecimiento acelerado de la población urbana, fuerte demanda de servicios básicos, demanda de empleo, delincuencia común, conflictos sociales, etc. agregados, obviamente, a los que ya existen. Lamentablemente, muchas transnacionales mineras, principales generadoras del proceso, seguramente ya no estarán en Cajamarca ni en nuestro país, para soportar los enormes problemas sociales que derivaron del hecho de transformar a los campesinos en asalariados, o mejor dicho en personas que no tienen más que su fuerza de trabajo para vender.
En el Perú, especialmente en las serranías alto andinas vienen operando mas de 30 empresas mineras, la mayoría de ellas transnacionales. Estas, además de haber generado procesos ya conocidos como: deterioro del medio ambiente, contaminación, corrupción, delincuencia común, prostitución, encarecimiento de bienes inmuebles y acumulación de riqueza; están generando otro proceso social, escasamente percibido y considerado en los debates ambientalistas, gremiales, políticos y académicos: Nos referimos al proceso de transformación del campesino en asalariado. Sin embargo, cabe reconocer que no sólo las transnacionales y empresas privadas vienen impulsando este proceso, también el Estado mismo, mediante Entidades como FONCODES, A trabajar Urbano y Rural y a través del modelo económico neoliberal viene contribuyendo al proceso, al igual que algunas ONGDs.
Cajamarca, por ejemplo, hasta 1990, se caracterizaba por ser una región predominantemente agrícola y ganadera con una producción en pequeña escala, de auto-subsistencia y basada en el trabajo familiar y con una población que hasta el día de hoy, es predominantemente rural, con el 75 % de ella distribuida a lo largo y ancho del territorio rural. Así, pues, la agricultura y la ganadería, descuidadas por el Estado, eran la actividad por excelencia, de la cual subsistía no sólo la población rural sino, también, la población urbana. Quizá hasta aquella fecha, se puede decir, junto con Raimondy, el departamento de Cajamarca era un “mendigo sentado en un banco de oro”. Pero, hoy, ese “banco” está siendo llevado de a pocos, por las compañías mineras y todo indica que Cajamarca continuará siendo un mendigo al igual que el resto del país ya no sentado en un banco de oro sino sentado sobre un montón de desechos químicos, cerros artificiales y fuerte presencia de conflictos sociales.
A partir de 1990, se consolida el modelo económico neoliberal y se abren las puertas de par en par a la inversión privada, la misma que apunta a los diversos yacimientos mineros del país, de la cual Cajamarca no es la excepción. Tal es así que, en 1993 inician su llegada a la región del Cumbe, varias transnacionales mineras, entre éstas la Newmont Mining Corporation, hasta que en la actualidad existen más de 20 compañías mineras y se estima que el 70 % del territorio cajamarquino tiene denuncios mineros, estando algunos distritos denunciados el 100 % de su territorio. El problema es que este proceso de intervención minera, además de haber generado los procesos harto conocidos, ha modificado la estructura socio-económica y cultural de la población, siendo una de sus manifestaciones el inicio de un proceso de asalaramiento rural, que deriva al mismo tiempo en una lenta pero significativa descampesinización de la zona rural.
Dicho proceso de asalaramiento se realiza con mayor intensidad, con la compra de tierras a los campesinos, es decir, mientras existía ausencia de compañías mineras, los campesinos practicaban entre sí, con mayor énfasis, la reciprocidad andina, el intercambio y el trueque. Al mismo tiempo que en el proceso productivo predominaba la lógica social y NO la lógica económica; vendiendo parte de su cosecha por necesidad antes que por excedente productivo. Pero el pago monetario que los campesinos empiezan a recibir ya sea por la tierra o por trabajo da inicio a este proceso de asalaramiento. Posteriormente FONCODES, algunas ONGs y más tarde A trabajar Rural realizan pagos monetarios a cambio de obras de infraestructura y de conservación de suelos, con lo cual se completa la conversión del campesino en asalariado. Hemos dicho “con mayor intensidad”, puesto que este proceso de asalaramiento proviene desde mucho antes, se puede decir, con la llegada de la transnacional Nestlé en 1940, aspecto que también da inicio a la sustitución lenta de la agricultura por la ganadería.
