(El
mejor homenaje: continuar la revolución bolivariana)
Por Sociólogo:
Avelino Zamora Lingán
En los días de
duelo nacional en Venezuela no ha sido extraño observar enormes masas humanas ataviadas
con sus boinas rojas, envueltos en la bandera tricolor venezolana y otros
atuendos, pugnando por echarle, aunque sea, una última mirada al ataúd donde
yace el cuerpo de Hugo Chávez Frías, quien en vida fuera su más apreciado
líder. Obviamente masas humanas que hasta antes que el extinto líder
bolivariano asuma el poder, sobrevivían excluidos por los sucesivos regímenes
derechistas y neoliberales. Muchos de ellos seguramente recordarán durante toda
su vida que, por única vez, en toda su historia republicana, tuvieron un
Presidente que promovió una verdadera inclusión social; pero no con
asistencialismo paternalista, al estilo ollantista, toledista, aprista, etc.,
etc., sino con verdaderos programas y proyectos de desarrollo y sobre todo, con
la sustitución de una constitución neoliberal imperialista, por una
constitución bolivariana; y, que además, fue un Presidente que supo “amarrarse
bien los pantalones” para enfrentarse a los grupos de poder económico, tanto
locales como trasnacionales, y enfrentarse ante sus más fieles representantes
como Mister Ranger (George Bush, padre e hijo; el Rey de España); y a los
caimanes del mismo pozo (Fujimori, Toledo, Alan García y hoy Ollanta Humala),
entre otros entreguistas y mercaderes de recursos naturales. ¡Ya quisieran
cualquiera de los sátrapas derechistas y neoliberales, opresores de los
pueblos, movilizar a millones de seres humanos el día en que se despidan de
este mundo! Valgan verdades, a las exequias de estos personajes, apenas asisten
sus familiares y a veces acostumbran ser sepultados en secreto, y en el
extranjero, tal vez porque muchos de ellos se van con la conciencia negra de
haber oprimido y hecho daño a millones de seres humanos, a través de sus
políticas antipopulares.
Hugo Chávez increpaba
verbalmente a muchos personajes, entre éstos a George Bush, el mayor
representante del imperialismo capitalista, lo que ningún mortal común y de a
pie se hubiese atrevido a hacerlo, sin correr el riesgo de ser fusilado o
cuando menos apresado y acusado de “subversivo”, de loco o cualquier otro
adjetivo calificativo. Decirle públicamente al Presidente del país más poderoso
del planeta, que es un “alcohólico”, un “asesino”, un “genocida” o aludirlo con
el término “diablo”, por el “olor a azufre” que, según el bolivariano, aún
quedaba en el auditorio de las Naciones Unidas, después de su presencia el día
anterior, requería una dosis muy elevada de valentía y coraje. Por ello y por
su enorme sensibilidad social es que Hugo Chávez se ha impregnado en el corazón
de las grandes mayorías populares marginadas de Venezuela y de América Latina. Por
ello es que no es exagerado la solicitud para que sea sepultado al lado de
Simón Bolívar, como tampoco lo es haber decidido embalsamarlo, para una
exposición permanente, tal como se lo hizo con Lenin, el líder de la revolución
soviética rusa. Asimismo, por sentar las bases para la construcción de una
patria socialista, en Venezuela y en toda América Latina, es digno equipararlo
con grandes líderes del socialismo y el comunismo, como el Che Guevara, Fidel
Castro o Lenin, aunque tales líderes tienen muchos más méritos en el
pensamiento y en la acción
revolucionaria mundial.
Ahora, bien.
