“Vivimos
tiempos anti-civilizatorios de una profunda crisis material y moral; de una
violencia caótica y depredadora de apariencia demencial pero fríamente
planificada; de cínicas “intervenciones humanitarias” y guerras mercantilistas
recolonizadoras; de nuevos genocidios y ecocidios signados por el despojo y la
privatización transnacional; de pugnas geopolíticas entre fracciones
imperialistas que, presas de una dialéctica infernal y obscena, exhiben la
barbarie corporativa sistémica de la civilización burguesa de comienzos del siglo
XXI; tiempos de terrorismo mediático. Sobrevivimos en un mundo sumergido en un
proceso de peligrosa involución civilizadora que, tendencialmente, podría
derivar en una nueva conflagración entre potencias
capitalistas de consecuencias catastróficas” (Cita textual del libro de
Camilo Valqui “Marx Vive: Derrumbe del Capitalismo, Complejidad y Dialéctica de
una totalidad violenta”)
Por Sociólogo:
Avelino Zamora Lingán
Quien no recuerda cuando el
imperio yanqui invadió a Irak, previamente generó o mejor dicho “preparó” a la
opinión pública mundial a través de una serie de mega mentiras como lo de las “armas químicas”, “armas nucleares”,
“Irak, nación peligrosa para el mundo libre” “Sadán Hussain es el demonio, el
satán”, etc., etc. difundido obviamente por los monopolizados instrumentos
mediáticos occidentales. De tal manera que una vez que llegó el día “D” o la
“hora cero”, “todo el mundo”, junto con el líder imperialista a la cabeza,
justificaba la invasión y las miles de muertes causados por ella. Es como si a
la población le hubiesen insertado un chip electrónico en su cerebro, para que
repita lo que los instrumentos mediáticos le van diciendo todos los días, a
través de sus titulares de portada. Posteriormente, como ya todo el mundo
conoce, los peritos de las Naciones Unidas, se dedicaron a buscar “los
arsenales de armas químicas y nucleares” y aún no lo encuentran ni lo
encontrarán porque sólo fue un sueño o un invento del imperio, personalizado en
ese entonces por Mister Bush para invadir al pequeño Irak.
El mismo formato
imperialista se aplica para invadir Afganistán, Corea del Norte y ahora Siria y
quien sabe, en el futuro tal vez sea Perú, o cualquier otro país, que no
comulgue con la línea política del país que se autodenomina gendarme mundial y
“libertador”. Entonces, la estrategia guerrerista de Estados Unidos es harto
conocida y, de acuerdo a mi modesto punto de vista, se resume en cuatro pasos:
primero, preparación a la opinión pública mundial a través de una serie de
psicosociales respecto al país víctima de una próxima invasión; segundo, poner
a la población en contra de su propio presidente, el mismo que para el imperio
es “el dictador”, “el demonio”, “el régimen que mata a su pueblo”, “el régimen
que apoya a terroristas”, etc., etc.; el tercer paso consiste en la persuasión
a los organismos internacionales y a los países que obviamente son sus aliados,
por no decir sus marionetas a los cuales los utiliza para hacer mancha y así
atacar a la nación “predestinada” a ser la víctima del imperio; y, el cuarto
paso es el ataque o la invasión militar, el mismo que deja mayor cantidad de
víctimas mortales que el “régimen” o “dictador” al cual ha decidido atacarlo:
Esto es, sí “el dictador” tiene 500 muertos en su haber, el ataque de “el
libertador” mata a 2,000; si el “dictador mata a 1,000 el ataque del libertador
mata 5,000; si el dictador mata 2000, el libertador mata a 10,000 y así
sucesivamente. ¡Una lógica absurda del imperialismo norteamericano, que utiliza
tan sólo para satisfacer su voracidad incontenible de acumulación capitalista y
de pretensiones re-colonialistas!!
