Sociólogo Avelino Zamora Lingán
No, no. No vamos hablar de Jesús de
Nazaret, Jesucristo el gran revolucionario, sólo vamos a referir al señor Jesús
Julca, el candidato a la alcaldía provincial de Cajamarca. En efecto, el Sr.
Julca es de auténtica extracción campesina, tengo
entendido que es del CP de Polloc, comprensión del distrito de Baños del Inca.
Salvo que él niegue, como muchos acostumbran hacerlo, sobre todo cuando llegan
a “progresar” o cambiar de status económico, que efectivamente es natural de
este hermoso paraje rural de nuestra región. En fin, como ya indiqué, no voy a
personalizar mi comentario, sólo que este candidato sería el prototipo para
explicar el patrón de comportamiento social del poblador rural, aprovechando que dicho señor está a flor de labios
en la provincia Cajamarquina por ser ¿un potencial? ganador en las próximas
elecciones del 5 de octubre.
La opresión y marginación que el
poblador rural ha soportado a lo largo de la historia, primero con el
colonizador español, luego con los hacendados y hoy con los burgueses y
capitalistas criollos ha dado lugar a un comportamiento social basado en la
imitación al patrón, al opresor y al citadino. Es decir, el poblador rural ya
no quiere seguir siendo tratado como “campesino”, “indio”, “cholo”, puesto que
ha “descubierto” que detrás de estos términos se ocultan sentimientos
peyorativos, despectivos y marginadores. Esto, porque al menos, hasta 1968,
cuando en el Perú predominaban las haciendas y patrones era común, desde estos
sectores, emplear el término “indígena”, “indio” “siervo”, “esclavo”, etc.,
para referirse al poblador rural o al campesino. Y, es aquí, en este contexto,
donde se niega todos los derechos sociales, políticos, económicos y culturales a los pobladores
rurales. Referirse, peyorativamente o despectivamente al poblador del campo con
los términos “Indio” o indígena” era cotidiano y común y era una forma bien
marcada que utilizaba la clase dominante para diferenciarse socialmente de la
clase dominada. Fue Velasco Alvarado, quien reivindica socialmente al poblador
rural cuando sustituye oficialmente el término “indígena” por el término
“campesino” un término menos chocante que el anterior.
Sin embargo, los grupos dominantes actuales aun tienen
actitudes como los tenían hasta 1968, es decir, socialmente la historia poco o
nada ha cambiado, se ha congelado: se siguen atropellando derechos elementales
de los pobladores rurales, otros derechos son negados, porque se cree que tales
pobladores siguen siendo “indígenas” y, como tales, no tienen o no deberían
tener derechos, sólo deberes; pues, siendo uno de éstos simplemente obedecer
las órdenes que vienen desde el Estado o desde cualquier institución oficial.
Allí están los casos más reveladores: Loscampesinos tienen que aceptar y obedecer
las decisiones que toma el Estado y que giran en torno a la imposición de las
actividades extractivas como las mineras, petroleras, gasíferas y madereras. No
importa aunque destruyan su hábitat natural.
Posiblemente, la misma lógica emplean los extranjeros que vienen a
explotar nuestros recursos naturales. No sería raro, que éstos piensen que el Perú,
todavía esté poblado por incas, que utilizan flechas, plumas y taparrabos, a
los cuales hay que civilizarlos, des-herejizarlos o exorcizarlos, para que
entiendan la lógica de la modernidad, del neo-liberalismo y también para que
comprendan que las transnacionales traen inversión y desarrollo.
Ahora bien. Como en cualquier clase social a su
interior existe una diversificación de grupos o segmentos sociales. El ámbito
rural no escapa a ello. Pues hay una heterogeneidad de grupos campesinos: hay
campesinos ricos, medios o acomodados,
pobres y extremos pobres, cuyas características están marcadas por la
tenencia de bienes materiales-productivos, por su cercanía a los mercados y el
acceso a los servicios básicos como vivienda, salud, educación y cultura. Pero
son también estas características las que configuran los patrones de
comportamiento social entre pobladores rurales. Tal es así que, como el
poblador citadino tiende a marginar al poblador rural, el poblador rural rico,
tiende a marginar al campesino acomodado, éste al poblador pobre y éste al
extremo pobre. No obstante si se trataría de polarizar la población rural,
tanto los campesinos ricos como los acomodados o medios se unirían; mientras
que los campesinos pobres se unirían con los campesinos de extrema pobreza.
