“Cómo
nos llevaron al Conga no va y los nuevos caminos que debemos andar“
Por Marco Arana
Zegarra.
La Cajamarca Que
Se FUE
Aunque nunca
esperamos que así fuera, desde que llegó la minería, Cajamarca se convirtió
para los propios cajamarquinos en terreno minado, en muchos sentidos: dejaron
de llamarnos en Lima la tierra del queso y la leche para llamarnos, casi sin
que nos diéramos cuenta, “región minera”. Nuestra ciudad comenzó a crecer
vertiginosamente y a llenarse de gente extraña, las puertas de nuestras casas
ya no podían permanecer abiertas y las bicis de los niños nunca más volverían a
quedar seguras en la vereda; el hermoso valle fue comenzando a desaparecer para
dar paso a mega almacenes, negocios que van desde la venta de maquinaria pesada
hasta el prostíbulo clandestino; los ríos en los que chapoteábamos cuando niños
y en los que terminábamos pescando charcoquitas[1] y bagrecitos no
existen más, y no solo porque la mina terminó con las fuentes naturales que
dejaron agónicos los ríos Mashcón y Chonta, sino porque la poco agua que queda,
entre los grifos, las mototaxis y la propia municipalidad que hasta ahora no
trata bien las aguas servidas les dan, cada día, un nuevo tiro de gracia. Y si
tienes prisa, en la aún pequeña ciudad, no se te ocurra entrar en horario punta
al centro histórico o, mejor dicho, anda en esa hora para respirar tu dosis de
modernidad de aire contaminado al estilo Parque Universitario de Lima.
Del Kentucky al
Anticucho de Pata de Pollo
Dijeron que la
minería traería progreso: inversiones, trabajo, negocios, etc, etc. Y nadie
duda que algunos “beneficios” llegaron: más acero y cemento, más vehículos, más
vuelos aéreos, restaurantes y hoteles más caros (aquellos para los pobres
prácticamente desaparecieron), tiendas de todo tipo y hasta con escaleras
eléctricas para no tener nada que “envidiar a las grandes capitales del mundo”
cómo dijeron en la inauguración del centro comercial El Quinde. Y así estamos,
también modernizados con un pequeño porcentaje de la población, cada vez más
creciente, enganchada al negocio de las tarjetas de crédito que se usan hasta
para comprar dos rollos de papel higiénico y medio kilo de pollo, aguardando el
magro sueldo para que te descuenten en el mundo feliz de la ciudad que tiene la
mina de oro más grande del mundo! Poco importa si a la salida del centro
comercial compites por subirte a la insegura mototaxi o alejarte un poquito a
pie para embutirte dos anticuchos de pata de pollo y tu rico plato de frito con
cebiche de a sol cincuenta porque para más no alcanza, mientras dentro del
Quinde los que pueden compran su helado de a cinco lucas. Para qué tener en cuenta
que a unas cuadras no más te hallas con decenas de niños que hasta pasadas las
diez de la noche te suplican compres “chiclecito o caramelitos” o “le limpio
las lunas de su camionetaza mister” y te sientes más, que has triunfado. Así es
la vida, “el que tira, tira y el que no mira” o, como me dijo Fernando
Rospigliosi en la entrevista de Jaime de Althaus, eso no es culpa de la mina, y
así es, pues “unos ganan otros pierden” a lo que han añadido otros periodistas,
“formadores de opinión”, de los grandes medios: “no sean envidiosos” o como
seguramente me dirán en las redes sociales, por escribir estas líneas: “cura de
mierda, siembra el amor, no la envidia. Fracasado!”
Pero qué va, la
cosa no es tan mala! Los centros comerciales son los de “mayor integración social
y de igualamiento”, como decía uno de mis profes de la PUCP. Allí todos se
encuentran y pueden verse (no tocarse claro, ni menos entrar al Long Horn ni a
chatear al Starbucks con su netbook) y, en Cajamarca, como nos dijo una vez uno
de los dueños de la mina, “los que no puedan comprar podrán ir a divertirse
paseando en la escalera eléctrica, los niños gozan!”… Y muchos piensan: ya
llegará la hora, hay que tener tu varita para irte a trabajar en la mina.
Pero mientras el
paraíso del mercado moderno se ha ido instalando no solo en el territorio, sino
en el subconsciente colectivo, terribles cambios han ido ocurriendo en las
montañas que rodean la ciudad que se moderniza acelera y caóticamente, la que
ha llegado a tener letreros al estilo del viejo oeste: “si paras, hay orden de
disparar, propiedad privada” y no es broma, así están las cosas en la Cajamarca
que se ha ido y que se resiste a ir.