En este contexto, el
comportamiento de Estados Unidos no debe extrañar, puesto que ya a inicios del
siglo veinte empieza una política internacional de rapiña, es decir, una
política orientada a construir el Nuevo Orden Mundial, donde el amo y señor sea
el país del Tío Sam. Según Rubén Ramos, sociólogo, autor del libro “La
Educación en América Latina: Enfoque desde la institucionalidad del orden
mundial capitalista” Un primer antecedente histórico del surgimiento de la
institucionalidad del y para el nuevo orden mundial, lo constituye el discurso
de “Los 14 puntos” del presidente Woodrow Wilson redactado al final de la
Primera Guerra Mundial. Aquí el ex-mandatario hace un llamado a las naciones
europeas en conflicto para que detengan el fuego y den paso a la reconstrucción
del continente. Pronunciado en el Congreso de su país el 08 de enero de 1918,
advertía la conformación de un nuevo
orden mundial que aseguraba el control absoluto de los mares por parte de EEUU,
la inexistencia de barreras económicas para la expansión de su comercio, y el
rol de gendarme mundial a través de la “sociedad de naciones” (Wilson, 1918).
En la misma línea de
consolidar un nuevo orden mundial, dan nacimiento a dos agentes internacionales
que tienen fuerte influencia en la vida socioeconómica del resto de países. Nos
referimos al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, entidades que
tiene a muchas naciones entre la espada y la pared, a través de deudas
internas, impagables desde el punto de vista: moral, económico, social y
político. Es así, también como lo plantea el sociólogo Rubén Ramos: “…la firma de la “Carta del Atlántico” en la
que Inglaterra y los Estados Unidos expresaban su voluntad hegemónica
compartida, tuvo lugar la “Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones
Unidas”, realizada en el complejo hotelero de Bretton Woods, en New Hampshire,
entre el 01 y el 22 de julio de 1944. Aquí se dio nacimiento a la
institucionalidad oficial básica para la consolidación del nuevo orden mundial después de la II guerra mundial. El Poder
norteamericano estableció las reglas para las relaciones comerciales y
financieras entre los países del mundo. Se crearon el Banco Mundial (BM) y
el Fondo Monetario Internacional (FMI), y se determinó el uso del dólar como
moneda internacional. El BM y el FMI empezaron a controlar las políticas del
mundo a partir de 1946, en todos los órdenes de la vida social”. A esto
se suman otros dichos y hechos como “América para los americanos”, las diversas
invasiones a una serie de países a lo largo del siglo veinte, la promoción de
golpes de estado allí donde los regímenes no comulgan con la política
imperialista, el apoyo militar y económico a regímenes dictatoriales de América
Latina o de cualquier otro país del planeta, siempre y cuando tales dictaduras,
como la de Pinochet, Strosner, Videla, Morales Bermúdez, etc. Todo esto
configura a Estados Unidos como un país que va más allá de ser imperialista
para consolidarse como neocolonialista.
Muchos se preguntarán ¿Por
qué en pleno siglo XXI es posible que aún existan naciones que promueven y
apoyan políticas neocolonialistas o imperialistas? Y, en ese mismo sentido
¿porqué existen naciones que apoyan invasiones, ataques a otras naciones, como
en el caso de Irak, Corea, Afganistán y ahora Siria, en nombre de una falsa
libertad y democracia? ¿Acaso ya se borraron de los diccionarios los conceptos
de libre determinación de los pueblos, soberanía, nación, autonomía y dignidad?
Aunque cabe aclarar más que naciones que apoyan políticas imperialistas,
neocolonialistas, etc., debemos decir que son las clases gobernantes, quienes
deciden, por encima de la voluntad de los pueblos, convertirse en marionetas o
títeres de los gobernantes imperialistas. Creo que aquí radica la razón del
porqué muchos políticos neoliberales y gobernantes de turno sostienen muy
alegremente que “hoy ya no deben existir fronteras, ni económicas, ni
políticas, ni sociales, porque somos una sola aldea global”; “tampoco deben
existir otros sistemas económicos, otras ideologías u otras doctrinas
políticas, que no sean, obviamente, las del neoliberalismo y del capitalismo
salvaje”. Es pues el chip electrónico que el imperialismo implanta en los
cerebros de la clase política, sea de derecha o de la izquierda domesticada,
para que así se consolide ese nuevo orden mundial o aldea global donde el único
amo, señor y supremo, hacedor de todos los destinos de las naciones en el
planeta tierra, sea Estados Unidos, o mejor dicho sean un pequeño grupo de
magnates y multimillonarios, de quienes su único objetivo es acumular
vorazmente capital, a costa de la manipulación grosera a los pueblos del mundo
y de la gran corrupción que hoy en día constituye el cáncer de los
pueblos.
