Por: Rocío Silva S.
Uno de los análisis más finos que he leído sobre el gobierno de Gregorio Santos en Cajamarca lo ha escrito un joven antropólogo de la UNMSM, Luis Melendéz, en Argumentos del IEP, y plantea algo que en Cajamarca se sabe pero en Lima se pretende ignorar: que la agenda “anti-Conga” de Santos se inició y se ha mantenido como una presión desde amplios sectores populares representados por ronderos, dirigentes de los frentes de defensa, campesinos afectados, profesores, estudiantes y militantes de Patria Roja, partido que tiene más de 30 años de trabajo político en la zona. Melendéz los llama “poderes fácticos desde abajo”; yo simplemente los denomino las bases de la resistencia por el agua y el medio ambiente.
A diferencia de Sergio Sánchez, candidato a la alcaldía de Cajamarca, quien venía de una gerencia especializada en zonificación territorial y maneja al dedillo los diversos temas técnico-ambientales, Gregorio Santos venía de un activismo sindical y rondero, pero no manejaba los temas medioambientales a excepción de aunarse al malestar contra los impactos negativos de Yanacocha. Sin embargo, Goyo Santos asumió el liderazgo contra el proyecto minero más grande de Sudamérica cuando analizó los costos que implicaba apoyar la resistencia o mantenerse afuera. Santos supo, desde un primer momento, que para el pueblo de Cajamarca no podía caer en la traición como lo hizo Ollanta Humala.
Para esta campaña tanto el MAS, el Frente Amplio como otros movimientos afines a la resistencia anti-Conga hicieron un amplio trabajo político desplazándose por los pueblos y escuchando los diversos reclamos. La resistencia anti-Conga fue catalizadora de los votos y ese es el motivo del 47,7% de Edy Benavides en la Provincia de Hualgayoc. Por eso mismo, decir que los cajamarquinos votaron por Goyo Santos, porque el pueblo es bruto es síntoma de lo que se anuncia. Esa es la extraordinaria conclusión de Jorge Vergara, presidente de la Cámara de Comercio de Cajamarca, “ha habido mucha desinformación en el área rural, donde la gente es poco instruida y fácilmente se la puede confundir con regalos y prebendas”.
Si eso es cierto, entonces cómo explicar todo el dinero invertido en la campaña de Osías Ramirez, candidato naranja, quien evitaba dar entrevistas y hablar sobre políticas públicas, pero regalaba no “promesas” de losas deportivas sino losas deportivas completitas como si fueran gorritos o polos. Si el pueblo “es poco instruido y se deja engañar con prebendas”, ¿por qué no ganó Ramirez? Desinformación fue más bien la que desarrollaron los diarios cajamarquinos alineados a la minera, así como Radio La Beta, con el “apoyo” de El Comercio, Perú 21, Gestión, Correo, Willax, Canal N y de periodistas como Althaus, Pasquel, Ponce (El Montonero) y los diversos textos de Lampadia, el inefable Aldo Mariátegui, así como por “analistas” a tiempo completo que trasladaron sus pilchas a la zona como Miguel Santillana, aposentado en cuanta radio y tv podía durante toda la semana previa a las elecciones, para atacar a los “antimineros”.
Los cajamarquinos votaron por Santos, a pesar de las denuncias por corrupción, no porque les “engañaran” sino porque dudan de un Poder Judicial que lo aprisiona dejando libres a tantos otros políticos altamente sospechosos de corrupción (Pastor, Castañeda, Alan García). Ese es el motivo por el cual se da un alto voto cruzado en toda Cajamarca que solo le da al MAS 4 alcaldes en las 13 provincias: votamos por Santos, pero también votamos para que lo fiscalicen. La apuesta por Santos es básicamente una apuesta por la dignidad cajacha, una apuesta por la unidad de la resistencia y la lucha por el agua.
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