Hace algunos meses
comparé la decisión de Toledo de dar marcha atrás en la privatización de las
eléctricas del sur una vez que midió los alcances del “arequipazo” y comprendió
que no había forma de ganar esa batalla, con la terquedad de Ollanta de
insistir a través de sucesivos gabinetes de imponer el proyecto Conga contra la
que cada vez era una cada vez más evidente mayoría regional. La designación de
Valdés como primer ministro y su permanencia en el cargo hasta julio respondía
únicamente al tema Conga y a la ilusión de que el premier de la nariz de
pataclaun podía llevar en derrota a las autoridades rebeldes de Cajamarca a
sentarse en una mesa de diálogo.
Pero al propio Jiménez
Mayor que quería expresar una opción por el entendimiento y la
“descongalización” de la agenda política, lo forzaron a mantener un estado de
emergencia que ya no servía ni siquiera como gesto de autoridad del poder
central, y que encendió nuevamente el escenario. Si se hiciera la suma de
errores del gobierno desde el inolvidable “Conga va” de noviembre, se podría
concluir que se dieron todos los pasos que dirigían hasta el aplastante de
reunir en contra del proyecto que convocó peritos y discursos presidenciales
cargados de reformas a la versión original, al 78% de la población cajamarquina
y al 83% de sus habitantes del área rural.
¿Cómo se pudo fallar
tanto? Tiene que ver con la inexperiencia, la soberbia y la mala asesoría
política, pero si se ve bien, este fiasco es indisociable de la conflictiva
relación Yanacocha-Cajamarca que se arrastra por veinte años. En buena cuenta
el gobierno de Humala se compró el problema de una empresa peleada con su
región, que había cubierto sus incumplimientos, trampas y abusos con manipuleos
en base a la fuerza del dinero que disponía. El punto es crítico porque en la
campaña el actual presidente percibió el grado de rechazo que la empresa
estadunidense de la que son socios los Benavides, suscitaba en la población.
Gregorio Santos no
habría podido decir tantos no y jugar contra la navaja tanto tiempo y cerrar
once meses de lucha con las cifras de rechazo al proyecto Conga que presenta
IPSOS Apoyo, sino fuera por los pasivos acumulados por la empresa que destruyó
la laguna negra e hizo un yermo de una amplia zona de la campiña cajamarquina,
que contaminó de mercurio a Choropampa y se negó a reconocerlo, y que chocó
contra el pueblo y sus creencias por el asunto del cerro Quilish. Cuando Rosa
María Palacios se pregunta por qué otros proyectos parecidos a Conga que están
en una zona muy cercano han desatado las mismas resistencias que el ahora
suspendido a largo plazo, la respuesta es más que evidente: nadie tiene la
experiencia negativa del consorcio Newmont-Buenaventura.
Hoy, en Cajamarca, los
defensores de Conga, como Luis Guerrero, Absalón Vásquez, Cecilia Chacón y
otros, son vistos como asalariados de la minera. Es la imagen que Yanacocha ha
construido de sus relaciones con la gente. Es lo que se quiso hacer con las
comunidades aledañas, que se mostraban como entusiastas del proyecto. Pero la
abrumadora mayoría de las provincias implicadas y el departamento se han
impuesto. Es una buena noticia, qué duda cabe.
25.08.12
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