Sociólogo Avelino Zamora Lingán
Uno de los hechos
que ha revoloteado el gallinero cajacho o que más ha causado retortijones en
los cajamarquinos es el famoso besito de la reina del barrio El Estanco a un
alto funcionario de minera Yanacocha. ¿A cuantas reinas más les habrá picado el
bichito para besar a tan importante personaje? Sino que tal vez pudieron
controlar mejor sus impulsos y pensaron más en el respeto hacia ellas mismas y
al pueblo cajamarquino y por ello no lo hicieron. En fin, el pueblo está en
todo su derecho de especular sobre el beso de la reina, diciendo que ésta
habría recibido algún premio, por parte de la empresa o que la va ha recibir
posteriormente; que todo el barrio El Estanco o al menos el Comité de Carnaval
habría recibido alguna dadiva económica; que el presidente de la Junta Vecinal
estaría en negociaciones con la minera, etc. etc. En términos generales, la
conclusión del pueblo cajacho es que el beso de la reina no sería gratuito, ni
mucho menos espontáneo, lo que significa que habría sido un beso preparado,
planificado previamente. En todo caso, tanto la población cajamarquina como el
autor de estas líneas, esperamos una pronta y coherente explicación de parte de
las autoridades o de la propia “reina” de tan importante barrio.
Ahora bien, de hecho, se ha configurado un ambiente de descontento popular,
especialmente con el corso carnavalesco y particularmente con el beso de la
reina, tanto como para ser catalogado como un “verdadero desastre”; sin
embargo, una mirada más global, es decir, a todos los actos carnavalescos del
presente año y a los de los últimos años, se puede decir, que tranquilamente
tales actos se hacen merecedores del calificativo “desastrosos”. Para no ser
demasiado retrospectivos, debemos decir que desde hace 20 años el carnaval
cajamarquino ha venido INVOLUCIONANDO a pasos agigantados, es decir que ha
venido empeorando cada vez más, siendo el mejor indicador de esto el carnaval
que acaba de transcurrir. Desde hace 20 años se viene escuchando lamentos,
quejidos, descontentos, golpes de pecho, lavadas de manos, oportunismo criollo
o de avivados respecto de los carnavales; del mismo modo desde hace 20 años se
viene escuchando y oyendo sobre malversaciones o apropiaciones ilícitas de los
fondos del carnaval, por parte de personajes de los barrios y del patronato,
etc. De tal manera que el descontento popular, respecto del carnaval, no es
nada nuevo, pues viene manifestándose año tras año luego de pasado las fiestas
del “vandalismo”; perdón, de las fiestas del carnaval. Pero, claro, si alguien
organizara un concurso de los más pésimos o desastrosos carnavales que se
realizan en Perú; y sobre los pésimos carnavales de Cajamarca realizados
durante los últimos 20 años, el del 2015 se lleva la medalla de oro, y encima
donada por Yanacocha.
Pero ¿Dónde está la raíz del mal? Al respecto, mi punto de vista es el
siguiente:
1. Hay que ubicarnos en el contexto social que predomina en el mundo y en el
Perú, del cual Cajamarca no escapa: Este contexto social se llama capitalismo
salvaje, en su versión globalizada y neoliberal. Como se sabe en este contexto
todo es mercantilizado. Todo se mira bajo la lógica “Tanto invierto, tanto
gano”. El resto es puro cuento.
2. El capitalismo salvaje no admite control estatal alguno, sobre todo cuando
se trata de economía o de dinero. De tal manera que las naciones, regiones,
departamentos, provincias, distritos y cuanto espacio geográfico se convierte
en verdaderas junglas los amos y señores son los capitalistas criollos o
extranjeros, que operan con un libertinaje insuperable, cual zorro dentro del
corral de gallinas, monoplizando, acaparando, corrompiendo y comprándolo todo,
incluso conciencias. En este contexto, la cultura, la identidad, los usos y
costumbres no sirven, son tirados al basurero de la historia, puesto que como
para todo capitalista, las tradiciones, las costumbres y la cultura de los
pueblos son obstáculos para la modernidad y el desarrollo, prácticas obsoletas
a las cuales hay que desecharlas o cubrirlas de supuestas innovaciones. El
carnaval no escapa a esta lógica del capitalismo salvaje en el cual estamos
inmersos.
3. Habrán notado ustedes, entonces, paisanos cajamarquinos, que desde que los
capitalistas se inmiscuyen (vale decir, minera Yanacocha, entre otros agentes
económicos), el carnaval de Cajamarca empezó a involucionar. A partir de allí,
fue algo como una maldición, porque, donde existe intromisión de estas grandes
empresas es muy probable de que casi todo salga mal o de que casi todo sea un
fracaso. Las fiestas carnestolendas son el mejor ejemplo de ello.
4. Y, es que el problema está en querer convertir algo que es expresión
cultural, costumbrista, tradicional, histórico en una simple actividad
económica, donde como se sabe una actividad económica se maneja con la única
lógica de la rentabilidad y ganancia. No se puede mezclar o confundir los
hechos culturales y costumbristas con la economía. Que yo sepa siempre se ha
dicho que el carnaval es una actividad cultural, es expresión cultural y la
cultura no tiene precio.
5. Si se considera a la festividad del carnaval bajo el criterio de “actividad
económica” entonces surge otro criterio ligado a ello: La oportunidad, que en
realidad deviene en oportunismo: Es allí, entonces, que la gran cantidad de
personas y personajes que se “involucran” en los carnavales, bajo el pretexto
de “organizadores” (como el famoso Patronato), al igual que muchos presidentes
de Comités de barrios, o presidentes de Juntas vecinales, ven en la realización
del carnaval, una oportunidad no para trabajar en función a mejorar y/o
desarrollar las expresiones culturales y costumbristas, sino pensando en cuanto
de la gran torta económica les va tocar.
