Sociólogo: Avelino Zamora Lingán
Ciertamente, hoy se
constituye en el problema fundamental el hecho que la izquierda peruana atraviese
por una seria crisis de ideología, de ideario político y de estructura orgánica;
y, en consecuencia, existe una ausencia muy marcada de alternativas
programáticas para hacer frente al capitalismo salvaje y su fase, la
globalización (antes llamado imperialismo)
y el neoliberalismo, el cual está terminando de depredar a nuestro país
y al planeta en general, además de ser el causante estructural de las
desigualdades sociales más deshumanizadas.
En este contexto, lo
que se observa es el agigantamiento de los antivalores, políticos y sociales, tales
como: oportunismo, desideologización, pluralismo político vulgar y simplista,
infantilismo, conformismo, conservadurismo, temor al cambio y a la
transformación social, cretinismo, fariseísmo, revisionismo, unionismo
electorero, degeneración de las campañas electorales, etc., etc., etc., valores
que obviamente son alentados y promovidos desde el sistema social imperante,
pero que muchos autodenominados militantes y simpatizantes de “izquierda”, lo
asumen como parte de su novísima y “modernísima”, “forma de pensar”. De esto
resulta, entonces, denominaciones como éstas: “nueva izquierda”, izquierda
moderada”, “izquierda progresista”, “izquierda liberal”, izquierda caviar”,
“izquierda moderna”, izquierda extremista”, y todos los adjetivos habidos y por
haber que acompañarán al término “izquierda”, que seguramente irán surgiendo
conforme el tiempo vaya transcurriendo, que yo resumo en uno sólo: IZQUIERDA
DOMESTICADA por la clase política de derecha y por el sistema social imperante:
El capitalismo.
Sin embargo, una cosa
es que los autodenominados “simpatizantes” o “militantes” de izquierda,
haciendo uso del derecho a la autocrítica, diversifiquen, como es natural y
lógico y, además necesario, su pensamiento de izquierda, al interior de la
propia izquierda; pero, otra muy distinta es que aquel simpatizante o militante
de izquierda realice un abandono total de los postulados de la izquierda y se
pase a las filas de la derecha, constituyéndose con ello en el más severo
enemigo ideológico y político de la izquierda y, lo peor es que lo haga utilizando
los mismos argumentos que la derecha usa para atacar a la izquierda, como por
ejemplo: “el mundo ha cambiado”, “hoy ya no son épocas de los 60 ó los 70”, “el
muro de Berlín ya desapareció”, “la Unión Soviética ya no existe”, “las ideas
de la izquierda son trasnochadas”, etc., etc., haciéndole el coro al
ultra-liberal Francis Fukuyama y Milton Friedman. No obstante, más allá de este
rollo de los tránsfugas de izquierda, que cansados de no hacer nada por
fortalecer a la izquierda, deciden ser sirvientes de la derecha, está su
abierto y descarado oportunismo y elevado espíritu de pequeño burgués. Aquí, en
Cajamarca, pueden existir muchísimos tránsfugas que se han pasado de la
izquierda a la derecha, pero dos son los más emblemáticos: Uno, que fue alcalde
de la provincia de Cajamarca, también fue congresista y ahora postula para la
alcaldía de Cajamarca; y, el segundo, un ex dirigente universitario, con algún
cargo en el área de transportes en la municipalidad provincial, de Cajamarca y
hoy postula en la lista de la “K” como primer regidor. El primero de ellos, tiene
hoy una imagen popular rastrera, a raíz de su posición frente al conflicto
Conga; y, el segundo, postula en la lista del “partido político”, más corrupto
del país, que institucionalizó la corrupción y que obviamente responde a los intereses
de la derecha más rancia de este país, siendo este partido político mismo,
engendro y expresión de esa derecha que se consolidó hace casi 200 años. Sus
argumentos, como ya indicamos arriba no pasan de ser falaces, anticientíficos y
oportunistas, propios de la derecha cuando ataca al pensamiento de izquierda:
“El muro de Berlín ya cayó”, “la unión soviética ya no existe”, “las ideas de
la izquierda son trasnochadas”, etc. Pero entre estos argumentos falaces también hay otros como éstos: “sigo siendo de
izquierda” o “no he cambiado mi pensamiento”, sugiriendo con ello tales “ex
militantes o “simpatizantes” de izquierda su profunda confusión de ideas y de
conciencia, a la par que generan una total confusión en el seno del pueblo. En
fin, se podrá oír y observar a gente de izquierda que se pasa a la derecha y
desde allí despotrica de la izquierda, como claro ejemplo de que ya entregó su
alma al diablo, y se convirtió en su fiel sirviente; pero estoy casi seguro que
no veremos jamás gente de derecha que se pase a la izquierda y desde aquí
despotrique de la derecha y se convierta en fiel servidora de la izquierda,
porque quien o quienes sean protagonistas de este tipo de espectáculos
politiqueros, no tienen ni un ápice de dignidad, menos de personalidad y peor
aún son el mal ejemplo y la
desesperanza, no sólo para el quehacer político, sino para el propósito de
construir sociedades más justas, más humanas y más equitativas.
