miércoles, febrero 18, 2015

EL BESO DE LA REINA





Sociólogo Avelino Zamora Lingán

Uno de los hechos que ha revoloteado el gallinero cajacho o que más ha causado retortijones en los cajamarquinos es el famoso besito de la reina del barrio El Estanco a un alto funcionario de minera Yanacocha. ¿A cuantas reinas más les habrá picado el bichito para besar a tan importante personaje? Sino que tal vez pudieron controlar mejor sus impulsos y pensaron más en el respeto hacia ellas mismas y al pueblo cajamarquino y por ello no lo hicieron. En fin, el pueblo está en todo su derecho de especular sobre el beso de la reina, diciendo que ésta habría recibido algún premio, por parte de la empresa o que la va ha recibir posteriormente; que todo el barrio El Estanco o al menos el Comité de Carnaval habría recibido alguna dadiva económica; que el presidente de la Junta Vecinal estaría en negociaciones con la minera, etc. etc. En términos generales, la conclusión del pueblo cajacho es que el beso de la reina no sería gratuito, ni mucho menos espontáneo, lo que significa que habría sido un beso preparado, planificado previamente. En todo caso, tanto la población cajamarquina como el autor de estas líneas, esperamos una pronta y coherente explicación de parte de las autoridades o de la propia “reina” de tan importante barrio. 

