miércoles, julio 09, 2014

EL MUNDO AL REVÉS


(Una reflexión desde la lógica de los oprimidos del mundo, por un mundo patas abajo)    

Sociólogo: Avelino Zamora Lingán

¿Quien no ha oído la frase “El mundo está al revés” expresando, con ello, su indignación o descontento, ya sea con la justicia, con la política o con cualquier otra circunstancia ocurrida a lo largo de su vida? Es más, esta percepción va más allá de algunos casos individuales, hasta convertirse en una percepción social muy extendida y recurrente sobre todo en estos últimos tiempos. Un hecho concreto que contribuye a la configuración de la concepción del mundo al revés es en el caso de la aplicación de justicia, donde es regla general que el denunciante de algún delito termine siendo denunciado o el pobre que roba “cuatro reales” vaya a la cárcel; mientras el que roba millones, resulta siendo adulado; o aquel que defiende el agua y sus recursos naturales es tomado como delincuente, es encarcelado, enjuiciado; mientras a  aquel que lo destruye y lo contamina se lo premia, se lo adula y rinde pleitesía. En fin, existen muchas razones por las cuales amplios sectores sociales piensa que el mundo actual, globalizado, donde predominan las tecnologías de información y comunicación,  gira al revés, en contra de lo que giran las agujas del reloj. Aunque quienes se benefician de este reverso mundial, son las minorías poderosas, quienes, seguramente, creerán que este mundo tal como está, es el más perfecto de los mundos; más aún cuando esas minorías poderosas son quienes precisamente han puesto el mundo al revés en aras de sus propios y grandes intereses. Mejor oigamos al famoso escritor uruguayo Eduardo Galeano quien describe mejor a este “mundo al revés” en su libro “PATAS ARRIBA: LA ESCUELA DEL  MUNDO AL REVÉS”, escrito, en la primera edición, en el año 1998. ¡No se preocupen!! Si hay alguna similitud con el mundo, actual o con lo que sucede en el Perú es PURA COINCIDENCIA. Aquí va este pequeño extracto del libro antes aludido:   

“La escuela del mundo al revés es la más democrática de las instituciones educativas. No exige examen de admisión, no cobra matrícula y gratuitamente dicta sus cursos, a todos y en todas partes, así en la tierra como en el cielo: por algo es hija del sistema que ha conquistado, por primera vez en toda la historia de la humanidad, el poder universal. En la escuela del mundo al revés, el plomo aprende a flotar y el corcho, a hundirse. Las víboras aprenden a volar y las nubes aprenden a arrastrarse por los caminos. El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. Sus maestros calumnian la naturaleza: la injusticia, dicen, es la ley natural. Milton Friedman, uno de los miembros más prestigiosos del cuerpo docente, habla de «la tasa natural de desempleo». Por ley natural, comprueban Richard Herrstein y Charles Murray, los negros están en los más bajos peldaños de la escala social. Para explicar el éxito de sus negocios, John D. Rockefeller solía decir que la naturaleza recompensa a los más aptos y castiga a los inútiles; y más de un siglo después, muchos dueños del mundo siguen creyendo que Charles Darwin escribió sus libros para anunciarles la gloria. ¿Supervivencia de los más aptos? La aptitud más útil para abrirse paso y sobrevivir, el killing instinct, el instinto asesino, es virtud humana cuando sirve para que las empresas grandes hagan la digestión de las empresas chicas y para que los países fuertes devoren a los países débiles, pero es prueba de bestialidad cuando cualquier pobre tipo sin trabajo sale a buscar comida con un cuchillo en la mano. Los enfermos de la patología antisocial, locura y peligro que cada pobre contiene, se inspiran en los modelos de buena salud del éxito social. Los delincuentes de morondanga aprenden lo que saben elevando la mirada, desde abajo, hacia las cumbres; estudian el ejemplo de los triunfadores y, mal que bien, hacen lo que pueden para imitarles los méritos. Pero los «jodidos siempre estarán jodidos», como solía decir don Emilio Azcárraga, que fue amo y señor de la televisión mexicana. Las posibilidades de que un banquero que vacía un banco pueda disfrutar, en paz, del fruto de sus afanes son directamente proporcionales a las posibilidades de que un ladrón que roba un banco vaya a parar a la cárcel o al cementerio. Cuando un delincuente mata por alguna deuda impaga, la ejecución se llama ajuste de cuentas; y se llama plan de ajuste la ejecución de un país endeudado, cuando la tecnocracia internacional decide liquidarlo. El malevaje financiero secuestra países y los cocina si no pagan el rescate: si se compara, cualquier hampón resulta más inofensivo que Drácula bajo el sol. La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países, con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los tirabombas. El arte de engañar al prójimo, que los estafadores practican cazando incautos por las calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento. En los suburbios del mundo, los jefes de estado venden los saldos y retazos de sus países, a precio de liquidación por fin de temporada, como en los suburbios de las ciudades los delincuentes venden, a precio vil, el botín de sus asaltos (Sr. Ollanta Humala, no se sienta aludido). Los pistoleros que se alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma tarea que cumplen, en gran escala, los generales condecorados por crímenes que se elevan a la categoría de glorias militares. Los asaltantes, al acecho en las esquinas, pegan zarpazos que son la versión artesanal de los golpes de fortuna asestados por los grandes especuladores que desvalijan multitudes por computadora. Los violadores que más ferozmente violan a la naturaleza y a los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles. (¿No se sentirán aludidos algunas transnacionales mineras? En el mundo tal cual es, mundo al revés, los países que custodian la paz universal son los que más armas fabrican y los que más armas venden a los demás países; los bancos más prestigiosos son los que más narcodólares lavan y los que más dinero robado guardan; las industrias más exitosas son las que más envenenan el planeta; y la salvación del medio ambiente es el más brillante negocio de las empresas que lo aniquilan. Son dignos de impunidad y felicitación quienes matan la mayor cantidad de gente en el menor tiempo, quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el menor trabajo y quienes exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor costo. Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de hambre, a morirnos de miedo o a morirnos de aburrimiento (¿De aburrimiento? no creo. Para no aburrirse, las TV están saturadas de programas basura o de entretenimiento, que al mismo tiempo sirven de eficaces distractores de los verdaderos problemas sociales), si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia. ¿Será esta libertad, la libertad de elegir entre esas desdichas amenazadas, nuestra única libertad posible? El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo: así practica el crimen, y así lo recomienda. En su escuela, escuela del crimen son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación. Pero está visto que no hay desgracia sin gracia, ni cara que no tenga su contracara, ni desaliento que no busque su aliento. Ni tampoco hay escuela que no tenga su contra escuela. Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños”

Ha escuchado entonces el perfil del mundo al revés. No cabe ninguna duda que las grandes mayorías marginadas y oprimidas  de este mundo estarán de acuerdo con lo descrito por Galeano; pero, también, existirán muchos que discreparán y probablemente serán aquellos que han aprendido a caminar de cabeza o que tienen el complejo del cerdo: es decir, aquellos que se sienten cómodos revolcándose en el lodo, haciéndose la idea de que se están bañando. En este contexto, quienes no somos adaptables para andar de cabeza, y mucho menos  tenemos el complejo del cerdo, que, sin duda, somos la gran mayoría, afrontamos el gran reto de luchar por enderezar a nuestro país; y, por que no, contribuir a poner al mundo PATAS ABAJO, como corresponde.   

Escrito: 6 de julio del 2014     

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