Por Sociólogo: Avelino Zamora Lingán
¿Sería posible la existencia de una clase social dominante que ejerza
opresión indiscriminada sobre otra (vale decir, sobre el pueblo), sin que a la
par dicha clase no disponga de poder económico
y de poder político? No, no es
posible. En relación al poder económico, éste es un poder que a lo largo de la
historia la clase dominante, según los cronistas del génesis del capital, lo ha
ido adquiriendo, empleando los métodos más draconianos y reñidos con la moral,
que se pueda imaginar: en base a saqueos, invasiones, colonizaciones,
esclavitud, etc., que luego, dichos métodos eran oleados y sacramentados jurídica
y religiosamente. Ese poder económico se sustenta hasta nuestros días en la
sacrosanta “propiedad privada” y en la “acumulación capitalista”, que son defendidas
con uñas y dientes por la clase dominante. Sin embargo, para sustentar y
perennizar al poder económico, es necesario otro poder: el poder político.
Entonces, la conjunción del poder económico y del poder político convierte a
una de las clases sociales, de las dos principales que existen en toda
sociedad, en todopoderosa, invencible y perenne, aunque no eterna, porque la
tortilla se puede dar vuelta en alguna etapa del proceso social.
Pese a que el concepto “poder político”, es de uso generalizado, son muy
pocos los que tienen un acercamiento a lo que en realidad, implica. En efecto, poder, de acuerdo con el diccionario
de la real academia, implica: dominio, imperio, facultad
y jurisdicción de la que dispone el individuo para mandar o ejecutar;
capacidad de imponer la propia voluntad sobre los otros. De otro lado,
el término, solo o acompañado, adquiere distintos significados, como por
ejemplo, poder acompañado del concepto “político” (poder político) significa: Dicho de una persona o
grupo que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado. Asimismo,
desde el enfoque filosófico, poder, significa la
capacidad que tiene un individuo o un grupo de modificar la conducta de otros individuos
o grupos. En Ciencia Política, aunque ya no se acepta que sea el concepto
central único, hay acuerdo en que tiene fundamental importancia. Burdeau define
al poder político como "una
energía social, emanación de una representación mental, colectiva y dominante,
del orden social deseable", en nombre de la cual se presta acatamiento al mando
político.
Después de observar el significado de “poder” y de “poder
político”, estamos ya en condiciones de entender la importancia concreta que
tienen estos conceptos en los procesos sociales, la importancia que tiene para
la clase dominante y también la importancia que deberían tener para los
pueblos. También, a partir de ello, se entiende el porqué la clase dominante
trata de adquirirlo, a toda costa y con todos los medios a su alcance, lícitos
e ilícitos, y porqué una vez que lo adquiere lo cuida más que a sus propios
capitales, y también lo defiende con todos los medios a su alcance. Es en este
contexto que la clase dominante se siente dueña y señora del poder político,
siente que ella y nadie más es la que tiene todo el derecho del mundo a tener
el poder político, por lo tanto ha hacer
política para conseguirlo, es decir, la clase dominante se siente ama y
señora para monopolizar a dicho
poder. Esto explica, entonces sus brincos, pataletas y enojos cuando los de abajo, o sea los de la clase
social dominada intentan, arrancar una cuota de ese poder político haciendo
política. Cuando tratan de despojar del elemento político a los diversos
problemas sociales y económicos, por los cuales luchan los pueblos, para
buscarle soluciones, a sabiendas que la esencia o el fondo de dichos problemas
o de todos estos problemas es precisamente de carácter político, porque el
origen o raíz de dichos problemas se encuentran justo en la voluntad política
de la clase dominante.
Dicho esto, entonces, ¿Es legítimo que los de abajo,
particularmente, los dirigentes de las organizaciones sociales, se atrevan a
hacer política, para arrancar una pequeña cuota de poder a través de algún
cargo público en la alcaldía, el gobierno regional, el Congreso, etc.? Por
supuesto que sí. No sólo es legítimo, es legal y es moral, Pero sobre todo es
obligatorio y necesario y no sólo para arrancar una cuota de poder, sino para
arrancarle a la clase dominante todo el poder político, con el cual ha oprimido
siempre, sigue y seguirá oprimiendo al pueblo, si es que nadie le arrebata ese
poder político. Esos gritos y enojos de la clase dominante respecto a que los
dirigentes de las organizaciones sociales de base, los estudiantes
universitarios, los campesinos, el pequeño comerciante, en fin los de abajo,
“no deben hacer política”, o que cuando salen a las calles a reclamar sus
derechos conculcados, estigmatiza dichos reclamos gritando a voz en cuello “eso
es política”, no deben ser oídos por la clase oprimida, al contrario deben ser
rechazados o pasados por desapercibidos, porque cuando la clase dominante alega
que los de abajo “no deben inmiscuirse en política” es precisamente porque
espera eternizar su dominio, sembrar el divisionismo, la desorganización y
desunión; quiere arrancar la identidad y mantener despolitizado al pueblo con
el único propósito de perennizar la explotación y la opresión.