En la actualidad el proceso de asalaramiento se ha intensificado por las transnacionales mineras: primero, porque existe una condición planteada por la propia población rural, cual es la de exigir trabajo a las mineras a cambio de un salario, no importando sí éste es alto regular o bajo, la condición es obtener un salario y eso basta. Por su parte, las Compañías saben que de la atención a esta demanda depende su buena o mala imagen al interior de las comunidades impactadas directamente por la actividad minera. El segundo aspecto radica en una pésima estrategia, empleada por las transnacionales usada para intervenir con éxito en tal o cual ámbito minero. Esta estrategia consiste en exigir a la población campesina a que constituyan empresas, principalmente de servicios de transporte y en pocos casos de abastecimiento. Tal exigencia a llevado a que hoy en día proliferen gran cantidad de empresas en la zona rural. Tal es así que sólo en Hualgayoc existen más de 150 pequeñas empresas, constituidas a exigencia principalmente de la minera Golf Field. En Cajamarca, existe gran número de estas empresas rurales, que han sido constituidas por exigencia de Minera Yanacocha. Ahora, bien, ¿Es tan fácil constituir una empresa en la zona rural, de las características que sugieren las transnacionales mineras? Sí. Primero, los campesinos son conminados u obligados a vender sus tierras a las propias mineras y con el dinero obtenido deben comprar camionetas 4 x 4 o Custers; luego deben elaborar su acta de constitución, elevarlo a escritura notarial e inscribirse en los Registros Públicos, ya sea como empresa individual de responsabilidad limitada, o como una empresa colectiva o asociada. Cumplidos estos requisitos se inicia la demanda de trabajo o la exigencia a la mina para que cumpla con el trabajo ofrecido. El problema radica en que es imposible atender las demandas de todas las empresas rurales, más aún cuando el hecho de exigir la constitución de empresas para la obtención de trabajo sólo fue una estrategia de la empresa, usada para lograr intervenir plenamente en el ámbito minero; además, de que las empresas rurales deben competir entre sí y entre otras empresas externas de mayor envergadura para obtener la licitación u oferta de empleo.
Por un momento, esta tendencia de proliferación de empresas rurales, influenciadas por las transnacionales mineras, nos hizo pensar que el proceso no es la transformación de campesino en asalariado, es decir, en obrero o empleado, sino la transformación del campesino en empresario, vale decir en capitalista. Sin embargo, la lógica de la historia nos confirma que pese a todo y sea en el corto, mediano o largo plazo, la tendencia, salvo casos aislados, es una sola: la transformación del campesino en asalariado. Esto, inevitablemente tiene que ser así, puesto que: por un lado las transnacionales mineras son temporales, y los minerales son no renovables, por lo tanto, tarde o temprano tienen que irse; el otro aspecto es la imposibilidad de que todas estas empresas rurales obtengan trabajo o empleo de las mineras, provoca su insostenibilidad en el tiempo y en el espacio, pues muchos campesinos “empresarios” empezarán a vender sus camionetas y Custers y luego emigrarán a las ciudades a iniciar un negocio o buscar un empleo o trabajo para poder sobrevivir. Pero el problema social, que debe ser preocupante para las transnacionales son los probables y grandes e incontrolables conflictos que van a surgir: Muchas comunidades y caseríos luchando por recuperar sus tierras, mientras que otras comunidades y caseríos exigiendo trabajo.
Dicho esto, debe quedar claro que los conflictos sociales no sólo son generados por “ambientalistas revoltosos” o por quienes no quieren el desarrollo. Los verdaderos conflictos sociales, que ya están surgiendo, son generados por las mismas transnacionales, precisamente al emplear estrategias que son efectivas para el corto plazo pero que a la larga serán causa inevitable de los conflictos. Es lo que va suceder con la mala estrategia de exigir la proliferación de empresas en el medio rural, con el argumento del “trabajo o el empleo seguro”, expectativa que realistamente no es posible satisfacer en su totalidad. Por otro lado, es una pésima actitud de algunos “empresarios rurales” que mientras las mineras les otorga trabajo o participan con sus pequeñas empresas prestando servicios, elogian a estas transnacionales y no les importa el daño que causan al ambiente ni a los recursos naturales, ni piensan en el resto de población; pero, cuando les cancelan los contratos o no les dan el trabajo o el empleo, inmediatamente se cuelgan de la población para tener fuerza en sus reclamos.
Finalmente, dejamos constancia que el proceso de transformación del campesino en asalariado, planteado en el presente artículo, constituye un tema de debate académico y de investigación para las ciencias sociales, principalmente para la sociología, aún cuando sabemos que en nuestro país no se estimula las investigaciones sociales. Desde esta perspectiva es una importante hipótesis de trabajo, que alguien tiene que asumirlo. La razón es que el proceso de asalaramiento rural, que está siendo intensificado actualmente, será la causa de muchos problemas sociales y económicos en el mediano y en el largo plazo. Tales problemas serán manifestados en: altas tasas de emigración campo – ciudad, descuido total de la agricultura y la ganadería, crecimiento acelerado de la población urbana, fuerte demanda de servicios básicos, demanda de empleo, delincuencia común, conflictos sociales, etc. agregados, obviamente, a los que ya existen. Lamentablemente, muchas transnacionales mineras, principales generadoras del proceso, seguramente ya no estarán en Cajamarca ni en nuestro país, para soportar los enormes problemas sociales que derivaron del hecho de transformar a los campesinos en asalariados, o mejor dicho en personas que no tienen más que su fuerza de trabajo para vender.
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