Sociólogo Avelino Zamora Lingán
México, otrora bella y linda tierra de las hermosas rancheras
y de los huapangos; de los charros, mariachis y de las hermosas chulas; de
artistas y de taquilleras películas costumbristas, la gran mayoría en blanco y
negro, protagonizadas por ídolos como Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier
Solís, Miguel Aceves Mejía, María Feliz,
Cantinflas, Viruta y Capulina; Tin Tan, la india María, Vicente Fernández, entre
otras estrellas no menos importantes. Toda esta belleza sintetizada en aquella
inmortal canción ranchera de Jorge Negrete “México
Lindo y Querido”, la misma que hasta hace poco constituía la carta de
presentación de los mexicanos en América y en el mundo; hasta que hoy, luego de
más de 20 años de aplicación del modelo económico neoliberal, probablemente ya
no canten con orgullo “México Lindo y Querido” sino aquella otra canción muy
popularizada, también, “La vida no Vale
Nada” interpretada por Pedro Infante y otros artistas. Pero Claro, no
podría ser de otra manera después que, actualmente, la nación azteca se viene
desangrando aceleradamente, a tal punto que según todas las estimaciones
estadísticas existen hasta la fecha más de 100 mil muertos y aproximadamente 25
mil desaparecidos, hechos luctuosos y criminales dados en el contexto de la
economía de libre mercado, que aboga por la ausencia de Estado en el sector
económico, difícilmente podrían seguir cantando esa alegre canción que aludía a
la belleza mexicana.
Ahora, bien. Según los más versados analistas, en México
no es que muchas autoridades mexicanas o
funcionarios públicos, de bajo, medio y alto rango, tengan algo que ver
con los cartels de narcotráfico, ellas
mismas pertenecen a tales redes criminales, lo cual ha generado que hoy México
esté siendo categorizado como un narco-estado.
Y, es que el crimen organizado ha llegado a tal punto que se puede decir “donde
pisa un mexicano, puede ‘saltar’ un cadáver”, porque las fosas comunes son,
valga la redundancia, muy comunes y se encuentran regadas casi por toda la
república mexicana. Lo que hizo reventar el
“chupo” o la pus de la podredumbre a la cual a llegado el país de los
charros y mariachis es la desaparición de 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa,
los cuales, luego de más de un mes de haber desaparecido, hasta ahora “no lo
encuentran”. ¡Lo encontrarán, pero vaya
usted a saber en qué condiciones: probablemente calcinados o descuartizados!!
¿Los involucrados? Nada menos que el Alcalde del distrito de Iguala y su
esposa, autoridad vinculada al cartel de narcotráfico “Guerreros Unidos”. El
alto grado de delincuencia se refleja en lo que le pasó a estos estudiantes,
quienes, sólo tenían como objetivo PIFIAR
o mostrar su descontento, ante la esposa del alcalde que iba a dar un discurso
como candidata a gobernadora. No le ocurrió una mejor idea al alcalde, que ordenar
secuestrar a los 43 estudiantes, para impedir o evitar la “pifiadera”, la misma
que obviamente le hubiese mermado algunos puntos de réditos electorales a la
aspirante a autoridad.
Como se sabe, México, hasta estos momentos, está viviendo,
tal vez, la peor crisis de su historia republicana, claro está, después de la
revolución mexicana de 1910, que lideraban los famosos personajes indígenas Emiliano
Zapata y Pancho Villa. Forzando un símil de tales movimientos sociales, diremos
que, si el movimiento social campesino de 1910 fue para reclamar el “Derecho a la Tierra”, hoy, este
movimiento social de Iguala, extendido ya a toda la nación mexicana, tal vez debería ser para liberarse del
capitalismo salvaje y su modelo económico neoliberal, el mismo que,
quiérase o no reconocer, es la “madre
del cordero”, de toda la criminalidad y
corrupción de alto vuelo que vienen enquistándose en los Estados
Latinoamericanos; pero, es una madre en pleno proceso de podredumbre y de
corrupción. Mas de Veinte años de neoliberalismo salvaje y sin rostro humano,
operando como un “zorro entre el corral
de las gallinas”, es decir, los capitalistas y sus multinacionales en
asociación con los grupos de poder económico criollos, con escaso o nulo
control por parte del Estado, obviamente, tenían que terminar de la manera que
está terminando en México: Haber convertido a México en un NARCOESTADO. Digo,
“está terminando”, porque es muy probable que después de este conflicto o
tormenta social algo nuevo tiene que surgir, a nivel económico y
socio-político. NO hay que olvidar que los grandes conflictos sociales, por lo
general, siempre dan lugar a cambios sociales o cambio del statu quo, vale
decir, del orden social.
