Sociólogo Avelino Zamora Lingán
Hoy en día caminar por las polvorientas calles
de la ciudad de Cajamarca, llamada románticamente, hasta hace poco, la “Bella
Durmiente”, porque hoy de “bella” ya no le queda nada, significa exponerse a una
serie de peligros, desde el momento que usted sale de su domicilio, hasta la
hora de su regreso; existiendo, además, una alta posibilidad de que no regrese
sano y salvo. Pero no se preocupe: total este es el resultado del sagrado ORDEN
SOCIAL ESTABLECIDO.
Como se sabe, tales peligros son: accidentes
de tránsito, asaltos en la calle o a su domicilio; improperios y agresiones de
algún desquiciado; accidentes por alguna caída, debido a huecos en pistas y
veredas por la ausencia de buzones en los sistemas de discurrimiento de agua y
desagüe de los domicilios; mordeduras de algún perro vago, etc. Pero, además,
usted está expuesto a otros peligros mucho más perniciosos y más letales para
su salud física y mental, tales como: La contaminación en sus diversas formas: proliferación
de moscas y mosquitos, ratas y ratones, por acumulación permanente de basura,
por esquinas y calles; el olor repugnante por la podredumbre de aguas residuales, vertidas a las calles, especialmente
en el entorno de los mercados (a los cuales, pareciera que muchos cajachos ya se han adaptado, incluido
las autoridades); ruido de vehículos, monóxido de carbono, que emanan de
ellos; ruido de algunos talleres de carpintería y aserraderos; vertimiento de aceites quemados a las calles,
por dueños de talleres de mecánica; la polvareda acumulada en las calles,
especialmente en el entorno de la ciudad, que el viento arroja hacia los ojos;
el bullicio en los mercados de abastos, la contaminación visual de las pintas,
giganto-grafías y afiches de los candidatos, así como de anuncios publicitarios
de colores chillosos, colocados en
paredes, domicilios, muros, postes de luz, etc. ; el sonido del silbato
de los policías de tránsito, el olor pestilente de los urinarios ubicados en plena
vía publica; los sonidos estridentes de los megáfonos, realizado por quienes
anuncian compra o venta de algún bien o servicio; el pestilente olor de los
excrementos dejado por los canes, que son sacados a pasear, en el marco de los
días del llamado “Ciclo Vida”, organizado por la municipalidad, etc., etc. etc.
En fin, como se puede ver, existen un sin número de elementos nocivos y negativos
que, reiteramos, constituyen un verdadero peligro para la salud física y mental
del pueblo cajamarquino. No obstante, como es sabido por todos, en este mismo
sentido, va la actividad minera que desde 1992, está contaminando aire, suelo y
agua de manera permanente en grado que va de menor a mayor.
A todo este caos, generado en nuestra
otrora “Bella Durmiente”, se suma
otro como la corrupción de bajo y alto vuelo, la ineptitud de las autoridades
locales, regionales y nacionales para emprender verdaderos procesos de
desarrollo social o por lo menos para cumplir la multitud de promesas hechas
durante sus campañas electorales. Esto, obviamente implica el caos absoluto en
todos los sectores y en todos los niveles, tanto así que pareciera que estamos
en medio de la jungla o selva, por lo mismo viviendo bajo el régimen de la ley de la selva, aunque otros dirían
“viviendo en tierra de nadie”; mientras tanto, autoridades locales y
transnacionales mineras manejando a esta ciudad como si fuera su gran feudo o su
gran chacra. Otros indican, “en Cajamarca no existen autoridades”, que ponga
orden o que pongan de pie a esta ciudad. Así, pues, los cajachos estamos hartos
de tanto desorden. Desorden en el transporte, donde diariamente se
observa una gran fila de vehículos, que van desde triciclos, moto-taxis y taxis
hasta combis y pequeños microbuses; además, de gran cantidad de vehículos de
transporte privado desde bicicletas y motocicletas hasta autos, camionetas,
camiones y otros vehículos de ultimo modelo, cuyos conductores, una vez que se
ponen al volante se hacen dueños de las pistas, de la ciudad, no creen en
nadie, manejan como si estuvieran en competencia, ayudados por la propia
policía por supuesto, porque son ellos quienes se ubican en las esquinas,
quienes a punto de silbatazos y de señas con la mano alzada conminan a que tales
conductores se apuren; y, al parecer, éstos piensan que nosotros los peatones
tenemos ojos por delante, por detrás y por los costados y además, a tales
conductores pareciera que les pesa las manos para tocar el clacson
oportunamente, pues lo tocan después que ya han golpeado al transeúnte, como queriendo
decirnos “El golpe avisa”. Pero lo más indigno, absurdo y hasta estúpido es que
los policías de transito se ubican allí donde existe semáforo, precisamente
para hacer avanzar a los vehículos aun cuando dicho aparatito esté en rojo y
hacerlos parar cuando esté en color verde. Es decir, el caos total ¡Y, pensar,
que a la policía se le llama “custodios del orden”!!!, cuando por este caso específico
serían todo lo contrario: generadores
del desorden. El desorden en todas sus formas y en todos sus niveles:
Desorden
en el comercio, los
comerciantes, súper-grandes, grandes, medianos, pequeños y muy pequeños,
ateniéndose al sacrosanto modelo económico neoliberal, impuesto por el
“chinito” Fujimori, viven haciendo su agosto en agosto y en cualquier mes del
año, porque nadie se atreve a controlar ni precios ni pesos, ni calidad. Por
ello es que cuando se dice que “todo el mundo
actúa como en su chacra” o hace lo que se le da la gana, está muy bien dicho.