Aunque en la práctica no es así. Pues los campesinos pobres y pobres extremos
se esfuerzan por adquirir o imitar el statu quo de los primeros, sin importar
los medios claro está, exactamente igual como hace la clase pobre y media en
general cuando trata de pasar al lado de la clase dominante. Lo que sucede es
que muy pocos lo logran. Del mismo modo, los campesinos ricos y acomodados se
descampesinizan y pueden pasar a las filas de la clase dominante en general;
pero los campesinos pobres y extremos pobres también se descampesinizan y pasan
a engrosar las filas, no de la clase dominante, sino de los oprimidos en
general. A este fenómeno social Velasco Alvarado le llamó movilización social y
José Carlos Mariátegui llegó a la conclusión en cuanto a que una vez que el
campesino llega a “progresar” o cambiar de statu quo, es decir pasa de rico a
pobre, existe el gran riesgo de que se convierta en el peor y filudo puñal para
su propia clase, es decir para los campesinos de abajo. Razón no le falta a
este gran pensador. Pues ahora no más, aquí en Cajamarca y frente al conflicto
Conga, observamos como es que algunos pobladores del medio rural, por el hecho
de contar con algunos dólares o soles más, como resultado de la venta de sus
tierras a las empresas mineras, o tener la oportunidad de contar con un trabajo
eventual en dichas empresas, no dudan en hacer el papel de felipillos, al
ponerse en contra de sus propios coterráneos o paisanos, tal vez
denunciándolos, señalándolos para que sean perseguidos por la justicia formal.
En el Perú y en Cajamarca han existido y pueden
existir cientos o tal vez miles de casos en los cuales se expresa el
comportamiento del campesino rico o acomodado y los medios utilizados en el
tránsito de una posición social a otra. Allí tenemos el caso más reciente con
Toledo, quien según su propio testimonio era un pastor de cerdos y vendedor de
tamales en su natal Cabana; pero luego llega a ser Presidente de la República ,
convirtiéndose al mismo tiempo en el “puñal” de su propia clase al firmar TLCs
y vender el gas a los extranjeros, afectando directamente los intereses de la
clase campesina en general (Aquí la vaca ya no se acordó cuando fue ternera) y
directamente asumió un modelo económico salvaje orientado a “desaparecer”del
mapa a los campesinos. El caso Julca tranquilamente puede encajar en esta
descripción del campesino rico o acomodado. De hecho, este señor es un
campesino acomodado, aunque hoy ya parece ser todo un citadino descampesinizado,
pero sus facciones físicas y su forma de expresarse lo delatan como un típico
poblador rural. De su comportamiento ni hablar, es un campesino con una gran
ansia de poder y de hacerse rico, y además sin alguna posición política e
ideológica, por ello muy susceptible de cambiar de “camiseta política”, el
perfil perfecto para quienes se encargan de comprar conciencias y voluntades,
que en este caso son algunas empresas que quieren imponer megaproyectos por
encima de la voluntad general. Es por esta razón que no estarían tan errados
quienes arguyen que Julca sería un candidato de las mineras. Yo en este somero
análisis suscribo esta posibilidad.
Y, vaya que tiene una gran posibilidad de convertirse
en el próximo alcalde de Cajamarca, puesto que muchos pobladores del campo y de
la ciudad, con raíces campesinas, se identifican con este candidato,
precisamente por las características anotadas en el párrafo anterior; más aún
cuando la población ve la forma o la apariencia y no observa el fondo. Además,
donde menos se piensa salta la liebre, reza el dicho, y en efecto es así. La
mayoría tiende a pensar que casi todos los candidatos son pro-mineros o
estarían siendo apoyados por la mina, y así parece ser; pero, Julca estaría
liberado de tales acusaciones, precisamente por su forma de ser: inocentón, campechano, honesto, etc.
Pero, cuidado: otro dicho reza, “cuídense de las aguas mansas que de las bravas
me cuido yo” y por ahí puede saltar la liebre cuando después del cinco de
octubre se descubra que en realidad se ha elegido a una marioneta de las
empresas mineras. Total alguna muestra ya ha dado durante su gestión como
alcalde de los Baños del Inca, al ser tolerante y complaciente convenido con las actividades mineras en las cabeceras
de cuenca de dicha jurisdicción. Las consecuencias también ya están a la vista:
Hoy la llamada “primera maravilla del Perú” ya no tiene agua, no funciona al
cien por ciento, tienen que enfriar el agua caliente de los llamados perolitos para hacer funcionar a algunos
pozos. Asimismo, este señor, al igual que el resto de autoridades de esta
región y de este país son muy acomedidos de firmar convenios con las empresas
mineras a cambio de algunos millones de dólares para sus proyectos, lo cual
demuestra también su espíritu de limosnero y su escasa capacidad de gestión
ante otras entidades internacionales, para evitar comprometer las cabeceras de
cuenca. Por todo esto, aseverado hasta aquí, invoco a los electores a ser muy
cuidadosos y reflexivos este próximo cinco de octubre, recordando siempre que
“donde menos se piensa salta la liebre”.
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