El
boquerón dejado en la laguna yanacocha; después de 20 años de extracción de los
minerales que ella contenía, tiene mucha similitud, con el “boquerón” dejado en
el cuerpo del Sr. Fidel Flores, sólo que en este último caso, la profundidad es
muchísimas veces más significativa y más dolorosa, ya que se ha hecho en un ser
humano. Sin duda es un “boquerón” hecho al pueblo cajamarquino, al pueblo
peruano y a la humanidad en general. Todo esto en nombre del supremo
dinero. A. Z. Lingán
Sociólogo
Avelino Zamora Lingán
Cuando abrí mi
Facebook y observé la huella de los 60 perdigones impregnada en el cuerpo
del Sr. Fidel Flores, rápidamente surgió en mi mente la idea de los enormes
tajos abiertos y boquerones que las trasnacionales mineras vienen dejando en
nuestros andes cajamarquinos y peruanos, en su afán voraz de extraer
nuestros minerales. Pero al mismo tiempo me causó un shock psicológico y
atentado contra mi sensibilidad y, estoy seguro, que a cualquier ser humano,
especialmente niños, que observe esta imagen le causará la misma sensación.
Sin duda, para
que en una sociedad, unos seres humanos (los policías) causen una acción de tal
magnitud a su propia especie, esa sociedad tiene que estar ante un
fuerte proceso de desquiciamiento y de deshumanización. Si es así,
entonces, lo que sustenta Marco Aurelio Denegri, en su famoso ensayo “El
Asesino desorganizado” respecto al actual comportamiento humano,
estaría más vigente que nunca. En efecto, en el ensayo aludido, se indica que
el ser humano es la única especie que se ensaña con su víctima. Por ejemplo, en
una pelea, después que ésta ya está vencida o muerta, su agresor le sigue
agrediendo, lanzando puñaladas, patadas, balazos, o lo que sea; mientras que
los animales, caso del perro, por ejemplo, una vez que el perrito vencido está
debajo del perro vencedor, el primero levanta las manos en son de súplica y el
perro agresor inmediatamente lo suelta; igual actitud se observa en una pelea
de gallos, o en cualquier otra pelea de animales irracionales. En cambio, en
los animales racionales, no se observa esto: Fidel Flores, después que ya
estaba agonizando, con el enorme “tajo abierto”, como resultado del proyectil,
lanzado con los 60 perdigonazos, sus verdugos seguían pateándolo, dándole
varazos, a él y a su familia; mientras que los delincuentes semidesnudos, que
“colaboraban” con la policía celebraban su salvajada en son de triunfo.
No, no creo que
se haya visto un hecho criminal de esta naturaleza en Cajamarca, al menos yo no
he visto, durante los años de vida que tengo. Observar esta imagen (la del
“tajo abierto”) lesiona, sin lugar a dudas la mucha o escasa sensibilidad
social de cualquier ser humano, excepto, claro está, la de los
policías y los soldados, por su puesto. Porque, sin duda, estos seres humanos
son aceleradamente (en 8 meses) despojados de su condición de tales, les
robotizan para que a la presión de un botón actúen sin ninguna contemplación o
son adiestrados como perros pitbuls para que en el momento que sus amos les
ordenen “ataquen” y ellos irracionalmente atacan, dejando consecuencias
letales, como en el Sr. Fidel Flores.
Lo que preocupa
es que el pueblo se puede ir adaptando a ver o convivir con este tipo de hechos
y, eso si sería peligroso. Los elementos represores conocen este tipo de
actitudes que desarrollan los pueblos, más aún cuando se muestra poca acción o
respuestas contundentes a tales hechos. Ciertamente, el pueblo reacciona
espontáneamente ante una primera vez, puede reaccionar ante una segunda o
tercera; pero luego, si sus reacciones o respuestas no impactan en los
elementos represores de una manera contundente, el pueblo cae en el cansancio,
cae en la rutina y entonces se habrá generado un proceso de adaptación,
acompañado de resignación, impotencia, indiferencia, etc. En pocas palabras, la
tendencia de un ser humano es sobre conmoverse o sobre indignarse ante un
primer hecho de sangre; ante un segundo hecho de la misma naturaleza, su grado
de indignación o conmoción puede disminuir; frente a un tercer hecho de sangre
ya su indignación y su conmoción es mucho menor y así sucesivamente hasta
llegar a cero conmoción y cero indignación. En este caso habrán triunfado las
fuerzas represivas. Por ejemplo, las luchas contra el mega proyecto Conga han
devenido, de alguna manera, en la rutina. Movilizaciones estériles (cuatro
vueltas en la plaza de armas y rompan filas, cada uno a sus domicilios, hasta
la próxima movilización, llevada a cabo en similares condiciones) En este
contexto, es que la transnacional continúa lentamente con sus operaciones, al
menos preparando sus accesos, sus carreteras, moviendo las piedras, destruyendo
los bofedales, etc, etc., lo cual, sin duda, puede ocasionar el resecado de las
lagunas, sin que éstas sean tocadas; porque las luchas que se llevaron a cabo
no impactaron de manera contundente en quienes quieren destruirlas. En
fin, sólo esperamos que en lo sucesivo, las luchas del pueblo sean mucho más
pensadas, más planificadas, con mejores estrategias; mucho más unidas y
organizadas, y sobre todo con dirigentes despojados de actitudes
infantilistas; pero con mayor impacto en los grupos de poder, para que éstos
cedan ante las exigencias de los pueblos.
