Por Jorge Pereyra
Cuatro minas de cobre darán que hablar a lo largo del 2013. Las cuatro acaban de entrar en operaciones y se calcula que al cabo de dos años alcanzarán niveles de producción nunca antes registrados en el Perú: nada menos que 800 mil toneladas anuales.
Cuatro minas de cobre darán que hablar a lo largo del 2013. Las cuatro acaban de entrar en operaciones y se calcula que al cabo de dos años alcanzarán niveles de producción nunca antes registrados en el Perú: nada menos que 800 mil toneladas anuales.
Es decir, ocho veces más de lo que se tenía previsto extraer de Conga en un año sin el conflicto social que finalmente la paralizó.
Las Bambas, Toromocho, Antapaccay y la ampliación de Antamina son esos cuatro proyectos cupríferos cuya producción permitirá que la economía peruana alcance una tasa de crecimiento de 6,9% en el 2013.
La paralización de Conga congeló una inversión de US$ 5 mil millones, pero el boom de precios internacionales ha propiciado otras inversiones que hoy hacen posible estos cuatro megaproyectos.
¿Qué diferencia hay entre estos cuatro emporios mineros y el zarandeado proyecto Conga?
La viabilidad social de estos proyectos mineros tiene mucho que ver con los programas de ayuda a las comunidades aledañas o zonas de influencia.
Este compromiso social de las empresas mencionadas es reconocido por la población. Las mineras contribuyen con trabajo y recursos para las comunidades, pero también financian y asesoran iniciativas de los gobiernos regionales y locales.
Un ejemplo palpable de este vínculo estrecho entre la minera y las poblaciones que la rodean es el caso de Toromocho, en Morococha. Allí se tuvo que desplazar a los habitantes de un poblado y construir prácticamente una ciudad nueva, con casas mejor construidas, escuelas e incluso hospitales.
A diferencia de ello, y para ahorrar dinero, Yanacocha no construyó su campamento y utilizó a Cajamarca como su campamento desequilibrando de este modo el mercado inmobiliario local. Asimismo, prefirió traer gente foránea y brindar empleo sólo al 10 % de la población cajamarquina.
Sin embargo, para el caso de Las Bambas, Xstrata Cooper trabajó con las comunidades y estableció un fondo regional y local. Otro proyecto minero que ha acumulado experiencia en vincularse con la población, y que se ha arraigado muy bien en Ancash es Antamina. De lo que se trata, según esta minera, es de tender un lazo sólido e indestructible con las poblaciones.
Contrario a ello, después de 20 años de operaciones de Yanacocha en Cajamarca, la población en su gran mayoría está convencida que la minera ha tenido una mínima gravitación en su progreso y desarrollo y que el conflicto social ha sido la norma que ha presidido la relación entre Yanacocha y el pueblo de Cajamarca.
La buena minería, en efecto, requiere paz social y ésta sólo se alcanza compartiendo la riqueza.
Finalmente, acicateadas por la dura realidad, algunas mineras parece ser que ya han aprendido la importancia de privilegiar siempre el aspecto humano y social.
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