miércoles, junio 17, 2009

PARA COMPRENDER EL MOVIMIENTO NATIVO




Por Sociólogo: Avelino Zamora Lingán

El enfrentamiento entre policías y nativos del 5 de junio ya constituye un hecho que la historia nacional, latinoamericana y porqué no decirlo mundial, registrará inevitablemente no sólo por la cantidad de muertos y heridos producidos en ambos lados, también por el significado sociológico que encierra dicho acontecimiento. Es desde esta perspectiva que deja de ser un hecho cualquiera, de aquellos que se dan en la cotidianidad social, para pasar a ser un hecho social, que necesita explicarlo en las siguientes líneas:

En primer lugar hay que entender que, desde la perspectiva ajena al idealismo, las sociedades, cualquiera que éstas sean, están inevitablemente divididas en dos grandes clases sociales, de las cuales una de ellas es dominante o hegemónica y la otra es dominada o subordinada; y al interior de cada clase social existen una diversidad de grupos sociales, etnias, hasta llegar al primer eslabón que es la familia. Cabe señalar que en el Perú, tanto clases y grupos sociales, etnías y familia se estructuraron durante el proceso histórico el cual fue marcado por grandes culturas o sistemas sociales: Inca, pre-inca, colonial y republicana. De estas culturas se puede afirmar que las dos primeras son culturas originales, naturales o nativas; mientras que a partir de la llegada de los colonizadores españoles en 1532 se impone la mal llamada cultura “universal” o “superior” a costa del menosprecio y hasta de la extinción de las culturas nativas pre-inca e inca. La misma suerte corre la base o estructura económica productiva correspondiente a estas civilizaciones naturales.

Han pasado cerca de 500 años para que la cultura occidental, traída del viejo mundo se consolide como cultura dominante no sólo en Perú sino en todo el continente americano mientras que las culturas nativas, que perduraron y predominaron miles de años, han sabido sobrevivir hasta ahora pero en condición de dominadas, subordinadas y en muchos casos como resultado de una simbiosis, vale decir de un ocultamiento detrás de la cultura occidental para poder sobrevivir hasta nuestros días.

Pero, ¿porqué hemos hablado de cultura hasta aquí? Porque lo que ocurre con los nativos amazónicos, con los campesinos, con el pueblo peruano en general, es decir con la clase social dominada va más allá de la lógica económica y productiva, inherente al modelo neoliberal predominante; pues el hecho social en concreto, vale decir, el enfrentamiento entre nativos y policías, que a propósito no es el primero, tampoco será el último, no es más que expresión de la lógica sociocultural e ideológica dominante, engendrada desde la época de la colonia, primero con los colonizadores, luego con los criollos y ahora con los grupos de poder económico y político republicanos. En este contexto, la agresión a los nativos no es un hecho casual, aislado o producto de una circunstancia. No es que a la policía se “le haya ido el conflicto de las manos” o a la incapacidad y mediocridad de los gobernantes de turno, como se suele decir desde el sector oficial, pues desde una perspectiva objetiva y analítica el hecho responde a la lógica cultural dominante y a los grandes intereses económicos de las transnacionales y los grupos de poder locales.

Ahora bien, es importante explicitar la principal diferencia de la cultura occidental o dominante y la cultura dominada o nativa: Para ello lo hacemos desde los conceptos o la concepción de cada una de ellas sobre la naturaleza. Como se sabe el motivo del conflicto entre nativos y Estado es la tierra, el agua, la vegetación o la naturaleza en general. Los conceptos que ambas culturas tienen sobre estos elementos son absolutamente opuestos. Así, para el hombre dominado por la cultura occidental y más aún para el dominado por el afán de lucro económico, la tierra, el agua, la vegetación son simplemente recursos insensibles los cuales tienen valor únicamente en la medida que el hombre los explote; mientras que para los nativos, para los campesinos en general, tales elementos son “personalizados”, y por lo tanto tienen vida al igual que un ser humano. En la cultura andina, el hombre dialoga con la naturaleza, no sólo vive en ella y vive de ella, sino que es parte de ella, es decir Hombre –naturaleza han establecido, desde que el Hombre tiene conciencia de sí mismo, una relación dialéctica, por lo cual el Hombre no podría vivir sin la naturaleza ni la naturaleza tendría sentido sin la presencia del ser humano. Esto es lo que no puede o es imposible de entenderse dentro de la cultura occidental, y más aún en una cultura influida fuertemente por el urbanismo y por la lógica económica neoliberal.

