miércoles, mayo 28, 2014

CORRUPCIÓN: EL MAL SOCIAL QUE TODOS LO CONDENAN, PERO MUCHOS LO PRACTICAN



 Sociólogo: Avelino Zamora Lingán  

¿Quien no ha oído durante las conversaciones cotidianas, ya sea entre amigos, vecinos, estudiantes, incluso entre la familia comentarios que constituyen una verdadera apología a la corrupción? Y, ¿en las instituciones públicas y privadas así como en las organizaciones sociales, no sólo haya oído comentarios sino  que haya sido testigo pasivo de hechos de corrupción? Claro está en aras de mantener el puesto o expectativa de trabajo, es preferible callarse la boca, en el mejor de los casos; y, en el peor, involucrarse directamente en tan “condenables” hechos.    
El hecho que alguien le diga a usted o que usted le comente a alguien, por ejemplo “Fujimori, Alan García, o ese alcalde o Presidente Regional  robó pero hizo obra” es una abierta y descarada apología a la corrupción, porque lo que está diciendo es que no importa que la autoridad robe con tal que haga alguna obra. Que le digan por ejemplo, el alcalde “X” a sobrevaluado los costos de la carretera, y usted le responde “sí, pero la carretera está muy bonita y estamos contentos y felices; o también: si usted le comenta a  alguien “el alcalde tal o cual está robando a través de la obra de la plaza de armas”, y ese alguien le replica diciéndole “si pero la plaza de armas ha quedado muy hermosa; o “en el coliseo multiusos hay claros indicios de corrupción y luego le contestan “si pero ahora ya vamos a contar con un  gran coliseo; y así sucesivamente podemos ir describiendo muchos casos sobre comentarios apologistas a los hechos de corrupción. Del mismo, modo, cuando alguien, por ejemplo, un ingeniero, teniendo una posición económica paupérrima, es decir muy pobre, de pronto le liga una gran obra, con varios millones de soles o dólares, y de pronto ese ingeniero resulta con buenas casas, buenos carros, obtenidos no de manera honesta sino mediante actos de corrupción: sobrevaluaciones, coimas, diezmos, malversaciones, etc., etc. la imagen colectiva sobre ese personaje no es de censura sino de halagos, felicitaciones, admiraciones. “Mira, como ese ingeniero lo ha sabido hacer”, “mira ese ingeniero no es zonzo”, entre otros comentarios que van en ese mismo sentido; pero que indudablemente son clara apología a la corrupción. Asimismo, en estos días se observa que muchos cajamarquinos alquilan, prestan o ceden sus fachadas de sus viviendas para que un partido político, color naranja, cuyo líder institucionalizó la corrupción en el país, y que ahora está preso. Probablemente exista un pago o regalía por eso; pero este hecho también constituye  una abierta apología a la corrupción y, tal vez, hasta cierta complicidad. “Que importa que el fujimontesinismo haya robado, corrompido y violado derechos humanos, con tal que paguen por hacer sus pintas, cediendo mi fachada no he perdido”, tal parece ser la concepción de estas personas que no tienen conciencia o no la quieren tener.               
Lo más grave es que la apología a la corrupción a través de nuestros comentarios o conversaciones cotidianas se reproduce y lentamente se va consolidando como parte de nuestra cultura, parte de nuestros patrones de comportamiento social, y cuando esto sucede quiere decir que la hemos aceptado socialmente. Por, ejemplo, el  niño o el adolescente cuando le pregunta al padre o a la madre ¿Por qué en la escuela muchos niños hablan que Fujimori, Toledo o Alan García han robado?; la réplica de los padres es: “no le hagas caso hijito: Fujimori robó, pero combatió al terrorismo”; “Toledo Robó, pero fue buen presidente”; “Alan García Robó, pero ha hecho buenas obras, “tal o cual alcalde robó, pero hizo la carretera a nuestro caserío”; etc. Ese niño o ese adolescente va fijar esas respuestas apologistas de la corrupción en su mente; de tal forma que por alguna circunstancia del destino ese niño o ese adolescente llegue a ser alguna autoridad, existe una altísima probabilidad que sea un corrupto, porque sus padres le dijeron o le inculcaron que “en este país, no importa que se robe, con tal que se haga obra”.
Dicho esto, entonces, ya estaremos de acuerdo en que, sin pecar de pesimistas, el problema de la corrupción en este país y en cualquier otro, es más complejo de lo que creemos, y combatirlo o erradicarlo lo es mucho más aún. Y, esa complejidad proviene precisamente porque el pueblo no supo reaccionar oportunamente y en lugar de ello, mas bien lo ha convertido en parte de su “modus vivendis” (modo de vida) o mejor dicho lo ha convertido en parte de su acervo cultural. Hoy, el cáncer de la corrupción está en su fase terminal, está para que el “paciente”, que es la sociedad, sea llevado de urgencia al quirófano, aunque con un enorme riesgo que sea vencido por ese “cáncer” llamado corrupción.