La Minería
Limpia y Responsable
Subiendo a la
colina de Santa Apolonia (la patrona del dolor de muelas) se puede divisar cómo
avanza el zarpazo de la mina sobre la cadena de montañas que le dieron a este
valle el clima bueno que permitió que tengamos uno de los valles más hermosos
de los andes del Perú. La minera Yanacocha llegó el año 1993 pregonando
“minería limpia y ecológica”. Así nos la vendieron. Al cabo de unos años la
tecnología de punta había perforado miles de kilómetros en el corazón de la
tierra y, cuando comenzaron a operar, varias lagunas fueron convertidas en los
tajos abiertos que extendieron partida de defunción a la laguna Yanacocha, San
José, Maqui Maqui, Patos y Corazón. Las aguas subterráneas que afloraban en los
tajos comenzaron a ser bombeadas, mientras que otras, acaso huyendo de la
dinamita y las palas que la amenazan de muerte se refundieron tierra adentro
como lo acredita el EIA de La Quinua. Los cursos de las quebradas y de los ríos
fueron alterados, decenas de manantiales desaparecieron, las otrora límpidas
aguas de los canales y manantiales comenzaron a emitir fétidos olores y los
cambios en la coloración sea rojizo, anaranjado, verduzcas o blancas
(cuando les meten cal y cloro para acelerar la degradación del cianuro)
comenzaron a ser denunciadas frecuentemente por quienes hoy son llamados
en la gran prensa limeña “ignorantes, manipulados, electarados y enemigos del
desarrollo” y acusados, con sorna, de ser lo que más ensucian las aguas “con su
pilita y sus caquitas” o de ser los minifundistas más depredadores que la gran
minería como sostiene un sociólogo venido a menos que sin embargo ha tenido eco
en la gran prensa defensora de la mina en Lima. Los innumerables sucesos de
muerte de truchas por contaminación con mercurio acreditados por la Dirección
Regional de Pesquería, la presencia de metales pesados en canales comprobados
por el monitoreo del ombusdman del Banco Mundial, las fugas de cianuro
demostradas por la evaluación ambiental de Ingetec,
A la beatificada
“tecnología de punta”, le han añadido la canonizada “responsabilidad social
empresarial”. No hay entonces por qué preocuparse. Todo solo puede ser mejor.
Los cajamarquinos que nos movilizamos y defendemos las aguas y los derechos
humanos de las campesinos que han sido denunciados, reprimidos y judicializados
somos unos desagradecidos. Otros que evidentemente se hallan ligados, de algún
modo a los beneficios que les ha traído la minería puede afirmar entonces que
“No éramos nada antes de que la mina llegara y si se paraliza Conga, los
cajamarquinos volveremos a ser los pobres de mierda que éramos”. Por eso, en
estos días de protestas ciudadanas pacíficas para defender las aguas de las
lagunas Azul, Mala, Perol, Chaillaguón para que no sean destruidas como las
anteriores, los defensores del crecimiento, la inversión y el progreso piden a
gritos que mejor se decrete el estado de emergencia y se restablece el estado
de su derecho, y no haya tantos miles de manipulados y extremistas radicales
que se opongan a la bendición minera que a Cajamarca le ha tocado. Se olvida el
crimen ambiental que Yanacocha y sus socios cometieron con los campesinos de
San, Juan Choropampa y Magdalena que siguen clamando con dolor una solución
hasta hoy. Se olvidan que el mismo gerente que aparece con carita de
arrepentido para las cámaras de TV en los grandes medios de Lima; es el mismo
que dirigía la mina durante los más graves conflictos sociales que han
convulsionado la apacible Cajamarca: 2000: Choropampa; 2001: Tembladera con
paro de pescadores del Gallito Ciego por derrame de cianuro; 2002: Cajamarca
(con incendio de uno de sus locales en la ciudad); 2003: campesinos de
Bambamarca que denunciaban contaminación en el Llaucano (con toma de 3 días de
la ciudad de Cajamarca; 2004: Quilish; 2006: Combayo (con el primer muerto a
disparo de fúsil) y operativo de espionaje y amenazas descubierto y denunciado
ampliamente; 2007: Porcón (con más de 30 campesinos denunciados); 2009:
Quishuar; 2010: Totoracocha (con pedido de sanciones impuesta por la OEFA); y
ahora en el 2011 en que la población dice No a Conga, Conga inviable y no está
dispuesta a que una nueva historia de violaciones de derechos humanos y de
destrucción de aguas se instale en las cabeceras de cinco nuevas cuencas.
