martes, julio 02, 2013

EL CAMPESINO SI VA… RUMBO A LA EXTINCIÓN


El verdadero homenaje al campesino no consiste en rendirle loas y alabanzas, ni generarle falsas expectativas. El verdadero homenaje consiste en contarle la realidad en la cual se encuentra y cual es el devenir  al cual ha sido condenado. Eso sí que lo motivará a una profunda reflexión y, quien sabe, a desarrollar  una inevitable acción.                 
Por Sociólogo: Avelino Zamora Lingán
Mientras cada 24 de junio muchas autoridades, desde presidentes de la república, presidentes regionales hasta alcaldes provinciales y distritales, entre otras, acostumbran lanzar sendos discursos, halagadores y paternalistas, en “homenaje” al campesino, así como hacerles regalos, entregarles título de “propiedad” (de la cual son despojados por las transnacionales), etc. etc.; en la práctica, promueven un modelo económico, extremadamente excluyente, que precisamente tiene como objetivo extinguir al campesino sobre todo, de la sierra peruana, porque para dicho modelo este sector social es inútil, no sirve, es un obstáculo, para lo que los liberales llaman “el progreso” y “el desarrollo”. Además, las víctimas del modelo económico, sustentado en su filosofía del dejar hacer y dejar pasar y del capitalismo salvaje, no sólo son los campesinos de la sierra, también son los indígenas amazónicos y a los que ahora se han dado en llamar los indígenas “no contactados”. En este sentido, no es casual que el Presidente de los narco-indultos, de la paloma y la estrella, les haya llamado “perros del hortelano”, “ciudadanos de segunda y tercera clase”, que se “oponen al desarrollo y al progreso”, obviamente entendiendo tal “progreso” y tal “desarrollo” como sinónimos de neoliberalismo, es decir como saqueo y depredación. Veamos:
Un breve y grueso análisis de la dinámica demográfica muestra que, en efecto, la población rural, es decir la población campesina, ha ido disminuyendo, en cada periodo censal, desde 1940 al último censo del 2007. Tanto, a nivel nacional como a nivel de la región Cajamarca. En el ámbito nacional: en 1940, la población rural es de 4’010,834 habitantes, que representa el 64.6 %; en 1961, baja al 52.6 %; en 1972, sigue bajando al 40.5 %; para 1981, baja al 34.8%; en 1993, llega sólo al 29.9% y; finalmente, el último censo del 2007, la cifra absoluta llega a 6’608,594 habitantes campesinos, mientras que el porcentaje de población rural, respecto a la población total llega sólo al 25 %. A nivel de región Cajamarca, ciertamente, la mayor parte de la población es rural, de igual manera en cifras relativas o porcentajes, hay una disminución significativa: En 1940, la población campesina es de 416,383; cifra que representa el 86.3 % del total de la población; en 1961, la cifra baja al 85.3 %; en 1972, sigue bajando al 82.6 %; en 1981, llega al 79.4 %; en 1993, al 75.3 y en el 2007, la población rural de Cajamarca llega a 933,832 habitantes, que equivale al 68.5% de la población total. Como se puede apreciar, si bien es cierto las cifras absolutas crecen; pero crecen de manera insignificante; lo cual da lugar para que la disminución en cifras relativas o porcentajes, en ambos casos; nacional y departamental sean bastante altos. Por otro lado, de las cifras descritas, se puede deducir que en todos los periodos censales el crecimiento urbano, tanto a nivel nacional como departamental, la alta tasa de migración campo ciudad es muy significativa. En resumen, si bien en 1940 entre el 65-75 % de la población es rural; hoy, 2013, tales cifras se han invertido, en el sentido que dichas cifras poblacionales corresponden al ámbito urbano. Esta situación sugiere pasar al enfoque social del análisis.
Socialmente, la población rural es una población marginada, especialmente la de la sierra; por encerrar en su estructura sociocultural elementos o rezagos tradicionales, originarios o nativos, que se sintetizan en la principal actividad rural: la agricultura. De allí que, desde el ámbito académico, se dice que la cultura y la organización social del poblador rural serrano es agro-céntrica. Indudablemente, estas características socioculturales son incompatibles con los elementos socioculturales hegemónicos predominantes en la sociedad mayor, cuya dinámica gira en torno a tres conceptos fundamentales: progreso, industria y tecnología. Más aún hoy que existen procesos sociales como la globalización, las tecnologías de información y comunicación y la contracción del Estado a su mínima expresión. En este sentido, la marginalidad rural no sólo parte desde el estado, sino que se extiende a toda la sociedad, enmarcada en el ámbito urbano, expresado en el plano económico a través del intercambio desigual, el mismo que para muchos estudiosos de las Ciencias Sociales constituye la raíz de la pobreza en el campo.
Otro factor que socialmente constituye una expresión de la marginalidad rural es los impactos sociales, generados por las actividades extractivas, promovidas desde el Estado. Concretamente, nos referimos a las actividades que se desarrollan bajo el modelo primario- exportador, que en su mayoría lo constituyen las actividades mineras, gasíferas, petroleras y madereras. Este modelo, además de ser tradicional, no garantiza un desarrollo hacia adentro o desarrollo de un mercado interno; sino que se reduce a la extracción de los recursos minerales no metálicos y metálicos para la exportación, al mismo tiempo que se desarrolla una política abiertamente paternalista y asistencialista, bajo una visión exclusivamente urbana. La aplicación del modelo extractivista, incompatible, como ya indicamos, con los procesos sociales predominantes,  en tales condiciones, lejos de generar cohesión y armonía entre la población rural y entre ésta y la población urbana, incluido el Estado, lo único que genera es, por un lado, conflicto y desintegración social y, por otro, altos sentimientos de emigración del campo a la ciudad. El campesino ya no quiere seguir siendo