Por Sociólogo: Avelino
Zamora Lingán
Cada vez se afirma el hecho
que las transnacionales mineras, en especial, la más cuestionada por la
población cajamarquina, están desesperadas por generarse una buena imagen en la
población y así conseguir la licencia social para poner en marcha sus proyectos
mineros, en particular el mega proyecto Conga. Pero lamentablemente no
encuentran otras estrategias para tal fin ni los encontrarán; pues, todo indica
que la única y la más efectiva es
aquella que ya han venido haciendo desde hace 20 años: regalar, por decirlo de
alguna manera, chicles, caramelos, cigarrillos, almuerzos y algunas migajas de
dinero para que los pueblos organicen sus diversas festividades, cívicas y
religiosas. Ahora, esta práctica dadivosa, paternalista y asistencialista,
indignante e insultativa a la dignidad de los pueblos se ha intensificado y
generalizado.
A una multinacional minera
le resulta muchísimo más barato seguir embaucando a los pueblos cajamarquinos
con dadivas antes que aportar y/o promover un verdadero desarrollo de la
agricultura y la ganadería, actividad con la cual tales pueblos han sobrevivido
por cientos de años, tanto en las zonas rurales como zonas urbanas. Es más, una
industria como la minera, necesita de mano de obra barata y además necesita que
en su entorno exista población necesitada, si es en situación de extrema
pobreza, mejor, puesto que una población en tales condiciones fácilmente será
sometida, subordinada, explotada y dependiente. La región Cajamarca al ocupar
el segundo lugar en el ranking de la pobreza a nivel nacional, le cae como
anillo al dedo a los objetivos estratégicos de las trasnacionales, siendo uno
de estos, la de construirse una imagen paternalista al interior de la población
a costa de la dignidad de los pueblos.
Si antes las prácticas
paternalistas se localizaban principalmente en el ámbito rural, a la par que a
través de corrupción a muchos funcionarios públicos, (alcaldes, presidentes
regionales) y muchos periodistas y algunos dueños de instrumentos mediáticos;
hoy tales prácticas se han extendido a la zona urbana de Cajamarca, pues, éstas
son cada vez más visibles. Se puede decir que la transnacional está a la “caza”
de eventos, aniversarios, festividades deportivas, religiosas y cívicas, para
congraciarse con alguna dádiva económica y así buscar la aceptación de la
población. En este sentido, las juergas juveniles en la plaza de armas, el
ímpetu del señor congresista de “color naranja”, por organizar mega eventos
bailables, fútbol y el “apoyo”, por parte de la transnacional a los barrios para su participación en el
Carnaval, etc., no tiene nada de casual ni de buenas intensiones, pues lo único
que se busca con ello, es “entretener” a la población y buscar la licencia
social para su mega proyecto. Lo preocupante es que tales prácticas ya se están
extendiendo a provincias, como Cajabamba, Celendín y probablemente se extenderá
a otras provincias. Obviamente, son otras trasnacionales mineras las que vienen
copiando los estilos de la Newmont, como por ejemplo la Shulliden en Cajabamba,
la misma que se ha entrometido en el carnaval al margen de la voluntad de la población
cajabambina.
Pero el problema no sólo es
de las trasnacionales dadivosas, también lo es mucho más de muchas autoridades,
dirigentes, dueños de instrumentos mediáticos y periodistas, quienes se han
acostumbrado ha
estirar la mano a las mineras para
organizar carnavales o cualquier otra
festividad o evento académico o cívico, etc. Autoridades o dirigentes con
escasa o nula capacidad para gestionar ante otras entidades públicas o privadas
que no sean mineras; autoridades y dirigentes que se han acostumbrado a recibir
fácilmente y sin mayor trámite, ni rendición de cuentas, para supuestamente
quedar bien con la población que los eligió, para que hagan obras, proyectos y
promuevan el desarrollo; pero, no para que se entreguen en cuerpo y alma a las
trasnacionales, ni para que vendan o hipotequen las fuentes de agua, ni para
que se hagan de la vista gorda, junto con la mayoría de instrumentos
mediáticos, cuando son destruidas por los proyectos mineros.