Tienen Ojos y no
Ven, Tienen Oídos y No Oyen: El Conflicto se Pudo Evitar
El conflicto de
Conga no lo comenzó el pueblo de Cajamarca y sus autoridades que ahora son
denigradas. Fue un Estado débil, corrupto, obnubilado por las metas de
crecimiento, sin importarle a quien ambientalmente y socialmente afecte, y la
acción de una empresa minera con desempeños delincuenciales los que han llevado
a mi región a una nueva convulsión social.
Los
cajamarquinos buscamos hasta el cansancio mostrar que el proyecto minero Conga
no debía ir. El año 2004, la alcaldía provincial de Celendín promulgó la
ordenanza 020 por la cual se protegía las lagunas que hoy quiere desaparecer el
proyecto minero Conga. El 05 de abril del año 2005, un conjunto de autoridades
de La Encañada presentaron al Director General de Asuntos Ambientales Mineros
del MINEM un memorial donde pedían que se declare inviable el proyecto de exploración
Conga. El 2010 el Gobierno Regional de Cajamarca emitió la ordenanza regional
de zonificación ecológica y económica por el cual la zona de las lagunas se
identificaba como de alta vulnerabilidad ecológica y se sentaban las bases para
declararla como zona de conservación.
El año 2011 el
gobierno regional volvió a emitir una ordenanza que declaraba de interés
público regional la conservación y protección de las cuencas entre las que se
incluía las que ahora son zona de disputa. En Agosto de 2011, diversas
organizaciones sociales y ambientales solicitaron al Ministerio del Ambiente
que revisara el EIA de Minas Conga. Pero nadie oyó, y luego tienen el descaro
de decir que todo iba bien hasta que todo fue aprobado y fue electo el
presidente Humala a quien también, con cierta razón, se le quiere echar la
culpa de todo el conflicto. Pero no es así, aunque las decenas de “expertos”
que han aparecido en Lima se sientan con autoridad para opinar sobre todo y
sobre todos, menos sobre lo que realmente sembró esta minera y ahora, con
sobradas razones, cosecha: el rechazo de la inmensa población de la región.
El conflicto de
Conga se pudo evitar. Lo dije, lo escribí y en estos últimos días hasta lo
hemos gritado en las plazas y calles. El conflicto ya está en las calles y las
montañas. Miles de campesinos llevan pernoctando nueve noches en las orillas de
sus lagunas. Miles de ciudadanos se movilizan en las calles, aunque en Lima no
entiendan que en Cajamarca no existen tanto antimineros, cuando una minera que
está contra los cajamarquinos.
¿HAY LUZ AL
FINAL DEL TUNEL?
Habiéndonos
pasado en Cajamarca todo lo que nos ha pasado con la minería moderna,
consideramos que con los actuales marcos jurídicos, con la debilidad del Estado
para ejercer serios y creíbles controles, con la corrupción y las violaciones
de derechos humanos que están quedando impunes, con las actuales tecnologías
mineras modernas, con la ubicación del proyecto minero en cabeceras de cuenca,
con la reputación que tiene Yanacocha, con la falta de procesos adecuados de
participación ciudadana y consulta, el proyecto minero Conga no Va.
Lo mejor sería
que el proyecto sea declarado inviable. La institucionalidad ambiental que
tenemos no sirve para seguir impulsando la minería como los gobernantes y
empresarios quieren hacer por todo el país. El EIA de Conga adolece de graves
vacíos de información y además es de dudosa calidad técnica y científica (como
lo han demostrado la evaluación del Minan y el Colegio de Ingenieros de
Cajamarca). Por lo demás, se trata de un EIA aprobado bajo el errático
mecanismo de conflictos de intereses sectoriales (Minen promueve y él mismo
aprueba el EIA y autoriza el inicio de operaciones).
La capacidad del
Estado para garantizar que, incluso con EIA bien hecho y bien aprobado, no se
va a contaminar es nula, puesto que los estándares de calidad ambiental y los
límites permisibles del Perú llevan un atraso de casi 30 años y están lejos de
cumplir con estándares internacionales mínimos. Tenemos una OEFA que no tiene
capacidad de hacer que se cumplan sus sanciones que, la verdad, son bastante
benignas. Fiscalías Ambientales que actúan bajo presión de intereses políticos
y económicos (como lo denunció el renunciante coordinador de las fiscalías
ambientales), una policía ambiental que está pintada en la pared (a diferencia
de la Dinoes que es contratada por las mineras y tiene toda la logística)
juzgados ambientales que, aunque nadie lo crea, son inexistentes! Una
Procuraduría Ambiental centralizada y con escasos recursos, a lo que se suma las
débiles capacidades de los gobiernos regionales y locales para hacer eficiente
gestión ambiental. No menos grave es la aún débil conciencia ambiental que se
va abriendo paso a pesar del cargamontón y los insultos de una mayoría de
prensa nacional ambientalmente irresponsable.
En las actuales
condiciones, un proyecto que, como ha afirmado la evaluación del EIA que ha
hecho el MINAM va a transformar “de manera significativa e irreversible
la cabecera de cuenca, desapareciendo varios ecosistemas y fragmentando los
restantes, de tal manera que los procesos, funciones, interacciones y servicios
ambientales serán afectados de manera irreversible” o que, como ha dicho el
Colegio de Ingenieros de Cajamarca, tiene un impacto ambiental y
específicamente hidrogeológico de tal envergadura que “afectará gravemente a
cinco cuencas de tres provincias perjudicando el acceso al agua en
calidad y cantidad para los pobladores y las actividades agrícolas, en un grado
mayor al que ya lo ha hecho Yanacocha en sus actuales operaciones”
racionalmente no va.
Queda pues
encontrar un camino para solucionar por vía de diálogo este conflicto que el
pueblo de Cajamarca, insisto, no creó. Veamos si debido a los marcos jurídicos
buenos para las empresas mineras y malos para las comunidades, el gobierno
puede encontrar una salida para declarar inviable, suspender indefinidamente, o
postergar para después este proyecto (como lo ha hecho recientemente el
presidente Barack Obama con el oleoducto de Keystone con una inversión mucho
mayor a la de Conga, 7 mil millones de US$). El gobierno tiene que encontrar
una solución: modificar los marcos jurídicos, mejorar la institucionalidad
ambiental, garantizar el proceso de consulta ciudadana, ordenar un nuevo EIA,
suspender indefinidamente el proyecto, ordenan una evaluación ambiental
independiente de Yanacocha, plantear un plan de remediación de pasivos en
Hualgayoc, realizar compromisos para erradicar la minería ilegal en la región,
ayudarnos a concluir con los planes de ordenamiento territorial a nivel
provincial, destrabar mecanismos de gasto de canon para proyectos productivos
sostenibles. Escuchemos pues lo que nos tienen que decir.
Los
cajamarquinos movilizados, decimos simplemente Conga No Va! Y si alguna
concesión estamos dispuestos a hacer es que la minería sí puede seguirse
haciendo en Cajamarca, pero sometida a nuestros proceso de zonificación
ecológica y económica, a procesos de consulta ciudadana, a mayor participación
en el proceso de toma decisiones de tal modo que la minería se haga allí donde
no amenace otras actividades económicas, con mejores prácticas y controles
ambientales, con respeto irrestricto de los derechos de sus trabajadores y con
mejor uso de los recursos provenientes del canon minero de tal modo que se
garantice que cuando las actividades mineras terminen, no vamos a pasar a hacer
parte de la larga lista de ghost towns existentes en el mundo: abandonados,
pobres y contaminados. Por eso, aunque en Lima nos insulten, valoren en algo
que la lucha ambiental cajamarquina no ha reclamado, porque ya no podemos dar
marcha atrás, que las actuales operaciones de Yanacocha se cierren, sino que se
hagan mejor y comencemos a discutir su plan de cierre de minas para los
próximos 7 u 8 años y a la minera Goldfields se le esté diciendo, señores hagan
mejor las cosas en Hualgayoc, y a AngloAmerican, veamos en qué condiciones va a
ir, si es que va, su importante proyecto minero. Pero aunque les duela a los
defensores mediáticos y políticos de santa Yanacocha, así como han estado
haciendo no más y, por supuesto, ¡Conga No Va!
MIRAR CON FE Y
ESPERANZA DE QUE PODEMOS HACER LAS COSAS MEJOR
Dicen que soy el
diablo de las mineras. Fue Yanacocha la que hizo un costoso operativo de
espionaje y seguimiento para denominarme así. Cristianamente siento indignación
y les perdono y pido a Dios que no se le ocurra que su gente cumpla con sus
amenazas de eliminarme, como lo han estado anunciando sus defensores a través
de las cuentas del tuiter y otros lo intentaron en el atentado de setiembre en
Huancabamba.