Y ¿Perú, qué pito toca en este asunto? Mucho, diría yo. Como
sabemos, en Perú también se instaló el modelo económico neoliberal,
prácticamente a sangre y fuego, en 1990, con Fujimori y Montesinos.
Delincuentes que ahora están entre las rejas. DE allí no más saquemos alguna
conclusión: El modelo neoliberal, libre
mercado o capitalismo salvaje, según muchos analistas sociales, tienen como
aliados principales a la corrupción y al narcotráfico. ¿Acaso Fujimori no
fue el que institucionalizó la corrupción, acompañado de violación de derechos
humanos, mecanismos inherentes al libre albedrío económico? ¿Acaso Montesinos
no recibía grandes cantidades de dinero vendiendo armas a las FARC de Colombia,
pese al abismo ideológico que separaba a ambos? e igualmente ¿Acaso no recibía
cuotas de 50 mil dólares por cada viaje de aviones cargados con droga
provenientes de la selva? Y, luego cuando le sucede Alejandro Toledo, Alan
García y ahora Ollanta Humala, tal dinámica social no ha cambiado mucho, puesto
que casos como el narco-avión presidencial, los narco-indultos, los hijos de
Fujimori involucrados con el narcotráfico; los casos Orellana, López Meneses,
el alcalde de Chiclayo, etc., etc. y sus famosos lavados de dinero. En estas últimas
elecciones, tal como denunció el sociólogo, experto en temas de narcotráfico,
Jaime Antesana, probablemente varias autoridades electas estén vinculadas al
narcotráfico o al lavado de dinero. Todas
estas situaciones ¿acaso no están configurando al Perú, como el próximo
NARCOESTADO?
Y, en cuanto a violaciones de derechos humanos, Perú no
está muy lejos del ahora narco-estado mexicano. Sólo basta recordar que durante
la década fujimorista se produjeron hechos como el asesinato de dirigentes
sindicales, como Pedro Huilca y Saul Cantoral, los más sonados; hubieron miles
de desapariciones, especialmente estudiantes y campesinos; el asesinato y luego
la incineración de estudiantes universitarios de la Cantuta; el
descuartizamiento de Mariela Barreto y la tortura, hasta dejarlo discapacitada,
de Leonor la Rosa, etc. etc. Hechos semejantes se han venido replicando, aunque
no con la misma intensidad, en los subsiguientes regímenes, hasta el día de
hoy. En fin, hay que decirlo con profunda tristeza: en el Perú, la corrupción
de alto vuelo, de esa que practica la clase gobernante, junto con la violación
de derechos humanos, de los más pobres, se ha convertido en fenómenos o
procesos sociales permanentes o
cotidianos, casos como lo que viene sucediendo con la familia Chaupe Acuña y la
familia Flores; los asesinatos de los 5 campesinos durante el conflicto de
Conga; entre otros similares que ocurren a nivel nacional, son sólo la punta
del Iceberg. Por ello es que, sin temor a equivocarme tengo que decir que: en
Perú, el camino hacia el narco-estado ya estaría trazado, sólo falta recorrerlo
y creo que ya lo estamos haciendo.
Escrito: 20 de noviembre del 2014
1 comentario:
No sólo en México la vida no vale nada.
En Argentina la mafia judicial te manda a matar con los médicos o policías para quedarse con tu herencia, propiedades, favorecer a una amistad, etc...
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