De hecho, con la desaparición física de Hugo Chávez se inicia otra etapa en la
dinámica socioeconómica y política de Venezuela y en las relaciones
internacionales, lo cual probablemente será mucho más notorio en países de
América del Sur y el Caribe: Bolivia, Ecuador, Argentina, Colombia, Cuba y
Nicaragua y en el mismísimo Estados Unidos. Pero, la gran pregunta es ¿Continuará
la línea política e ideológica chavista? O como dicen continuará el chavismo
sin Chávez? Para la derecha y grupos de poder económico de Venezuela de América
Latina y para el mismo Estados Unidos, la muerte de Chávez constituye la gran
oportunidad de su vida para que recapturen el poder y, si alguien está saltando
de alegría y celebrando la muerte de Chávez en lujosos bufets entre caros
wiskys y almuerzos, son precisamente tal clase política y grupos de poder
económico, al igual que la prensa lacaya pro imperialista, puesto que desde
hace mucho tiempo han estado pugnando por sacar del poder al líder bolivariano
y frotándose las manos durante su corta agonía; pero, siempre han fracasado,
gracias a la aún endeble conciencia socialista del pueblo, que supo movilizarse
para neutralizar los afanes desestabilizadores de la oposición.
Sin embargo, los
pueblos debemos comprender que los grandes proyectos, del tipo que sean, más
aún los proyectos revolucionarios como el de Chávez, no se pueden consolidar ni
ser sostenibles en el tiempo, en el corto plazo; tales proyectos se consolidan
y se hacen sostenibles en el largo plazo, vale decir en 25 ó 30 años, en el
mejor de los casos. Y, es que para lograr la sostenibilidad de estos proyectos
el factor fundamental es la conciencia social, donde las personas se
desarrollan, desde su nacimiento, asimilando los positivos impactos sociales,
económicos y políticos del proyecto revolucionario o histórico. Este proceso de
asimilación o internalización de los impactos positivos del proyecto
revolucionario, es lo que constituye la cimentación del proyecto en la
conciencia social del pueblo. Lamentablemente este no es el caso del proyecto
bolivariano, pues su gestor apenas logró estar en el poder 14 años, tiempo muy
corto para que las bondades del socialismo bolivariano se cimente en la
conciencia de la mayoría del pueblo venezolano. Chávez, conocía esto, por ello
es que él estimó 30 años, para consolidar el proceso revolucionario. El más
claro ejemplo de proyecto revolucionario cimentado y consolidado en la
conciencia social es el cubano; dado que Fidel Castro estuvo más de 50 años en
el poder, tiempo suficiente para tal logro; puesto que ya existe toda una
generación que nació, se desarrolló y está haciendo su vida en el marco de la
revolución cubana. De allí que, así muera Fidel o Raúl Castro, la derecha, las transnacionales
y el imperio norteamericano, junto con sus lacayos serviles de todas las
naciones, no pueden, ni podrán traerse abajo el edificio socialista cubano y
siempre fracasarán en su intento.
Desde este
enfoque, la muerte de Hugo Chávez significa, entonces, un alto riesgo para el
proyecto bolivariano, más aún cuando la derecha y los grupos de poder económico
venezolanos están al acecho del poder y un pueblo que probablemente aún es
vulnerable, o sea débil, ante sus estratagemas y ataques mediáticos. A esto se
suma la hipocresía de algunos gobernantes de América Latina, que de palabra son
recontra nacionalistas, socialistas, comunistas, seguidores de Chávez. etc,
etc. y, hasta asisten a los funerales, caso Humala, por ejemplo; pero, que en
la acción o en la práctica son simples traidores, por pregonar una cosa en
campaña electoral y hacer otra cuando llegan al poder, empezando por un
entreguismo fundamentalista de nuestros recursos naturales a las
transnacionales. Creo, sin duda, que el mejor homenaje póstumo a Hugo Chávez,
no es rindiéndole loas y alabanzas junto a su féretro, el mejor homenaje a este
gran líder bolivariano es continuar con su proyecto: El proyecto bolivariano,
tal como probablemente lo soñaba su gestor, el proyecto que encaminaba a los
pueblos, no sólo de Venezuela sino de toda América Latina, RUMBO AL SOCIALISMO
DEL SIGLO XXI.
Escrito: 7 de marzo del 2013
No hay comentarios.:
Publicar un comentario