Por: Avelino Zamora Lingán (1)
Cuando la Newmont Mining Corporation, mas conocida como propietaria de Minera Yanacocha, inicia sus actividades en 1993, el optimismo se había apoderado de las mentes de los cajamarquinos. Más aún, tal optimismo era inyectado por los gobernantes nacionales y locales de turno, cuando en cada instante asociaban, por todos los medios, la llegada de la transnacional minera con la palabra “desarrollo”. ¡Claro! No era para menos, puesto que, desde hace siglos, Cajamarca era la cenicienta del Perú. Pues, ni siquiera el reconocimiento como departamento en el año 1855, después del levantamiento del 3 de enero de 1854, había significado el inicio de su real desarrollo. Entonces, era lógico que ante el anuncio de la llegada de una de las más grandes empresas auríferas del mundo, a explotar nuestro oro, los cajamarquinos nos llenemos las mentes de optimismo y de esperanza.
Han sido suficiente 14 años de actividad minera para que tal optimismo se vaya esfumando del imaginario popular cajamarquino y sea sustituido por la desconfianza generalizada; quizá los trabajadores directos, algunas autoridades locales y nacionales y algunos medios de comunicación masiva, estén exentos de tal desconfianza. En este contexto, hoy, la desconfianza, constituye un fenómeno social que está en constante crecimiento y no sólo tiene como raíz la ausencia de desarrollo, sino otros procesos negativos alimentan dicho crecimiento: corrupción, crisis económica, pérdida de valores, demagogia de los políticos, etc. El problema es que la desconfianza no se limita a un concepto abstracto; pues, ésta se traduce en CONFLICTOS SOCIALES, procesos sociales negativos que, en la actualidad, están marcando la dinámica social de nuestra región. Entonces, ciertamente, existe crecimiento económico, el mismo que, deliberadamente o no, es confundido, por muchos, con desarrollo; pero, también existe crecimiento del fenómeno desconfianza. Cabe indicar que mientras la palabra crecimiento implica sólo cambios cuantitativos, la palabra desarrollo implica cambios cualitativos, cambios que van de lo inferior a lo superior. Por lo tanto, Cajamarca está lejos de haber logrado el anhelado desarrollo o por lo menos de mostrar tendencias hacia él (su paso del cuarto al segundo lugar en pobreza, sustentan este argumento) Lo único que ha logrado es crecimiento: ha crecido la riqueza para un pequeño grupo y, junto a ello, crece la población, crece el desempleo, crece la delincuencia común, crece la corrupción, crecen las demandas sociales y crece el descontento y la desconfianza. ¡Cajamarca Crece! Sin ninguna duda, es una frase que acertadamente es utilizada por la misma transnacional minera.
Fuente: Revisa "El Maletero" edición febrero 2007
Cuando la Newmont Mining Corporation, mas conocida como propietaria de Minera Yanacocha, inicia sus actividades en 1993, el optimismo se había apoderado de las mentes de los cajamarquinos. Más aún, tal optimismo era inyectado por los gobernantes nacionales y locales de turno, cuando en cada instante asociaban, por todos los medios, la llegada de la transnacional minera con la palabra “desarrollo”. ¡Claro! No era para menos, puesto que, desde hace siglos, Cajamarca era la cenicienta del Perú. Pues, ni siquiera el reconocimiento como departamento en el año 1855, después del levantamiento del 3 de enero de 1854, había significado el inicio de su real desarrollo. Entonces, era lógico que ante el anuncio de la llegada de una de las más grandes empresas auríferas del mundo, a explotar nuestro oro, los cajamarquinos nos llenemos las mentes de optimismo y de esperanza.
Han sido suficiente 14 años de actividad minera para que tal optimismo se vaya esfumando del imaginario popular cajamarquino y sea sustituido por la desconfianza generalizada; quizá los trabajadores directos, algunas autoridades locales y nacionales y algunos medios de comunicación masiva, estén exentos de tal desconfianza. En este contexto, hoy, la desconfianza, constituye un fenómeno social que está en constante crecimiento y no sólo tiene como raíz la ausencia de desarrollo, sino otros procesos negativos alimentan dicho crecimiento: corrupción, crisis económica, pérdida de valores, demagogia de los políticos, etc. El problema es que la desconfianza no se limita a un concepto abstracto; pues, ésta se traduce en CONFLICTOS SOCIALES, procesos sociales negativos que, en la actualidad, están marcando la dinámica social de nuestra región. Entonces, ciertamente, existe crecimiento económico, el mismo que, deliberadamente o no, es confundido, por muchos, con desarrollo; pero, también existe crecimiento del fenómeno desconfianza. Cabe indicar que mientras la palabra crecimiento implica sólo cambios cuantitativos, la palabra desarrollo implica cambios cualitativos, cambios que van de lo inferior a lo superior. Por lo tanto, Cajamarca está lejos de haber logrado el anhelado desarrollo o por lo menos de mostrar tendencias hacia él (su paso del cuarto al segundo lugar en pobreza, sustentan este argumento) Lo único que ha logrado es crecimiento: ha crecido la riqueza para un pequeño grupo y, junto a ello, crece la población, crece el desempleo, crece la delincuencia común, crece la corrupción, crecen las demandas sociales y crece el descontento y la desconfianza. ¡Cajamarca Crece! Sin ninguna duda, es una frase que acertadamente es utilizada por la misma transnacional minera.
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