No hay orden o en todo caso lo que hay es aquello que, el filósofo Anaxágoras
le llama “ORDEN DEL CAOS”. ¡Ah, pero
eso, si. Pobre de aquel pequeño o muy pequeño comerciante ambulante, que sea
encontrado en la plaza de armas vendiendo sus gelatinas, chochos, pan o
caramelos; o las madres de familia campesinas, que se buscan el pan del día
vendiendo una porción de papa, oca u olluco o algunas verduras o yerbas
aromáticas, inmediatamente vienen los mal llamados “custodios del orden”, vale
decir, los policías municipales, y a palazo limpio o a empujones les arranchan,
“incautan” o “decomisan” los productos de los pobres vendedores y
encima son tratados con palabras ofensivas y soeces. En cambio si se trata de
un súper gran o gran comerciante la tolerancia les sobra a estos llamados “custodios
del ORDEN”. Ellos sí, pese a que disponen de surtidas tiendas, pueden inundar
las calles y veredas con sus productos, obstaculizando el libre paso de los
transeúntes, quienes, aunque sea en plena lluvia tienen que bajar a la pista, exponiéndose
a un accidente o a ser bañados con los salpicones del agua de lluvia, por los
“locos del volante”, que manejan como si estuvieran en algún concurso de
carrera de autos de la “Formula Uno”
Desorden
en la seguridad ciudadana.
No queda mucho por decir, puesto que más arriba ya hemos descrito algo de ello.
Sin embargo, falta agregar, que el caos en la seguridad se observa mucho más en
los mercados de abastos y en las aglomeraciones de público. Aquí es muy alta la
probabilidad de que algunos, pocos o muchos regresen a su domicilio sin su
cartera, sin billetera o sin sombrero, si se trata de campesinos; o también de
que regrese con la cara cortada, si es que opuso resistencia al asalto.
Mientras tanto, las Rondas Urbanas, aunque divididas, haciendo su trabajo,
loable y mucho más eficiente que los llamados “custodios del orden”.
Desorden
en las Obras públicas.
Aquí es donde se expresa con mayor claridad el caos o desorden. Pues basta
saber que el popular DIESMO ya es una realidad común-mente practicada aunque
socialmente poco aceptada todavía o hipócritamente rechazada. Pero no menos
cuestionable es el caos que se genera en torno a estas obras, que en gran parte
son de construcción y de parchado, de pistas y veredas o rotura de las mismas
para tender tuberías, ya sea de agua, desagüe, luz o teléfono: Desmontes por
todos lados y por todas las esquinas; materiales de construcción amontonados en
las vías públicas, obstaculizando no sólo el libre tránsito de vehículos sino
de peatones; la polvareda o partículas finas de los materiales de construcción,
levantados por el viento directamente a los ojos, causándoles graves daños; así
como el gran riesgo de contraer enfermedades broncopulmonares, como
consecuencia de la absorción de todos estos materiales de construcción.
¿Existen autoridades para controlar este desorden, poniendo multas? NOOOOO.
