La población asocia erróneamente la inseguridad ciudadana con servicio
militar voluntario y cree que con el servicio militar obligatorio se acabaría
con la delincuencia y el pandillaje; sin embargo, hay que recordarle que una de
las mayores instituciones corrompidas de este país son las fuerzas armadas y
fuerzas policiales; además, no son pocos los que sí han servido al ejército y
no por eso somos más disciplinados ni los que más amamos a nuestra patria. En
las siguientes líneas tratamos este tema de actualidad y a propósito de la
reciente celebración de fiestas patrias.
Por Sociólogo: Avelino Zamora Lingán
El Perú tiene más de
190 años de vida republicana durante los cuales, se han producido una serie de “conflictos” con los países [A. Z. L.1] fronterizos y durante
los cuales el mapa peruano, ha sido cercenado en cerca del 50 %; lo cual
significa que cada uno de dichos países han obtenido su buena “tajada” de
superficie territorial. De otro lado, salvo la famosa Guerra del Pacífico entre
Perú y Chile, en donde nos arrebataron Arica, no ha habido ningún otro
conflicto bélico parecido, aunque el conflicto de 1941 y la guerra del Cenepa
de 1991, con el Ecuador, también son dignos de mencionar, pero que terminaron
con firmas de tratados de paz y con la entrega de pedazos de territorio al país
del norte. Entonces,La pregunta es: Además, tanto fuerzas policiales como
fuerzas armadas son fuerzas improductivas, mantenidas por el Estado, o mejor
dicho por el pueblo peruano, ¿Qué rol juegan estas fuerzas, en un contexto
exento de conflictos bélicos de gran envergadura y con políticos acostumbrados
a entregar fácilmente pedazos de su territorio, en aras de la “paz”, la “democracia”,
la “diplomacia”, “la convivencia pacífica entre vecinos”, etc., etc.?
En primer lugar,
veamos lo que existe en el imaginario popular: se dice que a través del servicio militar o policial, losjóvenes,
forman su carácter, aprenden a ser disciplinados, aprenden algún oficio de
carácter técnico, y sobre todo aprenden a “amar
a su patria”. Mitos que son muy bien promocionados y que la población lo ha
creído, por lo mismo constituyen las razones para que padres de familia reclamen
y exijan al gobierno para que retorne el servicio militar obligatorio, bajo la
creencia de que con ello se terminaría la delincuencia, las pandillas, la
vagancia y se rescataría “el respeto a la patria y a la autoridad”. Sin
embargo, las cualidades que se le atribuyen al servicio militar no pasan de ser
mitos, falacias, construidas interesadamente por ciertos sectores sociales. Si
fuera cierto, entonces ¿Cómo es que la policía peruana y al interior de las
fuerzas armadas predomina hechos de corrupción y en todoslos niveles: bajo,
medio, alto, altísimo, etc.? Si no,
pregúntenle al General Orlando del Águila, quien ya fue destituido por
corrupto.
En cuanto al carácter, éste difícilmente se
forma tan sólo con aprender a manipular un arma de fuego, dominar los
ejercicios físicos o pasar algunas pruebas riesgosas y menos con la aprensión
de un léxico procaz, vulgar y soez, sin mencionar los maltratos físicos y
psicológicos que reciben los populares “moroquitos” o los que recién ingresan
al mundo militar. Al contrario, bajo el intento de formar carácter lo que se
está haciendo es disminuir al máximo la autoestima del joven, además de lograr
una fuerte tendencia a reprimir algún rencor y hasta odio en su conciencia, los
cuales son manifestados posteriormente, cuando se da la oportunidad de “cuidar
el orden o la paz a nivel interno”, lo que significa enfrentarse a su propio
pueblo. Bajo el disfraz de “disciplina”, lo que se forman son seres
irreflexivos, seres humanos que a todo le digan “sí señor” y seres humanos que
agachen la cabeza ante la explotación y la opresión, seres de espíritu cobarde,
salvo cuando tienen un arma en la mano, etc., etc.
Sobre la disciplina.
Ciertamente se inculca disciplina; pero una disciplina que luego se traduce en
obediencia ciega a las órdenes del superior. De allí el famoso principio
“ordenes se cumplen sin dudas ni murmuraciones”, una disciplina que funciona
bajo los parámetros de la estructura social establecida. Una disciplina en este
sentido resulta peligrosa, más aún porque se aplica sobre el pueblo y contra el
pueblo. Así, el militar de bajo rango aprende a ser “disciplinado” ante las
órdenes de los militares de alto rango. Bajo este concepto de disciplina se
anula la capacidad de reflexión, de observar las razones de otros, las del
pueblo por ejemplo. El ejemplo concreto se observa cuando los militares y la
policía están prestos, bajo una supuesta disciplina, traducida en obediencia
ciega, a reprimir indiscriminadamente a la población civil, a meterle, palo
bomba y bala. Militar que se resiste a hacer
estos atropellos contra el pueblo, según tal lógica, no sería un militar
disciplinado e inmediatamente destituido tal como le sucedió a ese Comandante de
Arequipa que se resistió a meter bala al pueblo que protestaba en contra de la
privatización corrupta.