campesino, reniega del campo y desarrolla su deseo de imitar al poblador urbano. Estas tendencias son mucho más probables en la población campesina joven. Es como sí hubiese tomado conciencia de que la marginación que sufre es precisamente por ser campesino, indígena o nativo y por hablar algún otro dialecto que no sea el español. El sentimiento campesino de emigrar a la ciudad y desaparecer como tal, se alimenta también con los impactos sociales y ambientales, generadas por las actividades extractivas: Despojo sistemático de sus tierras, por empresas industriales nacionales y trasnacionales; reducción de las parcelas, por causas hereditarias; destrucción de las fuentes de agua y de los colchones acuíferos; contaminación de los suelos agrícolas; por agroquímicos y por las actividades extractivas, el intercambio desigual entre productos del campo y productos urbano industriales; en general, el abandono del Estado y el desarrollo del modelo primario – exportador son dos elementos que constituyen los principales factores de expulsión del campo a la ciudad; en otras palabras, a través de dichos factores se promueve deliberadamente o no, un proceso de extinción de la población rural.                            
Tercero. Decíamos que para el modelo neoliberal, imperante en nuestra sociedad, el campesino es un actor social anacrónico, un obstáculo para el desarrollo. Si por los neoliberales y la CONFIEP fuera, lo población campesina, especialmente serrana, tal como está estructurada no debería existir. Y, es que la esencia, la razón de ser de dicho modelo se reduce a la  rentabilidad económica vía el sector industrial. Desde la perspectiva de los neoliberales y los capitalistas, al igual que del Estado, la agricultura de la sierra peruana no es rentable. Ahí está la explicación del por qué, tanto el Estado como los agentes económicos optan por el abandono y el olvido; y, por el contrario, desarrollan políticas de hostigamiento, de depredación del hábitat rural y alimentan la marginación rural. Hablando de depredación rural: si al pez se le priva del agua, muere; si a una determinada especie animal se le priva del único alimento del cual vive, muere; si al pez o cualquier otro animal, a la planta y al ser humano, se le priva del agua, estos seres vivos desaparecen como tales. Con el campesino está sucediendo algo más que la privación del agua, también se le está privando de la tierra; de los insumos para producir; y, cuando no se le priva de estos elementos, los mismos son contaminados, deteriorados y depredados. En general, al privarle de todos estos elementos o factores que para ellos han sido vitales desde tiempos remotos, o mejor dicho desde que descubre la agricultura, hace más de 10,000 años, se le está privando, también de su cultura. Es decir, se le está privando de seguir siendo campesino; de realizar su reproducción social. En pocas palabras, se le está condenando a la extinción.
Finalmente, Orlando Plaza, uno de los más prestigiosos científicos sociales, docente universitario de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en su libro “Desarrollo Rural: Enfoques y Métodos Alternativos”, indica lo siguiente, respecto a la economía campesina, racionalidad sobre la cual está organizada la producción y las relaciones sociales en la zona rural de la sierra peruana: “La empresa es la forma racional de organizar la actividad económica, la industria como el sector dinámico y eje del desarrollo de fuerzas productivas y generación de riqueza, las ciudades como la ,forma moderna y abierta de organizar el espacio, la cultura, la vida social y económica; la burocracia como la organización racional. En relación a esta noción de progreso y a los logros de la industrialización, se fijan y se  genera la noción de sociedad que tiende a universalizarse y a dejar de lado las otras racionalidades económicas y socioculturales” El sistema de producción del campesino de la sierra peruana está organizado sobre la base de esas “otras racionalidades”, que no son compatibles con la filosofía del neoliberalismo, ni con la noción predominante de la industrialización y modernismo. Plaza, además agrega: “El estilo urbano industrial (sobre la base del modelo económico neoliberal) es el trasfondo de todas la propuestas de desarrollo y presupone la desaparición o transformación  de todas las otras formas de racionalidad económica y cultural. Es un enfoque globalizante que señala los grandes parámetros, de lo deseable y lo aceptable, por tanto de lo que debe permanecer y lo que debe cambiar. Es la visión moderna, generada a partir de los países centrales y de su éxito en el dominio  del sistema económico y del mercado, de como debe organizarse la sociedad, la economía y el Estado”. Como se puede apreciar, nuestro argumento en cuanto al proceso de extinción del campesino no es jalado de los pelos, ni menos herejía o subjetivismo. Tal argumento se sustenta en realidades y tendencias socioeconómicas actuales. Y, no es una extinción, entendida como desaparición absoluta. Lo que sucede es que el campesino emigra del campo a la ciudad, en donde pierde lentamente la condición de tal; en tanto que, al realizar su reproducción biológica y social en la ciudad, pierde sus costumbres y su cultura, además, se dedica a otras actividades no agropecuarias. Espero que quienes gobiernan este país reflexionen sobre la realidad que actualmente vive el campesino cajamarquino, el campesino serrano de todo el país; y no sólo se ocupen en rendirle homenajes y desearles “un feliz día” cada 24 de junio, mientras tanto ese campesino cada vez es mucho más excluido y despojado de su propia tierra, ese campesino está siendo hacer sentir “un extranjero en su propia tierra”. Todo esto por un modelo económico neoliberal de capitalismo salvaje, al cual el Estado, los gobernantes y los empresarios, le rinden culto, loas y alabanzas. ///////////// 
Escrito: 25 de junio del 2013

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