Ahora bien, de hecho, se ha configurado un ambiente de descontento popular, especialmente con el corso carnavalesco y particularmente con el beso de la reina, tanto como para ser catalogado como un “verdadero desastre”; sin embargo, una mirada más global, es decir, a todos los actos carnavalescos del presente año y a los de los últimos años, se puede decir, que tranquilamente tales actos se hacen merecedores del calificativo “desastrosos”. Para no ser demasiado retrospectivos, debemos decir que desde hace 20 años el carnaval cajamarquino ha venido INVOLUCIONANDO a pasos agigantados, es decir que ha venido empeorando cada vez más, siendo el mejor indicador de esto el carnaval que acaba de transcurrir. Desde hace 20 años se viene escuchando lamentos, quejidos, descontentos, golpes de pecho, lavadas de manos, oportunismo criollo o de avivados respecto de los carnavales; del mismo modo desde hace 20 años se viene escuchando y oyendo sobre malversaciones o apropiaciones ilícitas de los fondos del carnaval, por parte de personajes de los barrios y del patronato, etc. De tal manera que el descontento popular, respecto del carnaval, no es nada nuevo, pues viene manifestándose año tras año luego de pasado las fiestas del “vandalismo”; perdón, de las fiestas del carnaval. Pero, claro, si alguien organizara un concurso de los más pésimos o desastrosos carnavales que se realizan en Perú; y sobre los pésimos carnavales de Cajamarca realizados durante los últimos 20 años, el del 2015 se lleva la medalla de oro, y encima donada por Yanacocha. 
Pero ¿Dónde está la raíz del mal? Al respecto, mi punto de vista es el siguiente:
1. Hay que ubicarnos en el contexto social que predomina en el mundo y en el Perú, del cual Cajamarca no escapa: Este contexto social se llama capitalismo salvaje, en su versión globalizada y neoliberal. Como se sabe en este contexto todo es mercantilizado. Todo se mira bajo la lógica “Tanto invierto, tanto gano”. El resto es puro cuento. 
2. El capitalismo salvaje no admite control estatal alguno, sobre todo cuando se trata de economía o de dinero. De tal manera que las naciones, regiones, departamentos, provincias, distritos y cuanto espacio geográfico se convierte en verdaderas junglas los amos y señores son los capitalistas criollos o extranjeros, que operan con un libertinaje insuperable, cual zorro dentro del corral de gallinas, monoplizando, acaparando, corrompiendo y comprándolo todo, incluso conciencias. En este contexto, la cultura, la identidad, los usos y costumbres no sirven, son tirados al basurero de la historia, puesto que como para todo capitalista, las tradiciones, las costumbres y la cultura de los pueblos son obstáculos para la modernidad y el desarrollo, prácticas obsoletas a las cuales hay que desecharlas o cubrirlas de supuestas innovaciones. El carnaval no escapa a esta lógica del capitalismo salvaje en el cual estamos inmersos. 
3. Habrán notado ustedes, entonces, paisanos cajamarquinos, que desde que los capitalistas se inmiscuyen (vale decir, minera Yanacocha, entre otros agentes económicos), el carnaval de Cajamarca empezó a involucionar. A partir de allí, fue algo como una maldición, porque, donde existe intromisión de estas grandes empresas es muy probable de que casi todo salga mal o de que casi todo sea un fracaso. Las fiestas carnestolendas son el mejor ejemplo de ello. 
4. Y, es que el problema está en querer convertir algo que es expresión cultural, costumbrista, tradicional, histórico en una simple actividad económica, donde como se sabe una actividad económica se maneja con la única lógica de la rentabilidad y ganancia. No se puede mezclar o confundir los hechos culturales y costumbristas con la economía. Que yo sepa siempre se ha dicho que el carnaval es una actividad cultural, es expresión cultural y la cultura no tiene precio. 
5. Si se considera a la festividad del carnaval bajo el criterio de “actividad económica” entonces surge otro criterio ligado a ello: La oportunidad, que en realidad deviene en oportunismo: Es allí, entonces, que la gran cantidad de personas y personajes que se “involucran” en los carnavales, bajo el pretexto de “organizadores” (como el famoso Patronato), al igual que muchos presidentes de Comités de barrios, o presidentes de Juntas vecinales, ven en la realización del carnaval, una oportunidad no para trabajar en función a mejorar y/o desarrollar las expresiones culturales y costumbristas, sino pensando en cuanto de la gran torta económica les va tocar. 
6. Del mismo modo, a las empresas mineras que se entrometen en la organización del carnaval o que "generosamente donan o auspician” algunos dólares o soles, gracias a la “cultura de mendigo” de las autoridades y de los Presidentes de Juntas Vecinales y de Presidentes de Comités de Carnaval, etc. poco o nada les importa que el carnaval tenga éxito o que sea un medio de expresión cultural o costumbrista; lo que se evidenciaría es un interés por utilizarlo para construirse una buena imagen popular o rescatar la imagen perdida por culpa de su irresponsabilidad social. Pero, también logran otro objetivo: es el de dividir a la población cajamarquina, para debilitarlo más de lo que ya está y así neutralizar las protestas sociales en contra de las actividades mineras. El hecho mismo de que existan contentos con la forma de como se ha realizado el carnaval y con la participación (intromisión) de la trasnacional y descontentos de todo ello ya es un indicador de divisionismo en el seno del pueblo. 
7. Y, ¿A los jóvenes les interesa, en realidad el carnaval, como expresión cultural, como costumbre, como tradición? Indudablemente que no. Al igual que para los capitalistas o para el contexto global neoliberal que se está viviendo en el mundo, el carnaval es obsoleto, la tradición es obsoleta. Los jóvenes seguramente creen que el carnaval y otras festividades antiguas de los pueblos son “cosa de viejos” y, hoy en día, lo viejo y lo nuevo parecen dos mundos diferentes, donde la tendencia es desterrar todo lo viejo. Todo indicaría, especialmente su comportamiento, que a los jóvenes les importa el carnaval en la medida que constituye una oportunidad para hacer derroche de su energía, para liberarse de sus tensiones o de su stress adquirido a través de su ensimismamiento en las cabinas de internet, a través de los audífonos de los celulares o a través de su ansiedad generada en medio de la sociedad de consumo. Los movimientos juveniles sin ton ni son, la repetición (mismo disco rayado) de la única copla vulgar y malcriada que se aprenden, el ruido ensordecedor que hacen con la tarola, durante las noches y días del carnaval, son indicadores del real desinterés de la juventud por los carnavales, por la cultura y por la tradición. En fin, seguramente, los jóvenes y los organizadores del carnaval quieren rebajar al carnaval a los niveles de simple y vulgar entretenimiento tales como “Esto es Guerra”, “Combate”, “Yo mismo soy” “Bienvenida la Tarde” y de cualquier otro programete farandulero de la Tv basura, de lo cual jóvenes y adultos, mujeres y niños somos víctimas día a día. 
En lugar de observar el “desastre” llamado carnaval de Cajamarca, estuve observando por canal TV Perú, el concurso de comparsas del CARNAVAL de Ayacucho el mismo que en realidad es para sacarse el sombrero y que sí merece haber sido declarado, por la UNESCO, según se comenta, “Patrimonio Cultural de Ayacucho”. Para empezar, las más de 80 comparsas danzan y cantan al son de instrumentos como la mandolina, la guitarra, el violín, y la tinya (instrumento parecido a la tarola) y por la pista por donde pasan los danzantes no cruza ni siquiera un perro o gato, menos una sola persona; los miles de espectadores están cómodamente y en absoluto orden sentados en ambos lados de las veredas; las mujeres; los grupos de comparsas, hombres y mujeres llevan atuendos típicos, modernos y antiguos, desde los pies a la cabeza; es más, las mujeres llevan un pomo de talco y envuelto en el cuello una gran cantidad de serpentinas; hombres y mujeres cantan hermosas y poéticas coplas alusivas al amor, la naturaleza y el terruño. A propósito, se dice que en Ayacucho, el concurso de comparsas y el resto de actividades se desarrollan en la plaza de armas la misma que es muy hermosa, amplia y llena de motivos hechos de los mismos cipreses. Cada atuendo o prenda, la forma de la misma, el color, la forma de la misma, tienen un significado, el cual es explicado por historiadores y antropólogos, que están comentando el carnavalesco evento. La pregunta ¿Acaso el pueblo ayacuchano, es mas culto y educado que el pueblo cajamarquino?
“Cajamarca, capital del carnaval peruano”, es una frase que se viene escuchando desde hace mucho tiempo y que algunos, como una especie de conformismo y resignación lo dan por hecho tal afirmación. Sin embargo, si hasta hace 20 años cuando el carnaval cajamarquino expresaba algo de la cultura, tradición y la costumbre del pueblo cajacho, era mucho más vistoso, colorido y expresaba algo de creatividad y sobre todo se expresaba mayor respeto y era organizado por los barrios, con sus propios recursos económicos, no se logró que el gobierno o la UNESCO declaren a Cajamarca como la “capital del carnaval peruano”, genera serias dudas que, hoy que ha caído en la vulgaridad, la distorsión y a sido convertido en una simple mercancía o en la mejor oportunidad para que unos cuantos criollos o avivados hagan su agosto en febrero, sea declarado “capital del carnaval peruano”. Pero no hay que perder las esperanzas, tal vez yendo de crítica en crítica, de descontento en descontento, de desastre en desastre, llegue aquel día en el cual se cumpla ese hermoso e inocente sueño cajamarquino. 
Escrito 17 de febrero

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