Sin embargo, el nivel, aún bajo de conciencia política,
en los de abajo, o mejor dicho la despolitización sembrada por la propia clase
dominante obliga a que los argumentos falaces de ella sean escuchados y
asimilados y junto con ellos, los de abajo gritan en coro: “sí las luchas
sociales no deben ser políticas”, “las protestas sociales deben ser pacíficas y
sin tinte político”, “la lucha contra conga no es política”, los dirigentes (Goyo,
Arana, Saavedra, Edy, Manuel Ramos) no deben ser candidatos, por que si lo son entonces
su lucha ha buscado sus intereses particulares” y una serie de argumentos más,
engañosos, falaces y tendenciosos, que influyen negativamente en los llamados
dirigentes de las organizaciones sociales y en el pueblo. Pero también es
importante que se considere lo siguiente:
Ciertamente, los dirigentes de las organizaciones
sociales, por ejemplo quienes han estado al frente de las luchas contra el mega
proyecto Conga, tienen todo el derecho del mundo de ser candidatos, la
Constitución hecha por la clase dominante les ampara; es más, es necesario que
participen como candidatos, para que, por lo menos algunos de ellos, lleguen a
la alcaldía o al gobierno regional; pero tales actores sociales y en general el
pueblo, deben ser conscientes que una cosa es ser dirigente de alguna
organización social y otra distinta es ser autoridad local o regional. El
dirigente social goza de una relativa autonomía para actuar como tal, organizando,
convocando, educando a sus bases; mientras que la autoridad se inserta de lleno
en el sistema social, el ser autoridad de alto rango le convierte
automáticamente en una pieza más del engranaje del Estado (Estado que no se más
que la maquinaria con la cual se oprime
y se aplasta al pueblo), la autoridad tiene que limitar su accionar al
estado de derecho; a la constitución y a las leyes regidas y rígidas para los
funcionarios públicos, por ejemplo: una autoridad está prohibida de convocar y
encabezar protestas sociales, tal como la policía y el ejército están
prohibidos de hacer huelgas, etc. Sino, observemos el caso de Gregorio Santos,
quien tiene más de 30 procesos judiciales, sólo por el hecho de, siendo
autoridad ha “participado” en las protestas sociales y, por ello está con un
pie en la cárcel.
En este contexto, los dirigentes de organizaciones
sociales de base, sobre todo quienes están al frente de las luchas contra el
mega proyecto Conga y que desean ser candidatos para ocupar algún alto cargo
público, tienen que pensarlo o meditarlo muy bien: por un lado pensar que al
ser candidatos y virtualmente ocupar algún cargo público el movimiento social
queda acéfalo, “sin cabeza”, salvo que formado sus respectivos cuadros para que
les reemplace; y, por otro lado, estar dispuestos a, como dijera Einstein, romper reglas, o mejor dicho
romper ciertas normas, leyes y decretos, para continuar al lado del pueblo,
como por ejemplo aquella norma prohibitiva de su participación en la protestas
sociales. En fin, bajo el sistema que nos rige, colmado de una serie de
problemas y lacras sociales que, en su mayoría, son de carácter estructural,
aquellos dirigentes que hoy están pensando en ser autoridades deben ser
plenamente conscientes de que ser tales significa terminar siendo impopular,
odiado por el pueblo; terminar “quemado”, porque nunca más la gente volvería a
votar por él o por ellos; y, terminar, entones, en el museo de la historia, sin
pena ni gloria. Con esto no queremos desanimarlo a quienes siendo dirigentes
desean ser candidatos y llegar a ser alcaldes, presidentes regionales o
congresistas, etc., etc. lo que sucede es que les estamos advirtiendo sobre las
implicancias que traería el hecho de pasar de dirigente a autoridad ya que el
pueblo alberga muchas expectativas en aquellos que siendo dirigentes hoy optan
por algún cargo público y no quisiéramos que defrauden o traicionen, tal como
sí lo hizo y de la forma más descarada, un señor llamado Ollanta Humala.
Escrito: 8 de abril, del 2014.
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