El oficio de carácter
técnico, es utilizado más como propaganda o como sebo para atraer a los jóvenes
a los cuarteles; aunque en la práctica, el hecho que los jóvenes aprenden un
oficio, puede ser cierto pero no es tan significativo cuantitativamente; ni
tampoco es el objetivo ni el rol o función de los cuarteles militares enseñar
oficios a los jóvenes; para ello están los institutos, centros donde al menos
el trato es mucho más humano y respetuoso. Pero como vivimos en una sociedad
hipócrita, porque por ejemplo, por un lado, los padres de familia castigan
administrativa, penal y socialmente a losprofesores, cuando agreden a un alumno
o alumna, bajo el criterio de que, en estos tiempos modernos, los alumnos ya no
pueden ser tocados ni siquiera con el pétalo de una rosa, pero por otro, lado
esos mismos padres de familia permiten que su hijo sea vejado, humillado,
tratado menos que un perro, y, muchas veces, hasta asesinado en los cuarteles
militares o las academias de policía bajo la creencia de que se le está
enseñando a ser “disciplinado”, formando su carácter” o de que se le está
enseñando a “amar a su patria”.
Ahora, bien, la parte
más importante: en cuanto a que en los cuarteles los jóvenes “aprenden a amar
su patria”. Partimos de hechos reales. Quienes hacen el servicio militar son
los hijos del pueblo, vale decir, hijos de la clase dominada; ya que los hijos
de la clase dominante están exonerados sistemáticamente de dicho servicio o en
todo caso pagan para ser exonerados. Si bien es cierto entran a los cuarteles
pero entran como los “mandamases”, como jefes, como oficiales y rápidamente son
ascendidos a comandantes, coroneles, generales, mariscales, etc., etc.
precisamente son estos militares de alto rango quienes “no aman a la patria”,
“nunca van amarlo”, porque la clase dominante, que es la que siempre gobierna
este país, nunca desarrolló un espíritu nacionalista, patriota, de lo contrario
no hubiésemos tenido a lo largo de nuestra historia, los “regala
patria” o “vende patria”, y siguiendo su propia lógica, nunca aman a su patria
porque ellos no hacen servicio militar. Desde esta perspectiva, en los
cuarteles pueden enseñar a los soldaditos amar a la patria, pero de nada sirve,
porque ellos no son los que gobiernan este país. O es que ¿Acaso ese amor a la
patria se demuestra metiéndole bala al propio pueblo, a su propia clase, a sus
condescendientes? ¿Acaso ven un enemigo “extranjero” en un campesino, obrero o
empleado, que muchas veces protesta reclamando sus justos derechos? ¿De qué
sirve que el soldadito quiera a su patria, cuando por otro lado los gobernantes
y la clase dominante lo regalan por tajadas o lo venden a los extranjeros a
golpe de martillo? ¿De qué sirve ese amor a la patria con el cual, seguramente
es formado el soldado, de raíz campesina, cuando los campesinos, son tratados
como extranjeros en su propio país? ¿De qué sirve el amor a la patria que se le
inculca al soldado raso, cuando el general está involucrado en alta corrupción,
robándole el dinero al pueblo, de donde proviene el soldado al cual
hipócritamente le enseña que ame a su patria? Son interrogantes que planteamos,
a quienes mantienen esos mitos ya explicados a lo largo del presente
comentario, planteados, eso sí, con el más profundo amor a mi patria, a la cual
lo amo sin necesidad de haber servido en algún cuartel militar.
Finalmente, el “amor
a la patria” se construye. Y, se construye cotidianamente, en cualquier lugar y
en cualquier espacio donde uno se encuentre y através de cualquier buena acción
en favor precisamente de la patria y se construye con el ejemplo. No se impone,
ni se inculca, ni se enseña, menos a través de patadas, de gritos soeces y de
castigos o de falsas disciplinas, como estoy seguro se hace en los cuarteles
militares. El verdadero amor a la patria surge o germina en el seno del propio pueblo, no precisamente en
los cuarteles militares, los cuales hoy no hacen más que obedecer a la lógica
de un orden social injusto. El verdadero amor a la patria se demuestra cuando
el poblador humilde, campesino, obrero, empleado, ama de casa o estudiante se
lanza a las calles a luchar en contra del saqueo de nuestros recursos naturales
y contra la depredación de nuestros cerros y contra la destrucción indiscriminada de las fuentes de
agua. Aquí, en estas acciones se está demostrando un verdadero amor a la
patria; mientras que quienes han pisado cuarteles militares demuestran lo
contrario, más aún poniéndose de lado de las transnacionales o por lo menos
cumpliendo las órdenes para que así lo hagan; y lo peor: alquilando sus
aprendizajes de cuartel a las transnacionales por 50 ó 100 dólares. Entonces,
dudo que sea cierto aquello que en los cuarteles se “enseña a querer a la
patria”. En todo caso ¿La patria de quien? ¿De los ricos y de las
transnacionales? No, no. ¡Esos no tienen patria!
Escrito: 25 de julio del 2013
1 comentario:
Muy buen comentario. Atte, Ing. Luis Enriquez Email: lenriquezb@gmail.com
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