Escribe: Wilder A. Sánchez Sánchez
Las inundaciones y huaicos que están afectando a varias regiones del Perú se deben al fenómeno cíclico El Niño, es cierto. Pero a medida que vaya aumentando el calentamiento global en el planeta Tierra a consecuencia del aumento de la contaminación atmosférica con gases de efecto invernadero (dióxido de carbono CO2, metano CH4, óxido nitroso N2O, clorofluorcarbonos CFC), el cambio climático, los fenómenos El Niño, huracanes, tifones, ciclones, sequías, etc. serán cada vez más intensos y frecuentes en las regiones en las que ocurren y a nivel mundial; incluso, pueden ocurrir algunos de estos fenómenos en lugares del planeta en donde nunca antes se presentaron (de hecho, esto ya viene sucediendo). El 18 de enero, la NASA, la Organización Mundial de Meteorología (OMM) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) informaron que el 2016 fue el año más caluroso desde que comenzaron los registros en 1880 y el tercer año consecutivo en que la Tierra batió el récord de aumento de la temperatura, situándose 1.1 grados centígrados más alta que la registrada en la era preindustrial y 0.07°C mayor que la del 2015. Nótese que con un incremento de tan sólo 1.1°C de la temperatura planetaria promedio desde 1880, los fenómenos climatológicos como El Niño, huracanes, nevadas, sequías y otros se han ido tornando más violentos y prolongados, ocasionando desastres, muertes, damnificados y refugiados climáticos. ¿Y qué pasaría si la temperatura global aumenta 1.5°C o 2°C?; peores inundaciones y huaycos e incluso huracanes podrían ocurrir en donde no los hubo.
Por otra parte, en el Perú las cabeceras de cuenca
de los ríos que desembocan en el Pacífico, en el Marañón y en otras vertientes
están siendo destruidas con los enormes tajos, socavones, carreteras, caminos
de acarreo, canchas de relaves, pozas de lixiviación, hangares, etc. de las
grandes operaciones mineras, principalmente, que remueven cientos de miles de
toneladas de rocas diariamente y destruyen la cobertura vegetal de los cerros
de las cordilleras de la Sierra. Por eso, al quedar descompactados los suelos y
sin vegetación los cerros, cuando caen intensos aguaceros los ríos y quebradas
arrastran rocas, piedras, arena y gran cantidad de tierra removida, que llegan
en forma de huaycos a los valles y ciudades de la propia Sierra o de la Costa.
En consecuencia, las empresas mineras y los Gobiernos extractivistas tienen
mucha culpa y responsabilidad en las desgracias que están ocurriendo. Este
aspecto de los desastres aparentemente “naturales” que están ocurriendo en el
Perú no está siendo abordado, no sólo por los gobernantes actuales y sus
funcionarios, sino incluso por los ecologistas o ambientalistas, incluyendo a
los congresistas de esta orientación.
Es hora de crear conciencia de la necesidad de proteger las cabeceras de cuenca, los cauces y zonas ribereñas de ríos y quebradas, y de exigir al régimen de turno no más concesiones mineras en cabeceras de cuenca y ecosistemas frágiles, así como el desarrollo de proyectos de recuperación y manejo de cuencas, respeto a la zonificación ecológica-económica y a los planes de ordenamiento territorial, entre otros. Trabajemos en la perspectiva de la sustitución del modelo de desarrollo extractivista minero-exportador por un modelo de desarrollo sostenible o sustentable.
Es hora de crear conciencia de la necesidad de proteger las cabeceras de cuenca, los cauces y zonas ribereñas de ríos y quebradas, y de exigir al régimen de turno no más concesiones mineras en cabeceras de cuenca y ecosistemas frágiles, así como el desarrollo de proyectos de recuperación y manejo de cuencas, respeto a la zonificación ecológica-económica y a los planes de ordenamiento territorial, entre otros. Trabajemos en la perspectiva de la sustitución del modelo de desarrollo extractivista minero-exportador por un modelo de desarrollo sostenible o sustentable.
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