Los campesinos
cajamarquinos, los niños y niñas que diariamente se observa pidiendo una
limosna, quizá para pasar el día, son criticados severamente por muchas
personas, y también por las autoridades. Como reza el dicho tales autoridades
“miran la paja en ojo ajeno y no ven la tremenda viga que tienen en el suyo”; pues no se dan cuenta que ellas mismas se han convertido
en limosneras de las mineras, porque sólo esperan que éstas les den alguna
migaja ya sea para obras o para las juergas. Creo, en esta perspectiva,
que tales autoridades limosneras no tienen ninguna autoridad moral para
cuestionar a la población rural o a los niños y niñas que piden una propina si
ellas mismas son el ejemplo para ellos. Muchas autoridades y dirigentes y
dueños de algunos instrumentos mediáticos, se han convertido en dependientes
absolutos de las trasnacionales mineras, tal como el país entero es dependiente
de los Estados Unidos y del capital trasnacional; son ellos los que “morirían”
si es que éstas se van de Cajamarca y no la población cajamarquina como ellos
sostienen; puesto que dicha población a vivido por cientos y miles de años de
su agricultura y ganadería.
La población Cajamarquina
debe despertar y rechazar la actitud de aquellas autoridades y dirigentes que
sin ninguna capacidad técnica para gestionar y sin ninguna ética y moral, pero
sí con un amplio espíritu rastrero y de mendigo, se arrodillan y le hacen el
juego a las trasnacionales y estiran la mano para cualquier dádiva a cambio de
nuestras lagunas, colchones acuíferos y recursos naturales en general. El
llamado es también a los jóvenes para que no sucumban ante los objetivos de las
mineras, que busca excluirlos del contexto social; entretenerlos con todos los
medios a su alcance: con droga, alcohol y sexo; para de esa manera alejarlos de
las luchas sociales y de las protestas. Pero los jóvenes deben abrir los ojos,
para darse cuenta que el futuro de Cajamarca les pertenece a ellos; los
problemas sociales, como la falta de agua, el calentamiento global, la
contaminación ambiental, la desaparición de la agricultura y la ganadería les va
afectar mucho más a ellos, que a la generación presente.
También tienen que abrir los
ojos para darse cuenta que lo que hacen las autoridades actuales, es mendigar a
las trasnacionales ante la incapacidad de gestión no es el camino correcto, es
lo peor; es rebajar la condición humana, rebajar la autoestima personal; es
desarrollar el espíritu rastrero, antes que elevar la condición humana; es
justificar que el gobernante o dirigente se apropie de los dineros del pueblo
con el argumento de “si hace obra no importa que robe“, siguiendo esa misma
lógica entonces dirán si me da un dólar no importa que destruyan las fuentes
hídricas; creo que ese tipo de razonamiento (si es que en realidad es
razonamiento) no debe prosperar en ninguna sociedad de humanos que se respete y
se considere digna.
Muchos gobernantes
probablemente piensen que sus gobernados son como niños, que lloran, protestan
y reclaman y que, ante ello, es necesario darles caramelos para que se
contenten; pero resulta que ellos son los que actúan de forma tal al
convertirse en mendigos frente a las mineras; las cuales le dan las migajas
para los eventos y para las pequeñas obras y entonces son capaces de
arrodillarse y rendirles loas y alabanzas, haciéndose los ciegos, sordos y
mudos ante los atropellos hacia la población. Son ese tipo de comportamientos y
de actitudes colonialistas de los gobernantes que se convierten en patrones y
modelos, especialmente para niños y
jóvenes. Luego se cuestiona el porqué existen tantos mendigos, porqué existe
alcoholismo. ¡Como no va existir alcoholismo si son las propias autoridades
quienes se ponen en plan de promotores, cuando, por ejemplo, en lugar de
prohibir las tremendas juergas en la plaza de armas, donde corre alcohol y
posiblemente droga y sexo, la autoridad se limita a proveerles de servicios
higiénicos.
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