Cuando los tránsfugas
de la izquierda se esfuerzan por justificar su pase a la derecha, argumentando
que “la izquierda se sustenta en ideas “trasnochadas, haciéndole el coro a la
derecha, ¿A qué tipo de ideas aluden?, ¿Acaso a las ideas sobre “revolución”,
“socialismo”, “lucha de clases”, “proletariado”, “cambio social” o “transformación
social”? Para empezar, toda persona que aspire a un cambio o modificación del
orden social establecido, automáticamente ya se ubica al lado izquierdo del
pensamiento; de la magnitud de ese cambio o de la profundidad del mismo
dependerá si es de izquierda moderada o de izquierda radical; lo contrario, es
decir, quienes optan por conservar el orden o dejarlo tal como está,
automáticamente se ubican a la derecha.
De aquí se deduce, que quienes aspiran a un cambio social radical o
transformación social radical optan por una revolución, término que implica
“darle vuelta a todo” o lo que es lo mismo ponerlo de pie a todo lo que está de
cabeza. De aquí también se deduce que quienes optan por el cambio no son los
que lo tienen todo, son los descontentos, los marginados, los oprimidos, los
que sienten que el sistema imperante es injusto, las proles (muchos hijos),
decir, las familias con muchos hijos, pero nada de bienes ni nada de
oportunidades para tener esos bienes; mientras que los que tiene de todo, a costa
de los demás, esos lógicamente no quieren el cambio, menos van a querer una
revolución o transformación radical porque sienten que ese orden establecido es
el mejor para sus intereses. En resumen, la oposición de pensamiento entre los
que aspiran al cambio social y los conservadores es lo que viene ser la lucha
de clases, la misma que es permanente y es, desde la óptica de un verdadero
izquierdista, el motor del proceso histórico, que inevitablemente va rumbo
hacia una nueva sociedad, obviamente más justa y humana. Pregunto, entonces,
¿Dónde están las ideas trasnochadas?, ¿Quién ha superado estas tesis del
socialismo científico? ¿Acaso unos cuantos pequeñoburgueses que son presionados
por su espíritu oportunista que buscan únicamente pasar fácilmente de oprimido
a opresor, de “decepcionado de izquierda” a “sirvientes de la derecha, de
ideologizados a des-ideologizadores o simplemente de pobre a rico? Por otro
lado, en cuanto a la ideología, es necesario recordar que cuando el japonés
Francis Fukuyama lanza su tesis en la década del 90, sobre el “fin de las
ideologías”, lo hace precisamente a partir de la caída del Muro de Berlín y de
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), con el único propósito de
sembrar la idea en la conciencia de los pueblos del mundo respecto a que, con
tales acontecimientos, acaecidos, tanto en la URSS como en Alemania y en otras
partes del mundo socialista, la ideología de izquierda también desaparece y
queda obsoleta y anticuada, con lo cual, automáticamente otorga a la ideología capitalista la categoría de “única
y eterna” Desde aquel entonces hasta el día de hoy, la clase política de
derecha, los neoliberales, los tecnócratas y los operadores políticos del
capitalismo, entonan su coro favorito, que es utilizado como caballito de
batalla: “las ideologías ya no existen” (claro, se refieren a las ideologías de
izquierda), “la ideología y las ideas de izquierda ya no sirven, porque son
trasnochadas”, etc. Coro, al cual se suman muchos izquierdistas con alma de
oportunista y de lacayo, pero con una alta devoción por el individualismo.
Finalmente, con el
izquierdista que transita a la derecha sucede casi lo mismo que con el
campesino pobre cuando llega a ser rico: Ambos se convierten en elementos muy
peligrosos y perniciosos. Tal como ya lo planteaba José Carlos Mariátegui,
refiriéndose concretamente al campesino: Este, o sea el campesino, cuando
alcanza el cambio de status socioeconómico, se convierte en un filudo puñal que
es clavado en la espalda de su propia clase o etnia. De igual manera decimos de
aquel izquierdista que transita desde la izquierda a la derecha se convierte en
el más vil traidor al pueblo. Metafóricamente hablando, es como si le clavara
un puñal al pueblo; siembra la desesperanza la confusión y la desorientación.
El pueblo ya no sabe en quien creer, si en la derecha o en la izquierda. Cuando
cree en la derecha, por lo menos ya sabe lo que le espera, pero cuando cree en
la izquierda y ésta lo defrauda, entonces crece la confusión, la desorientación
y lo peor crece la aversión o rechazo a la política y al político, crece el
rechazo a la ideología y crece la desesperanza en una nueva sociedad. Por esto
y otras razones más, referidos a los tránsfugas de izquierda, sólo atinamos a
decirle al pueblo, lo que Jesús de Nazaret, el gran revolucionario, dijo en la
cruz, mientras agonizaba, aludiendo a sus verdugos, los romanos: “Pueblo, perdona,
a los izquierdistas “rabanitos” (rojos por fuera y blancos por dentro), porque probablemente
no saben lo que hacen ni lo que dicen”.
Escrito:
14 de agosto del 2014.
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