En este contexto es que hoy
nuevamente recorre la sombra de Irak en Siria y suenan los tambores de guerra
del imperialismo, poniendo así a todo el mundo preocupado, al borde de una
psicosis colectiva, que está a la espera de la hora en la que el monstruo mayor
y los mostritos escupan su fuego mortal que, según ellos, eliminará al
“dictador que mata a su pueblo”, pero que en realidad tal ataque dejará a su
paso miles o quizá millones de víctimas inocentes entre niños, ancianos,
hombres y mujeres. No obstante, algo de luz se divisa en el túnel: Esta vez, a
diferencia del escenario que se presentó en la invasión a Irak, donde Míster
Bush, el amo mayor de Estados Unidos, encontró el absoluto respaldo de muchas
naciones occidentales, incluido Rusia y de China, además de organismos
internacionales como las Naciones Unidas; hoy lo están dejando sólo, para que
se lance a su aventura genocida. Y, ¿Cuál es el argumento principal para que se
resistan a apoyar o participar en la invasión y genocidio en Siria?
Simplemente, que Estados Unidos hasta
ahora no presenta pruebas fehacientes de que haya sido el régimen de Bashar
All Assad, quien ordenó el uso de armas químicas. Es el argumento que, por
ejemplo, el parlamento Británico, puso en el tapete para negar el apoyo a
Estados Unidos en su guerra contra Siria. No hay duda de que si ha existido uso
de armas químicas en la guerra civil de Siria, las mismas que han causado
numerosas víctimas mortales, pero, quien los ha utilizado no habría sido el
régimen, sino los “rebeldes” o el llamado benévolamente “grupo opositor”, a
quien precisamente apoya Estados Unidos con armamento. Este grupo llamado
“rebelde” u “opositor” por los países y medios de comunicación occidentales
opera clandestinamente, con métodos terroristas, porque utiliza coches bomba,
generando atentados contra entidades estatales, sin embargo, ahí sí Estados
Unidos y sus medios monopolizados occidentales no utilizan el término
“terrorista” y por el contrario son “los rebeldes” o simplemente “los
opositores”. En cambio, cuando no conviene a sus sagrados intereses económicos,
son calificados de “terroristas” hasta quienes luchan por su agua y en contra
del saqueo de sus recursos naturales.
En fin, como diríamos en el
argot popular, aparentemente el negrito Obama (quien a propósito es probable
que descienda de esclavos) ya se chupó, al ver que su aventura guerrerista no
recibe el apoyo ni de su propio pueblo, menos de los pueblos del mundo, tampoco
lo recibe del papa y de varios organismos internacionales, se ha visto obligado
a lanzar señales de que quiere “postergar” el ataque a Siria, sugiriendo más
bien una solución diplomática, aunque sin dejar de lado los mensajes
amenazantes. Pese a esto, los sirios,
norcoreanos, afganistanos, iraníes, y, porqué no, todos los pueblos del mundo,
deberíamos estar atentos y alertas ante las intenciones del imperio, porque su
política internacional es neo colonizar o recolonizar a las naciones, dando
cumplimiento a su objetivo de construir ese nuevo orden mundial o esa aldea
global donde el país hegemónico sea los Estados Unidos. ¡Esta vez sí que
quedaron al desnudo las patrañas y farsas del Tío San que suele utilizar para
invadir países y adueñarse de sus recursos naturales!! Escrito: 10 de setiembre del 2013
1 comentario:
Comparto la opinion, de ustedes, quisera que si es que pudieran que me hagan llegar copia a mi correop electronico: lenriquezb@hotmail.com , para compartirlos con mis amigos; pues es muy interesante.
Atte,
Ing. Luis Enríquez
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