En la cultura andina - dice Eduardo Grillo, en el libro “Agua y Agricultura Andina” – la naturaleza es concebida como un animal, por lo tanto resulta sensible y domesticable, no como en la cultura occidental que es concebida como un mecanismo insensible y desechable luego de usarse. De allí esta relación peculiar del Hombre con la flora, la fauna, el suelo, el agua, como partes integrantes de un todo, en el que él mismo está incluido. Por el contrario en la sociedad occidental y cristiana, sociedad y naturaleza se oponen la una y la otra.

En este contexto, el predominio e influencia de la cultura occidental es uno de los principales obstáculos para que la democracia funcione tal como exige su significado, es decir para que la participación ciudadana en el poder o en el gobierno se ejerza a plenitud. Pues muchos de los sectores sociales y en general el pueblo o la clase dominada es excluida de la participación política, económica, social, etc. Entre estos sectores obviamente están los pueblos rurales, en particular los pueblos indígenas y nativos. El Estado, la clase política oficial y la clase dominante en general, escasamente reconoce la existencia de estos pueblos, no llega a sus territorios, o llega sólo en época de campaña electoral; no les otorga servicios básicos: Luz, agua, vivienda, salud, alcantarillado, educación, etc. Por lo tanto estos pueblos son obligados a vivir y convivir únicamente con la naturaleza. Es por ello que la naturaleza, dentro de ella la tierra, el agua, la fauna, la flora, etc. son sustento diario, son su vida y si alguien extraño, foráneo ajeno a los grupos étnicos, se atreve a destruir y contaminar la naturaleza, son capaces de defenderlo hasta con su vida. Sin embargo, no sólo los nativos, los indígenas los campesinos viven de la naturaleza, también los citadinos, las poblaciones urbanas vivimos del agua, la tierra, la vegetación, etc.; pero, dominados por la cultura occidental, generalmente nos mostramos indiferentes y apáticos a su destrucción y contaminación.

Estudios indican que en el Perú existe un total de 72 etnias, de las cuales 7 corresponden al área andina y 65 a la zona amazónica , las cuales agrupan en 14 familias lingüísticas indígenas. Los grupos indígenas caracterizan a la población o a los pueblos indígenas que a 1993 ascendían aproximadamente a 7’805,903 (representando el 35 % de la población total) de los cuales 7’505975 96.2 ( 96.2 %) y nativos 299,218 (3.8%) Los pueblos indígenas del Perú están organizados mayoritariamente en 5,666 comunidades campesinas y 1265 comunidades nativas amazónicas inscritas. De acuerdo a la misma fuente las comunidades campesinas ocupan una extensión superficial de 16’706,952.75 Hectáreas y agrupan a 1’041,587 familias; mientras que las comunidades nativas ocupan una extensión superficial de 9269,332.31 hectáreas y agrupan a 45,791 familias. (Cifras extraídas del Texto “Estado del Arte y del Derecho Consuetudinario”, del autor Fernando Silva Cerdán, PROJUR, Pág. 32 y 33)

Finalmente, la exclusión social, económica y, sobre todo, política, de la cual somos objeto la gran mayoría de peruanos, entre los cuales están los nativos e indígenas, se refleja en los siguientes aspectos: por un lado la gran despolitización del pueblo peruano, con cifras que llegan a más del 90 % de la población, es decir, la gran mayoría de peruanos no están articulados a la política o a ninguna agrupación política, lo cual no constituye una virtud sino un gran defecto, puesto que un pueblo despolitizado es objeto de fácil desorganización, manipulación, explotación y engaño y perdida de su identidad cultural.
Por otro lado, se refleja en las frases del gobernante de turno, quien aludiendo a los nativos amazónicos, expresó: “Esas personas NO SON CIUDADANOS DE PRIMERA CLASE, 400 mil nativos no le van a decir a 28 millones de peruanos no vengan por aquí” (Frases expresadas en Junio del 2009). La Pregunta es ¿Quiénes son los ciudadanos de primera clase en el Perú? ¿Acaso estas frases, expresadas por un gobernante, no constituyen una apología al conflicto social entre peruanos? Creo, sin temor a equivocarme, que muchas veces los enemigos de la democracia, como siempre suelen decir desde el sector oficial, son los propios gobernantes de turno o los llamados “padres de la patria” y no los pueblos que luchan por un poquito más de INCLUSIÓN SOCIAL.


Escrito: 15 de junio del 2009

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