6. Del mismo modo, a las empresas mineras que se entrometen en la organización
del carnaval o que "generosamente donan o auspician” algunos dólares o
soles, gracias a la “cultura de mendigo” de las autoridades y de los
Presidentes de Juntas Vecinales y de Presidentes de Comités de Carnaval, etc.
poco o nada les importa que el carnaval tenga éxito o que sea un medio de
expresión cultural o costumbrista; lo que se evidenciaría es un interés por
utilizarlo para construirse una buena imagen popular o rescatar la imagen
perdida por culpa de su irresponsabilidad social. Pero, también logran otro
objetivo: es el de dividir a la población cajamarquina, para debilitarlo más de
lo que ya está y así neutralizar las protestas sociales en contra de las actividades
mineras. El hecho mismo de que existan contentos con la forma de como se ha
realizado el carnaval y con la participación (intromisión) de la trasnacional y
descontentos de todo ello ya es un indicador de divisionismo en el seno del
pueblo.
7. Y, ¿A los jóvenes les interesa, en realidad el carnaval, como expresión
cultural, como costumbre, como tradición? Indudablemente que no. Al igual que
para los capitalistas o para el contexto global neoliberal que se está viviendo
en el mundo, el carnaval es obsoleto, la tradición es obsoleta. Los jóvenes
seguramente creen que el carnaval y otras festividades antiguas de los pueblos
son “cosa de viejos” y, hoy en día, lo viejo y lo nuevo parecen dos mundos
diferentes, donde la tendencia es desterrar todo lo viejo. Todo indicaría,
especialmente su comportamiento, que a los jóvenes les importa el carnaval en
la medida que constituye una oportunidad para hacer derroche de su energía,
para liberarse de sus tensiones o de su stress adquirido a través de su ensimismamiento
en las cabinas de internet, a través de los audífonos de los celulares o a
través de su ansiedad generada en medio de la sociedad de consumo. Los
movimientos juveniles sin ton ni son, la repetición (mismo disco rayado) de la
única copla vulgar y malcriada que se aprenden, el ruido ensordecedor que hacen
con la tarola, durante las noches y días del carnaval, son indicadores del real
desinterés de la juventud por los carnavales, por la cultura y por la
tradición. En fin, seguramente, los jóvenes y los organizadores del carnaval
quieren rebajar al carnaval a los niveles de simple y vulgar entretenimiento
tales como “Esto es Guerra”, “Combate”, “Yo mismo soy” “Bienvenida la Tarde” y
de cualquier otro programete farandulero de la Tv basura, de lo cual jóvenes y
adultos, mujeres y niños somos víctimas día a día.
En lugar de observar el “desastre” llamado carnaval de Cajamarca, estuve
observando por canal TV Perú, el concurso de comparsas del CARNAVAL de Ayacucho
el mismo que en realidad es para sacarse el sombrero y que sí merece haber sido
declarado, por la UNESCO, según se comenta, “Patrimonio Cultural de Ayacucho”.
Para empezar, las más de 80 comparsas danzan y cantan al son de instrumentos
como la mandolina, la guitarra, el violín, y la tinya (instrumento parecido a
la tarola) y por la pista por donde pasan los danzantes no cruza ni siquiera un
perro o gato, menos una sola persona; los miles de espectadores están
cómodamente y en absoluto orden sentados en ambos lados de las veredas; las
mujeres; los grupos de comparsas, hombres y mujeres llevan atuendos típicos,
modernos y antiguos, desde los pies a la cabeza; es más, las mujeres llevan un
pomo de talco y envuelto en el cuello una gran cantidad de serpentinas; hombres
y mujeres cantan hermosas y poéticas coplas alusivas al amor, la naturaleza y
el terruño. A propósito, se dice que en Ayacucho, el concurso de comparsas y el
resto de actividades se desarrollan en la plaza de armas la misma que es muy
hermosa, amplia y llena de motivos hechos de los mismos cipreses. Cada atuendo
o prenda, la forma de la misma, el color, la forma de la misma, tienen un
significado, el cual es explicado por historiadores y antropólogos, que están
comentando el carnavalesco evento. La pregunta ¿Acaso el pueblo ayacuchano, es
mas culto y educado que el pueblo cajamarquino?
“Cajamarca, capital del carnaval peruano”, es una frase que se viene escuchando
desde hace mucho tiempo y que algunos, como una especie de conformismo y
resignación lo dan por hecho tal afirmación. Sin embargo, si hasta hace 20 años
cuando el carnaval cajamarquino expresaba algo de la cultura, tradición y la
costumbre del pueblo cajacho, era mucho más vistoso, colorido y expresaba algo
de creatividad y sobre todo se expresaba mayor respeto y era organizado por los
barrios, con sus propios recursos económicos, no se logró que el gobierno o la
UNESCO declaren a Cajamarca como la “capital del carnaval peruano”, genera
serias dudas que, hoy que ha caído en la vulgaridad, la distorsión y a sido
convertido en una simple mercancía o en la mejor oportunidad para que unos
cuantos criollos o avivados hagan su agosto en febrero, sea declarado “capital
del carnaval peruano”. Pero no hay que perder las esperanzas, tal vez yendo de
crítica en crítica, de descontento en descontento, de desastre en desastre,
llegue aquel día en el cual se cumpla ese hermoso e inocente sueño
cajamarquino.
Escrito 17 de febrero
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