“EL
DIA DE LOS HIPÓCRITAS”
“No cambien el Clima, cambien el
sistema (capitalista)” Consigna popular muy difundida en la Conferencia Mundial
por el Cambio Climático, realizado en Copenhague - Dinamarca en el año 2009 y
citada por Hugo Chávez durante un discurso sobre el cambio climático ocultado
por la prensa lacaya del capitalismo.
Por Sociólogo: Avelino Zamora
Lingán
La hipocresía, que de acuerdo con el DRAE (Diccionario
de la Real Academia Española) es el “fingimiento de cualidades o sentimientos
contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. Tal sentimiento
cada vez más se apodera o posesiona en la mente y en la acción de muchos
políticos y autoridades. Esto se evidencia con mayor claridad toda vez que se
trata de “celebrar”, “festejar” o “conmemorar” algún “día” alusivo a algo, tal
como veremos más adelante.
Resultaría sumamente extenso enumerar o describir las
cosas, hechos o procesos que tienen “su día”, sea local, nacional,
internacional o mundial; fijados ya sea
por autoridades nacionales, por las Naciones Unidas o por cualquier otra
entidad de renombre. Así tenemos: día de la tierra, día del ambiente, día del
árbol, día de la alimentación, día del no fumador, día de la madre, día del
padre, día de los enamorados, día de la amistad, día de los niños, día
internacional de la mujer, día de la quinua, día de la dignidad, día del
campesino, día del trabajo, día de los discapacitados, día del agua, día del
pollo a la brasa, etc., etc., etc. Ya, no más falta que se fije el “día del
día”. Aún así, muchas cosas, hechos o procesos, se van a quedar sin “su día”,
porque el año sólo tiene 365 días. La pregunta que cae por su propio peso es
¿Cuándo se fijará el “día de los hipócritas” o “día de los cínicos”? Y, ¿quién
lo fijaría, las Naciones Unidas, La UNESCO,
algún gobernante, peruano, como Ollanta Humala o algún partido político
como Fuerza popular o el APRA? Aunque, en la práctica el “día de los
hipócritas” ya existe; puesto que en cualquiera de los días arriba descritos
son ellos los primeros en lanzar discursos, dar entrevistas, encabezar
pregones, etc., etc., mientras en la práctica y durante todos los días del año,
hacen y dicen todo lo contrario a lo que pregonan.
Recientemente se celebró “el día mundial del agua”, el
cual se estableció un 22 de marzo de 1992 en la Conferencia de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro. Este día es la oportunidad para que muchos
hipócritas, entre los cuales, los señores del color naranja y de los ojitos
chinitos, se declaren “abiertos defensores del agua”, demostrando así su alto
nivel de descaro, hipocresía y cinismo; cuando todo el país conoce que su líder
máximo, quien “purga condena” en una cárcel dorada, fue el mayor vende patria y
entreguista número uno de nuestros colchones acuíferos a las transnacionales
mineras, petroleras y gasíferas, para que lo destruyan y lo contaminen. En el
mismo sentido, el día mundial del agua, fue oportuno, para que muchas
autoridades estatales (ALA, ANA, Ministerio de Agricultura, entre otras),
regionales y municipales, como gerentes de medio ambiente, gerentes de recursos
naturales, también salgan a la prensa, encabecen pregones, y pronuncien sendos
y elocuentes discursos, invocando al “cuidado del agua”, “del medio ambiente”,
etc., etc., cuando en la práctica la gran mayoría se han puesto en contra del
pueblo, que viene luchando y resistiendo para que no se ejecute el mega
proyecto Conga y todos “los Congas” que existen en el país. Todo esto amerita
que el día mundial del agua se haya convertido en “día mundial de los
hipócritas y de los cínicos”
En este contexto, el “día mundial del agua”, “hora del
planeta” o cualquier otro “día de…”, sólo sirve para que muchas autoridades,
agrupaciones políticas, algunas ONGs, muestren su espíritu de figuretismo, y
para que aprovechen en fortalecer o levantar su pésima imagen que tienen frente
a la población. Asimismo, para que algunas empresas comerciales incrementen sus
ganancias, como lo hacen, por ejemplo, con “el día de la madre” o con el “día
de los enamorados”. Aquí no se trata de crear “el día del agua”, “día del medio
ambiente” o “día de la tierra” para que la población “reflexione”, tal como
reza el argumento de justificación, por parte de sus “creadores”. Tampoco se trata
de repartir millones de folletos, afiches, volantes, polos, etc., alusivos al
“día del agua” o de cualquier otro “día de…” De lo que se trata es de actuar,
de luchar, de protestar en contra del saqueo y depredación de los recursos
naturales; de otorgar leyes inflexibles sobre el medio ambiente y sobre el uso
y manejo de los recursos naturales, y sobre las operaciones mineras. También se
trata de hacer cumplir las leyes, normas o decretos existentes ¿De qué sirve
que la población común reflexione en torno al uso y manejo del agua, en el “día
mundial del agua”, cuando, por otro lado, las transnacionales están destruyendo
los colchones acuíferos todos los días y sus noches, durante los 365 días del
año? Entonces, más hipocresía no puede haber, más cínicos no se puede ser, y
más burlas al pueblo no puede darse.
Sin embargo, es saludable y rescatable la
participación de las organizaciones sociales de base y de los pueblos en
general en tales conmemoraciones por el “Día Mundial del Agua”. Pues, ello
resulta mucho más sincero y honesto; sobre todo en estos tiempos donde ya se
siente cada vez más la escases del agua, tanto para el consumo doméstico como
para las actividades agropecuarias. El culto al agua o a los apus, de los
cuales brota el vital elemento, no es más que el intento de recrear la cultura
andina, una cultura a la cual los conquistadores españoles la semi-destruyeron
a punto de la trepanación de cráneos[1], primero; y luego la clase
criolla y gobernante despreció y enseñó a despreciarla. No entendieron que la
cultura andina si que era una cultura dialógica con la naturaleza, una cultura ambientalista
que concebía una naturaleza viva, al igual que seres humanos y animales y por
ello el hombre andino dialogaba con los cerros, con la tierra, con los animales
y con las plantas; el hombre andino se sentía parte de la naturaleza, por ello
no podía destruirlo; hacerle daño a la naturaleza era como hacerlo daño a su
casa y hacerse daño así mismo.
Lo cual no sucede desde la óptica de la cultura
occidental, supuestamente “superior” y supuestamente “universal “, que concibe
a la tierra, al agua, al aire, en fin a la naturaleza en general, como simples
“recursos” a los cuales hay que,
explotarlos, usarlos y luego desecharlos o destruirlos, sin ningún remordimiento.
Precisamente bajo esta concepción occidental de la naturaleza, más el afán
ilimitado y voraz de acumular riqueza económica monetaria se explica la actitud
destructiva de las trasnacionales y del sistema capitalista en general. De allí
que toda actitud, toda declaración, todo gesto y toda señal, venida desde y
dentro de un capitalismo salvaje y neoliberal deviene en simple hipocresía y
cinismo.
Escrito: 24 de marzo del 2013
[1] Trepanar, significa horadar o hacer un hoyo en el cráneo con fines
curativos; pero los españoles tenían sus trepanadores que agujereaban los
cráneos de los indígenas para, según ellos, extraerles las creencias o el saber
andino, que para ellos eran herejías. En resumen, extraerles la “cultura
andina”, para sustituirlo por la cultura “superior” y “universal”.
1 comentario:
PRENSA LACAYA JAJAJAJAJA , ES VERDAD PORQUE LA PRENSA NUNCA HABLA DE ESTOS PROBLEMAS.
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