Yo nunca me
cansaré de creer y trabajar porque nuestro país, nuestra Cajamarca, sea mejor
para todos y todas, comenzando porque se haga justicia social y ambiental para
los más pobres. Y aunque me indigna que la codicia, la indolencia y la
debilidad de nuestras instituciones no esté perjamarca, 2004: Qulishen
tambitucionesndolencia hayn imedidohaga justicia para los m mienra qeu
ajamarca, 2004: Qulishen tamb permitiendo que se aprendan las lecciones de
Choropampa, Tambogrande, Quilish, Majaz, Combayo y Tía María me reafirmo en lo
que escribí en octubre de 2004: “Será preciso reconocer que, a la base
de la crisis del Quilish, estuvo la afirmación de los derechos ciudadanos, el
derecho a la vida, al agua, a un medio ambiente sano y saludable. En
definitiva, será preciso reconocer que con dolores de parto en Cajamarca, como
antes en Tambogrande, los ciudadanos han comenzado a defender su derecho
irrenunciable a gozar de un ambiente saludable, ecológicamente equilibrado y
adecuado para el desarrollo de la vida, y asimismo, a la preservación del
paisaje y la naturaleza[2] Siendo así,
cuando un día las generaciones futuras miren retrospectivamente cómo se
defendieron los derechos sociales y económicos y cómo se construyó la
democracia y el desarrollo sostenible en el Perú, lo que resultará
incomprensible no será la lucha de los ciudadanos cajamarquinos, principalmente
campesinos, sino por el contrario, será incomprensible cómo no todos los
peruanos entendieron que debían ser todos, incluidos lo mineros, los que
debieron luchar por proteger el agua, la vida, el medioambiente.”
[1] “Charcoquitas”
un tipo de diminuto pez parecido al pejerrey.
[2] Código
del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales. Título Preliminar. Acápite I.
2 comentarios:
deacuerdo con el cura.
Señor Marco Arana,
Me ha gustado mucho su artículo, sobre todo porque con un lenguaje claro y directo, y con conocimiento de causa y ejemplos documentados y cronológicos (usted conoce muy bien del tema) nos hace un recuento de cómo la región Cajamarca ha perdido con la llegada de la mina Yanacocha. Es cierto que no es Humala el único responsable: Fujimori lo comenzó, Paniagua no lo impidió, Toledo lo justificó y García lo alcahueteó... Sólo que fue Humala quien se comprometió a proteger el agua y no cumplió.
De otro lado, me solidarizo con usted frente a todas las amenazas antiguas y presentes que ha debido y debe soportar de la parte de los mercenarios de Yanacocha. He visto con indignación el apaleo que le dieron agentes de la Dinoes durante el estado de emergencia. Sé de cómo los políticos y periodistas limeños le señalan para hacernos creer que es usted un retrógrada. Pero sin embargo, tengo que confesarle (felizmente usted sabe de eso por su vocación de fe) que no me satisface plenamente que usted pase al final el mensaje de que se puede convivir con una minería respetuosa. NO TEMAMOS DECIR QUE SOMOS ANTI-MINERXS. Copio aquí una parte de su artículo: "Y si alguna concesión estamos dispuestos a hacer es que la minería sí puede seguirse haciendo en Cajamarca, pero sometida a nuestros proceso de zonificación ecológica y económica, a procesos de consulta ciudadana, a mayor participación en el proceso de toma decisiones de tal modo que la minería se haga allí donde no amenace otras actividades económicas, con mejores prácticas y controles ambientales, con respeto irrestricto de los derechos de sus trabajadores y con mejor uso de los recursos provenientes del canon minero..." EL GENERO HUMANO NO NECESITA DE LA MINERIA, señor Marco Arana, e imagino que si usted se expresa de esta manera es porque sabe que todas las condiciones que serían exigidas a una minería respetuosa harían en sí misma imposible la acción de la minería. Es cortarla desde la raíz, y tanto mejor. EL DESARROLLO es lo que la presencia de la minera ha producido en Cajamarca. Una mierda. Y sería falso decir que depende de quién promueve el desarrollo, pues los países ricos tienen el mismo problema: mierda en sus urbes, sólo que más ordenadita. Dicho sea de paso, en Europa hay un pujante movimiento de contestación al desarrollo. Pero eso es ya otro tema.
Muchos saludos y coraje!
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