“Hay cae, cae la lluvia; viene, viene el
sufrimiento; pero si la lluvia pasa, cuando pasa el sufrimiento, cuando viene
la esperanza”. Fragmento de la canción contestataria “Techos de Cartón” del
Cantautor Alí Primera.

Pero, desde la perspectiva política la caridad se
convierte en un instrumento económico-político, sobre en el contexto
neoliberal, sistema que reduce la existencia del ser humano a la acumulación de
capital y que al Estado lo convierte en mero guachimán o gendarme de los
intereses económicos privados y en recaudador de impuestos de las grandes
mayorías. Los privilegiados son las grandes empresas transnacionales y algunos
grandes grupos de poder económico locales o criollos, con exoneraciones de
tales impuestos, que no es gratis, porque detrás de ello existe corrupción,
coimas o las famosas aceitadas de mano. Pero, no quiero salirme del tema. La
caridad como instrumento económico, en la medida que a los gobiernos
neoliberales, les resulta más rentable otorgar caridad (botellitas de agua
mineral, kg. de azúcar, arroz, ropa usada, pan, frazadas baratas, etc., etc.),
que además, ni siquiera es dinero, salido de las arcas estatales sino de las
donaciones populares; que invertir en mega proyectos de desarrollo, de defensas
ribereñas, de encausamientos de ríos y quebradas, de forestación, etc.
Obviamente, mega proyectos de esta naturaleza demandan de grandes inversiones
monetarias, que solucionarían los problemas de huaycos y desbordes de manera
considerable, pero como se trata de proyectos sociales, es decir de proyectos
que benefician a los más pobres, a los agricultores, en general a la población
marginada urbano-rural, para los neoliberales, con “mentalidad de banqueros”,
como dice Correa, el Presidente ecuatoriano, no son rentables y al no ser
rentables, no les interesa. Desde esta perspectiva, “más rentable es” otorgar
limosnas o caridad, utilizando, para ello al propio sector popular no afectado.
¡Pobres ayudan a pobres, el Estado evade su responsabilidad, pero, en cambio,
se lava la cara, presentándose como estado caritativo!!
Otra ventaja económica para los neoliberales, es
que los desastres son muy bien utilizados para obtener ganancias. El truco
consiste en la llamada reconstrucción del espacio o lugar destruido. Pues aquí
entran a tallar los bancos, las financieras o cajas, otorgando sus famosos
créditos con intereses usureros, para la reconstrucción, especialmente de
viviendas, vías de comunicación (carreteras, trochas, puentes, etc.), eso si,
bajo diversas modalidades que les permita obtener grandes ganancias. La banca,
sea chica o sea grande; privada o estatal nunca pierde, tampoco dona un dólar o
un sol, sin antes asegurar que ese dólar o ese sol invertido retorne
multiplicado por 5; 10; 15; o 20. Por ello es que, para el Estado neoliberal,
de capitalismo salvaje, como en el que nos encontramos inmersos, la caridad
puede ser rentable. Ojo: no digo que sea rentable para los ciudadanos o
ciudadanas de buena fe que muchas veces donan lo que ya no usan en casa o
dejando de comer, lo digo por el Estado y sus gobernantes, quienes teniendo la
capacidad de decisión y el dinero del pueblo contribuyente, no retorna ese
mismo dinero en obras o proyectos que le aseguren bienestar y calidad de vida,
evitándole impactos desastrosos de los huaycos y desbordes.
Otro beneficio económico para el Estado neoliberal de los desastres es que éstos son utilizados para la práctica de la corrupción, es decir, para que muchos funcionarios públicos de alto y bajo nivel se enriquezcan, ya sea apropiándose de las donaciones, como fue en el caso de la ONG APENCAY, de la familia Fujimori, quien se apropió de las donaciones de ropa proveniente de Japón; FORSUR en el caso del gobierno aprista, cuando sus funcionarios se apropiaron de los fondos, destinados a la reconstrucción de la Región Ica, afectada, en ese entonces, por el terremoto, entre potros muchísimos casos más. Con estos antecedentes, qué duda cabe, que hoy, cuántos altos funcionarios apristas, toledistas, fujimoristas, pecausas, etc., etc., estarán frotándose las manos esperando la oportunidad que les llegue el dinero a sus manos para lucrarse personalmente. Repito, por ello es que en el contexto neoliberal, la caridad es rentable.