Termino
el presente comentario, para que el pueblo reflexione profundamente: SI UNA
HORMIGA PICA A UN ELEFANTE, ÉSTE NI SIQUIERA LO SIENTE; PERO, SI MILLONES DE
HORMIGAS LO PICAN, TÉNGANLO POR SEGURO, QUE EL ELEFANTE MUERE. Escrito:
4 de noviembre del 2014 magen
le causará la misma sensación.
Sin duda, para
que en una sociedad, unos seres humanos (los policías) causen una acción de tal
magnitud a su propia especie, esa sociedad tiene que estar ante un
fuerte proceso de desquiciamiento y de deshumanización. Si es así,
entonces, lo que sustenta Marco Aurelio Denegri, en su famoso ensayo “El
Asesino desorganizado” respecto al actual comportamiento humano,
estaría más vigente que nunca. En efecto, en el ensayo aludido, se indica que
el ser humano es la única especie que se ensaña con su víctima. Por ejemplo, en
una pelea, después que ésta ya está vencida o muerta, su agresor le sigue
agrediendo, lanzando puñaladas, patadas, balazos, o lo que sea; mientras que
los animales, caso del perro, por ejemplo, una vez que el perrito vencido está
debajo del perro vencedor, el primero levanta las manos en son de súplica y el
perro agresor inmediatamente lo suelta; igual actitud se observa en una pelea
de gallos, o en cualquier otra pelea de animales irracionales. En cambio, en
los animales racionales, no se observa esto: Fidel Flores, después que ya
estaba agonizando, con el enorme “tajo abierto”, como resultado del proyectil,
lanzado con los 60 perdigonazos, sus verdugos seguían pateándolo, dándole
varazos, a él y a su familia; mientras que los delincuentes semidesnudos, que
“colaboraban” con la policía celebraban su salvajada en son de triunfo.
No, no creo que
se haya visto un hecho criminal de esta naturaleza en Cajamarca, al menos yo no
he visto, durante los años de vida que tengo. Observar esta imagen (la del
“tajo abierto”) lesiona, sin lugar a dudas la mucha o escasa sensibilidad
social de cualquier ser humano, excepto, claro está, la de los
policías y los soldados, por su puesto. Porque, sin duda, estos seres humanos
son aceleradamente (en 8 meses) despojados de su condición de tales, les
robotizan para que a la presión de un botón actúen sin ninguna contemplación o
son adiestrados como perros pitbuls para que en el momento que sus amos les
ordenen “ataquen” y ellos irracionalmente atacan, dejando consecuencias
letales, como en el Sr. Fidel Flores.
Lo que preocupa
es que el pueblo se puede ir adaptando a ver o convivir con este tipo de hechos
y, eso si sería peligroso. Los elementos represores conocen este tipo de
actitudes que desarrollan los pueblos, más aún cuando se muestra poca acción o
respuestas contundentes a tales hechos. Ciertamente, el pueblo reacciona
espontáneamente ante una primera vez, puede reaccionar ante una segunda o
tercera; pero luego, si sus reacciones o respuestas no impactan en los
elementos represores de una manera contundente, el pueblo cae en el cansancio,
cae en la rutina y entonces se habrá generado un proceso de adaptación,
acompañado de resignación, impotencia, indiferencia, etc. En pocas palabras, la
tendencia de un ser humano es sobre conmoverse o sobre indignarse ante un
primer hecho de sangre; ante un segundo hecho de la misma naturaleza, su grado
de indignación o conmoción puede disminuir; frente a un tercer hecho de sangre
ya su indignación y su conmoción es mucho menor y así sucesivamente hasta
llegar a cero conmoción y cero indignación. En este caso habrán triunfado las
fuerzas represivas. Por ejemplo, las luchas contra el mega proyecto Conga han
devenido, de alguna manera, en la rutina. Movilizaciones estériles (cuatro
vueltas en la plaza de armas y rompan filas, cada uno a sus domicilios, hasta
la próxima movilización, llevada a cabo en similares condiciones) En este
contexto, es que la transnacional continúa lentamente con sus operaciones, al
menos preparando sus accesos, sus carreteras, moviendo las piedras, destruyendo
los bofedales, etc, etc., lo cual, sin duda, puede ocasionar el resecado de las
lagunas, sin que éstas sean tocadas; porque las luchas que se llevaron a cabo
no impactaron de manera contundente en quienes quieren destruirlas. En
fin, sólo esperamos que en lo sucesivo, las luchas del pueblo sean mucho más
pensadas, más planificadas, con mejores estrategias; mucho más unidas y
organizadas, y sobre todo con dirigentes despojados de actitudes
infantilistas; pero con mayor impacto en los grupos de poder, para que éstos
cedan ante las exigencias de los pueblos.
Termino el presente
comentario, para que el pueblo reflexione profundamente: SI UNA HORMIGA PICA A
UN ELEFANTE, ÉSTE NI SIQUIERA LO SIENTE; PERO, SI MILLONES DE HORMIGAS LO
PICAN, TÉNGANLO POR SEGURO, QUE EL ELEFANTE MUERE.
Escrito: 4 de noviembre del 2014
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