Reproducción de la columna ‘Las palabras’ publicada en la
edición 2346 de la revista ‘Caretas’.
POr Gustavo Gorriti
Cuando un Estado impone a sus ciudadanos una obligación o
un orden que estos no desean y rechazan, con el argumento de que aunque no les
guste es mejor para ellos, lo que revela dicho Estado es un desprecio por la
libertad bajo la excusa falaz del bien común.
La imposición del Gobierno de que a partir de este mes los
trabajadores independientes (hasta los 40 años) aporten obligatoriamente un
porcentaje importante de sus ingresos a una AFP, coacta la libertad individual
de los ciudadanos sin que exista justificación racional alguna para ello.
Es verdad que el Estado les ofrece una alternativa. Pagar a
la ONP. Sin embargo, esta posibilidad es, además de igualmente confiscatoria,
tan mala que, comparativamente, entregar parte del propio dinero a una AFP
parece mejor. Pero la comparación de lo peor con lo malo no convierte a esto
último en bueno.
No es solo que ese Estado asuma como premisa la incapacidad
del ciudadano de tomar decisiones correctas sobre su vida y destino sino que al
decidir por él no lo beneficia sino lo perjudica. A quien sí beneficia, con
todo el poder coactivo del Estado, es a la corporación privada de cuyo lucro se
convierte en agente.
Lo que indigna de este caso es la actitud antidemocrática
de un gobierno que no debatió, ni sometió a deliberación, ni siquiera consideró
hacer voluntario un sistema con vicios ocultos, bajo la guisa de una falsa
filantropía debajo de la cual está la función de recaudador de las compañías
privadas que controlan el sistema financiero, los seguros de vida y de salud,
entre muchas otras cosas.
Y no se trata de cualquier recaudador: La Sunat, nada
menos, ha puesto todos sus instrumentos de recaudación forzosa para garantizar
que el oligopolio financiero reciba mes a mes los aportes obligados de la masa
de alrededor de 500 mil nuevos contribuyentes.
¿Suena exagerado? Pues no lo es.
En varias investigaciones durante los últimos dos años, IDL-Reporteros (la publicación de periodismo de
investigación que dirijo) reveló una serie de hechos que no han podido ser
refutados. Entre ellos:
• En “Las ventajas de tener una AFP”,(http://idl-reporteros.pe/2013/04/01/las-ventajas-de-tener-una-afp/) IDL-R halló “evidencias de que las
administradoras de cada AFP favorecían en sus inversiones a los grupos
económicos a los que pertenecen”.
• Pese a que los aportantes debieran tener el derecho de
saber bajo qué criterio se invierte su dinero (por el que pagan una comisión
que es cualquier cosa menos modesta), las AFP, protegidas por una prosternada
SBS, no proporcionan ninguna información sobre a quién benefician sus
inversiones bajo la endeble excusa de “encontrarse protegidas por el secreto
comercial”. (http://idl-reporteros.pe/2014/02/04/inversiones-secretas).
• Es tal la desventaja del ciudadano aportante en su
relación con los oligopolios financieros y sus ‘chalecos’ estatales, que, como
demostró IDL-R en una de sus investigaciones más
resonantes, los jubilados no recibirán entre el 20% y el 50% de sus aportes en
lo que les queda de vida, bajo el sistema de retiro programado (el otro es
peor). Los portavoces oficiales y oficiosos de las AFP insistieron en que eso
no era cierto, pero no pudieron demostrarlo. La SBS, en cambio, tuvo que
reconocer que los cálculos de IDL-R eran correctos. (http://idl-reporteros.pe/2014/04/28/fondos-sin-retorno/).
Uno de los argumentos que utilizan sobre todo los
funcionarios gubernamentales (desde el MEF hasta Ana Jara) es que la
contribución forzosa a las AFP es necesaria porque de otra forma muy poca gente
ahorraría para su jubilación y luego, en la vejez y la decrepitud, serían una
carga para el Estado.
Ese argumento es, si cabe, más falaz que los anteriores.
Como explicó con claridad Richard Webb en un reciente artículo en El Comercio,
“La familia peruana no solo ahorra, sino que está entre las que más ahorran en
el mundo. Según la encuesta anual de niveles de vida, en el 2013 el ahorro de
las familias fue 24% de sus ingresos, antes de su aporte a los fondos de
pensiones, o de su considerable gasto en educación”
Según analiza Webb, otro error importante en la creación de
las AFP, “fue tratar a la gente como si fueran muebles, sujetos pasivos e
inmóviles, sin tener en cuenta que los obligados a cotizar podrían reducir
otras formas de ahorro, mientras que los no afiliados podrían aumentar otras
formas de ahorro, y eso, precisamente, es lo que ha sucedido”.
“Al final”,explica Webb, “afiliados y no afiliados ahorran
casi el mismo porcentaje de sus ingresos”.
En sus varias intervenciones recientes sobre el tema, el
congresista Víctor Andrés García Belaunde ha demostrado las fallas del sistema
de las AFP. Y ahora, como dijo en una entrevista “logran que ‘Papá Gobierno”
imponga, en forma casi confiscatoria, la obligatoriedad de aportar a las AFP,
con comisiones que llegan al 69% de lo aportado”.
¿Cuál es la alternativa? No es, por supuesto, terminar con
las AFP sino devolverle la libertad al ciudadano. Este debe tener el
derecho de elegir dónde y cómo ahorrar. Debe poder exigir, como aportante,
transparencia y rendición de cuentas en lo que se hace con su patrimonio.
La ciudadanía plena es bastante más que el ejercicio gris
del voto a candidatos subestándar. Y en este caso, donde tantos sienten sus
derechos conculcados, es muy probable que esa ciudadanía se exprese como
protesta, tanto en el espacio público como en el judicial.
Una de las fuerzas mayores de la democracia, después de
todo, es su capacidad de impedir el abuso.
2 comentarios:
Sulliden emplea a ex oficiales de la marina para entrenar a falsos roonderos(paramilitares)para desatar el terror entre los campesinos y mineros.
el encargado de estas labors es el ex oficial de la marina Rafael Torres Franco.
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