Desorden
en la justicia. En
este sentido, muchos están con hambre o sed de justicia, especialmente los más
pobres y los marginados, que somos la gran mayoría; mientras tanto, en este
aspecto, tenemos un total caos o
desorden: jueces y fiscales persiguiendo a líderes ambientales que protestan precisamente
contra ese desorden, expresado en destrucción y contaminación de la naturaleza;
jueces y fiscales, paradójicamente guardando silencio cómplice ante la
injusticia, que se perpetra contra los indefensos campesinos. Y, en el colmo de
ese caos y desorden resulta que una humilde familia campesina acaba de ser
sentenciada a dos años ocho meses de prisión (disqué suspendida) y a pagar s/. 5000 nuevos soles a
su demandante, que resulta ser una transnacional y como si esto fuera poco, la
familia condenada será desalojada de su propia casa y tierra en cualquier
momento, tal como seriamos cualquiera de nosotros en el futuro, si es que no
hacemos nada por implantar el verdadero orden en nuestra región y en nuestro
país. Y, el caldo de cultivo o abono de
este desorden en la ciudad es la corrupción, que prolifera en todos los
niveles, altos y bajos, en las
instituciones públicas y privadas, ante la cual ya nadie puede hacer nada, por el contrario la corrupción ya es parte
del sacrosanto “orden social”, el cual, desde la óptica de los gobernantes
de turno, es el que debe ser protegido, cuidado y custodiado, aunque el pueblo
patalee por este tipo de “orden”. Y, con razón, porque lo que es orden para el
sistema y para sus gobernantes, para el pueblo es el caos y el desorden,
precisamente este tipo de orden es el que está matando diariamente la moral del
pueblo, de los jóvenes y también de los niños, de los nacidos y por nacer.
Desorden
político en el escenario electoral, Lluvia de candidatos y carnaval de pintas;
concursos de afiches y gigantografías, faltan paredes de domicilios, postes de
luz y muros, piedras, árboles, etc., para pegarlos o adherirlos; regalos por
doquier, desde calendarios de bolsillo hasta polos, cocinas, vajilla y dinero.
Programas de gobierno plagiados de otras regiones y de otros países, algunos candidatos
derrochando millones como si la plata les llegara sola; o realistamente
hablando, dando señales de estar ligados al narcotráfico; también hay de los
que ocultan sus ingresos en sus hojas de vida; y muchos sorprendiendo al Jurado
Electoral, poniendo en su hoja de vida que tienen maestrías y doctorados cuando
en realidad no han culminado ni su secundaria; pero, también hay quienes prometen
mucho, son aquellos que si llegarían al poder no se acordarían qué es lo que
prometieron, ni cuando lo prometieron; del mismo modo hay quienes se pasan la
vida buscando los defectos de su adversario político para insultarlo y atacarlo
y si es que no le encuentran ningún defecto, seguramente le inventarán, total
estos candidatos operan bajo el principio de “miente, miente, que algo queda.
En fin, en política es el despelote total, ya que los postulados del
neoliberalismo económico también se han traslado a la praxis política. No hay ideología, no hay doctrina
política, pero si hay harto circo y
harta demagogia y mediocridad política.
Y, frente a toda esta situación caótica
y desordenada, en todos sus niveles y en todas sus formas, tal como se ha
descrito líneas arriba ¿Cuál es la actitud de la población y de las autoridades?
Este desorden o caos, en una ciudad como Cajamarca con una población de más de
200,000 habitantes, ¿Tiene algo que ver con un excesivo pacifismo,
indiferencia, cultura o costumbre? ¿De quien depende el hecho que en el futuro
esta situación se revierta? La actitud de la mayoría de la población es de
indiferencia, pacifismo e impotencia, puesto que su capacidad de decisión es
muy limitada. NO tiene poder, en tanto que éste ha sido otorgado, mediante el
voto universal a las autoridades, con la
expectativa de que las mimas sean las que solucionen los problemas de la
ciudad. Sin embargo, resulta que tales autoridades disponen de poca o nula
capacidad para responder a las demandas de la población. Al contrario, las
autoridades tanto nacionales, regionales y locales, responden a la lógica
socioeconómica estructurada desde hace cientos de años. Y, en este sentido lo que para la población es desorden o
caos, para el sistema social es el “orden”, al cual hay que protegerlo,
cuidarlo, custodiarlo, con los llamados, precisamente “custodios del orden” que
no sólo se refiere a la policía y fuerzas armadas, sino a otros poderes como el
judicial, legislativo, ejecutivo y el mediático. En este contexto se torna muy
difícil, casi imposible que este desorden y caos sean revertidos. Lo máximo que
se puede hacer, frente a todo este desorden y caos es “indignarse” de manera
aislada y pacíficamente, manifestarse por las redes sociales, haciendo
comentarios entre amigos o entre familiares, o plasmando nuestra indignación y
descontento en un papel, como lo está haciendo este humilde ser humano. Pero,
también, lo que puede hacer es informarse más, leer sobre política y
politizarse; en resumen lo que tiene que hacer es desarrollar su cultura política, lo cual ayudará a madurar su
conciencia social y, entonces, recién estará en condiciones de revertir a este ORDEN
DEL CAOS y construir un nuevo orden, que responda eso si a los intereses de la
población. /////////////////// Escrito:
11 de agosto del 2014.
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