Otro beneficio económico para el Estado neoliberal de los desastres es que éstos son utilizados para la práctica de la corrupción, es decir, para que muchos funcionarios públicos de alto y bajo nivel se enriquezcan, ya sea apropiándose de las donaciones, como fue en el caso de la ONG APENCAY, de la familia Fujimori, quien se apropió de las donaciones de ropa proveniente de Japón; FORSUR en el caso del gobierno aprista, cuando sus funcionarios se apropiaron de los fondos, destinados a la reconstrucción de la Región Ica, afectada, en ese entonces, por el terremoto, entre potros muchísimos casos más. Con estos antecedentes, qué duda cabe, que hoy, cuántos altos funcionarios apristas, toledistas, fujimoristas, pecausas, etc., etc., estarán frotándose las manos esperando la oportunidad que les llegue el dinero a sus manos para lucrarse personalmente. Repito, por ello es que en el contexto neoliberal, la caridad es rentable.
Políticamente, la caridad también es rentable,
puesto que la clase política criolla, pretexto de las donaciones no duda en
hacer proselitismo político con la botella de agua, el kilo de arroz o la ropa
usada; aunque también, el congreso entra en el juego aprobando montos de dinero
destinados a la ayuda “humanitaria”, sin ninguna restricción, ningún protocolo
a seguir por los congresistas, encargados de distribuir las famosas ayudas. Tal
es así que la jefa de la mayoría congresal no solo hace proselitismo político
sistemático en el Congreso a través de sus congresistas, también hoy lo hace
aprovechando la tragedia del pueblo trujillano, donde, cual “mama noela”, llega
con regalos a los damnificados, como quien advirtiéndoles caricaturescamente
“hoy por ustedes, los damnificados, el 2021 por mi”. En general, los desastres
llamados “naturales”, son utilizados por toda la clase política criolla,
incluido muchos autodenominados o disfrazados de izquierda, para ganarse cierta
popularidad, esperando obviamente que mas tarde, llegado el momento electoral,
esa popularidad se traduzca en votos. Los empresarios, hablo de los llamados
“grandes”, igualmente, utilizan los desastres para lavarse la cara y su
conciencia, otorgando dádivas, luego de que su vaso (llamado riqueza) se
derrama, es decir, luego de llenarse los bolsillos, sus cuentas bancarias,
eludiendo y evadiendo impuestos, y lo que es peor, muchos de ellos, explotando
a sus trabajadores o conculcándole sus derechos laborales y sociales. Por esta
razón, es importante tener cuidado, con las famosas ayudas o donaciones de la
empresa privada, no vaya a ser que esas ayudas o esas donaciones, luego sean
cobradas con ganancia y todo lo demás. Es decir, le pasen la factura al Estado,
en realidad al pueblo. Porque, como ya indicamos en algún lugar, la mentalidad
de banquero no te dona ni regala un dólar o un sol si es que no hay garantía de
ganancia o de rentabilidad. Guste o no, créanme o no, esa es la lógica del
capital, del Estado neo liberal, donde la caridad sí puede ser rentable.
Finalmente, el pueblo recibe por necesidad, más aún
en circunstancias como las que les está dejando los desbordes y los huaycos del
2017, los cuales obviamente se podrían evitar, si es que existieran
gobernantes, no con mentalidad de banqueros, sino con sensibilidad social y
sobre todo con capacidad para planificar la economía. Ya sabemos que a los
neoliberales les apesta la planificación, para ellos la palabra es censurada,
su uso debe ser prohibida, porque el sacrosanto libre mercado lo puede todo. Un
gobierno planificador, como el de Ecuador por ejemplo, no se preocuparía ni
utilizaría los instrumentos del Estado, ni instrumentos mediáticos, para
promover y otorgar caridad o dádivas, sino por realizar megaproyectos de
desarrollo, y entre estos, como soporte, los megaproyectos sociales, vale
decir, proyectos de encausamiento de ríos y quebradas. Por ello, los pueblos
deben estar plenamente conscientes y claros en que no son las limosnas o la
llamada “caridad cristiana”, lo que les va solucionar sus condiciones de
pobreza o la situación en la que les deja los desastres, estos sólo constituyen
un paliativo o analgésico para el momento; la única solución es que el Estado
promueva inversión en megaproyectos sociales y productivos, pero con planificación;
sin mentalidad de banquero, ni de ratero.
Escrito: Marzo, mes de huaycos y desbordes
Escrito: Marzo, mes de huaycos y desbordes