viernes, diciembre 19, 2014

CUANDO LA POBREZA VENCE A LA RIQUEZA

Jorge Pereyra
Una pobre mujer campesina de un metro cincuenta, pero con un coraje gigantesco, le ha ganado un juicio en Cajamarca a uno de los hombres más ricos del Perú.
Máxima Acuña de Chaupe, que jamás aprendió a leer ni a escribir y pasó la mayor parte de su vida cultivando la tierra y pastoreando ganado, ha derrotado judicialmente al dueño de minera Yanacocha, Roque Benavides, educado en las mejores y más caras universidades estadounidenses.
O para decirlo en otras palabras: la agricultura orgánica y sostenible se ha impuesto a la minería irresponsable y contaminadora. Y así, una vez más, el David agrícola venció al Goliat minero.
Este 17 de diciembre, la sala penal de apelaciones de la Corte Superior de Cajamarca emitió un histórico fallo a favor de la familia Chaupe, absolviéndola de todos los cargos que venía afrontando desde hace 4 años y esfumó las ambiciones de la empresa minera Yanacocha por apoderarse del predio de propiedad de los Chaupe.
La abogada de esta familia, la cajamarquina Mirtha Vásquez Chuquilín, realizó una impecable defensa de sus humildes patrocinados imponiéndose con sólidos argumentos legales a un staff de más de 50 jurisconsultos contratados por Yanacocha en los mejores y más caros bufetes de abogados de Lima.
La señora Máxima, en medio de lágrimas, agradeció a Dios, a los pobladores cajamarquinos que siempre estuvieron pendientes de su caso. “Agradezco, además, a los magistrados que han hecho justicia. En ningún momento, yo vendí mi terreno, pero ellos se aprovecharon porque yo soy una mujer humilde y campesina. Nunca me olvidaré de ustedes. Muchas gracias”, dijo.
Máxima nació en Sorochuco, distrito de Celendín, Cajamarca. Allí creció y vivió toda su vida. Y en la localidad de Tragadero Grande tiene su propiedad desde 1994, fecha en la que un tío de su esposo les vendió con escrituras el terreno, mucho antes de que llegara Yanacocha por allí.
Sin embargo, en el 2011, Yanacocha le dijo a Máxima que sus 25 hectáreas no eran de ella sino de la mina, que había comprado todos los terrenos de los alrededores, pues se proponía realizar un megaproyecto para extraer oro de esas tierras.
Un juez venal y corrupto de Celendín ordenó el desalojo. La policía llegó a su casa y golpeó a toda su familia. “Entre tres policías, me cogieron y me agarraron a palazos, en el suelo me quedé tendida. A mi hijo, que tiene 15 años, lo amenazaron con un arma. No ha quedado bien el muchacho desde ese día. A mi esposo, le quitaron su celular, le golpearon las costillas. Mi hijo, el mayor, también fue golpeado, y tuvo que estar internado en el hospital”. Felizmente el desalojo no prosperó.
Ella cuenta con una medida cautelar de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que la protege y que ha advertido al gobierno peruano que cesen de inmediato los atropellos y maltratos en su contra.
Sin embargo, como ella misma declara, las amenazas de la policía y de los empleados yanacochinos siguen. “Desde el 2011 hasta hoy no podemos vivir bien. Ante mis propios ojos han matado a mis ovejas, han pasado con un camión disparándoles. Yo tenía mi perro pastor, que cuidaba mi terreno, y cuando pasaban, les ladraba. Un día lo han matado al animalito. Nosotros hasta ahora estamos en este conflicto, estamos en peligro. Siempre están con su personal rodeando el terreno, nos vigilan. Yo no puedo caminar por los terrenos del costado porque me pueden disparar”.
Es de esperarse que luego de este histórico fallo judicial, en el que por primera vez ha perdido un juicio Yanacocha, cesen los atropellos en contra de esta sufrida familia campesina. Estaremos vigilantes.

Feliz Navidad, señora Máxima Acuña Chaupe.

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