Si optamos por describir los hechos concretos de gran corrupción probablemente demandaría de muchas horas y hojas de papel, más aún si lo hacemos retrocediendo hasta los inicios de nuestra vida republicana, pero creo que no es necesario, todos sabemos que el proceso de corrupción es una cosa cotidiana, permanente y que corrupción es corrupción, sea por el hecho de robar un sol o por robar miles de millones de soles. No obstante, debemos hacer alguna aclaración: el hecho de robar un sol, una cartera, un celular o una gallina puede ser por necesidad de sobrevivir, en una sociedad a la cual sus gobernantes permanentemente viven empobreciéndola, con sus políticas neoliberales excluyentes; en cambio aquel que ocupando un alto cargo público y, por ello, percibiendo jugosos sueldos, y aún así se corrompe por dinero ese hecho es un crimen que debe tener todos los castigos posibles: moral, político, económico, social, y porqué no decirlo hasta castigo físico. Sin embargo, lejos de ello, lo que la población observa, de manera pasiva e impotente, es que a los corruptos de alto vuelo más bien se los premia eligiéndolos o reeligiéndolos para que sigan gobernando. En la región Cajamarca, hasta hace poco más de 20 años la palabra corrupción era muy poco utilizada en la comunicación popular, aunque tal vez practicada de una manera aislada, y velada, poco difundida. Pero, una vez que llega la transnacional minera, quien no vino sola sino con muchos millones de dólares, gran parte de ellos, para corromper, entonces el mal esporádico, casi aislado, de la corrupción, se convirtió en “cáncer” el cual penetró al “organismo” llamado Cajamarca, y lo fue corroyendo inexorablemente hasta el día de hoy, en que ya es muy difícil de combatirlo. Lamentablemente, ese “cáncer” se propagó por todas las partes del organismo, vale decir, casi todas sus instituciones, grandes y pequeñas; urbanas y rurales: gobierno regional, gobiernos locales, prensa, poder judicial, fuerzas armadas y policiales, en fin, todo cuanto es contactado por la transnacional, se contagia del temible mal de la corrupción. Y, ¿la población? tal vez, anonadada por el ofrecimiento de un falso desarrollo y “fuente de empleo” permitió que el “cáncer” de la corrupción siga carcomiendo las entrañas de nuestra bella y dormida Cajamarca. Las consecuencias de nuestra dejadez lo estamos viviendo ahora: contaminación de nuestros suelos agrícolas, del agua; destrucción de las fuentes de agua, desintegración social, o sea conflictos entre cajamarquinos, corrupción, indiferencia de muchos y desesperación de la gran mayoría, porque sentimos que nos estamos quedando sin nuestro líquido vital; y las autoridades, como siempre, indiferentes; al contrario, a lo que se dedican es a seguir otorgando permisos y concesiones; también se dedican a lo que se acostumbraron desde que entró la transnacional, tal como lo estamos observando ahora con los famosos tres consejeros regionales, prototipos de las autoridades con espíritu de Felipillo y de mendigo, a estirar la mano para que la transnacional les aceite la mano con algunos millones de dólares, disqué para obras y proyectos, pero más para que realicen sus campañas electorales, consolidando, así, una mayor dependencia de la minera. A tal punto a llegado ese nivel de mendicidad de autoridades, que la relación construida entre ellos es más una relación padre – hijos, donde obviamente “el padre” es la minera y “los hijos” son las autoridades. Pero, el pueblo también está en ese mismo camino, de relación padre- hijos; el padre, la minera y los hijos, la población; que incluye la mayoría de periodistas, y si es una relación paternalista, es natural que de vez en cuando, o toda vez que los hijos se portan mal, reclaman, protestan, el padre le da sus caramelos (engaños con cocinas mejoradas, algunos regalos como vacas, ovejas, pintado de alguna escuela, pasaje para algunos docentes, ayudas para festividades,  etc.); pero, también, le da sus castigos (represión policial, persecuciones, procesos judiciales, asesinatos, etc., etc.) Es un padre que muy bien aplica ese viejo principio “en una mano la miel y en otra la hiel”. Es duro decirlo, pero esa sería nuestra realidad. 
Finalmente, se nos avecinan las elecciones para cambiar autoridades locales y regionales, es decir, hemos entrado a un escenario electoral. Y, aquí también la corrupción se erige como una protagonista más. Candidatos que cual magos disponen de millones de soles para afrontar campañas electorales a base de regalos y prebendas. En este contexto, la competencia no es entre ideas, iniciativas y propuestas de desarrollo para la región; sino, la competencia, es estrictamente económica. ¿Podrá competir algún candidato que no disponga de recursos económicos, ni siquiera para hacer una pinta en una fachada cajacha; pero, si suficientes propuestas, ideas iniciativas de desarrollo regional? Tal como se está observando es imposible. Es más. Ante la lluvia de millones para emplearlos en regalos, y dádivas a los electores a cambio de votos, las buenas propuestas salen sobrando.  Una forma más de consolidar el proceso de corrupción y, con ella, la cultura de la corrupción. Y, cuando ello sucede, la honradez, la honestidad y la transparencia salen sobrando y, en una sociedad donde la mayoría son corruptos o hace apología a la corrupción, los honrados y los honestos son los malos.


Escrito: 24 de mayo del 2014

No hay comentarios.: