Escribe: Dante
Bobadilla Ramírez
El mensaje del
presidente Ollanta Humala nos ha confirmado, por si hacía falta, que el Perú
vive en la era de la mediocridad. En muchos aspectos este mensaje
parecía ser una repetición de los anteriores. Hasta se han vuelto a repetir las
mismas promesas. Pero lo más decepcionante es que no ha tenido una visión de
país ni de metas como nación, salvo algunos anhelos bienintencionados en
determinadas áreas muy concretas, en particular apuntando hacia el centenario de
la independencia; es decir, más allá de esta gestión. Todas estas aspiraciones
giran en torno a los programas sociales, que siguen siendo casi la única tarea
en la que se agota este gobierno.
Tal parece que
Ollanta Humala hubiera transitado de la "Gran Transformación" a la
"Hoja de Ruta" y ahora está en un plan que se llama "Plata para
todos". No otra cosa es su derroche fiscal en diversos programas sociales
que fortalecen el aspecto meramente asistencialista del gobierno, pensando
aparentemente en recuperar algo de simpatías y apoyo popular. Ha dicho que en
su gestión un millón de peruanos han dejado de ser pobres. Pero eso se debe no
a una sana incorporación de esta gente a la zona económica sino a mero
asistencialismo social. Es el modelo de falso crecimiento social montado por
los países socialistas.
EL asistencialismo
llega al colmo de anunciar que el Estado ya empieza su labor de
"protección" desde la concepción, y que cada niño al nacer ya viene
con sus programas sociales bajo el brazo. No solo eso sino que el Estado
garantiza una serie de coberturas sociales a todo lo largo de la vida, hasta
llegar a la famosa pensión 65. El Estado de bienestar no tiene límites. Por lo
menos en ofrecimientos que básicamente significan burocracias costosas con sus
secuelas de corrupción, ineptitud y poca cobertura eficaz. En lugar de tantos
programas sociales bastaría con que el Estado tuviera sus colegios y hospitales
en buen estado, y no cayéndose como están.
La infraestructura
del Estado es un desastre pero el gobierno prefiere gastar una millonada
lanzándose a la estúpida aventura de hacer una costosa refinería en Talara, en
lugar de pasarle el muerto al sector privado. No se han anunciado nuevas
iniciativas importantes. Se ha rellenado el discurso con lo ya conocido, como
el tren macho y los proyectos mineros pendientes. Aunque se ha cuidado de no
mencionar Conga, que hasta ahora sigue pendiente. Los enajenados mentales de
Tierra y Libertad, comandados por el ex cura ecocomunista Marco Arana, ya
empezaron la campaña contra Tía María, y lo más probable es que también logren
paralizarla.
Este mismo
gobierno les dio pie a los revoltosos aprobando la ley de consulta previa y
cediendo ante las exigencias ridículas e ilegales que planteaban los
antimineros en Cajamarca. Apenas a los tres meses vimos cómo el nuevo gobierno
de Humala empezaba a hundirse y sus gabinetes caían unos tras otros. Al final
ha terminado en manos de la iluminada Ana Jara, cuya única experiencia política
es haber servido de abnegada presentadora oficial y telonera de Nadine en
cuanto evento organizaba para el lucimiento de la primera dama. Más allá de su
servilismo palaciego no se le conoce virtud alguna.
Así las cosas el
Perú festeja otro aniversario patrio sumido en la mediocridad más espantosa de
su élite gobernante y de su clase política. Estamos en manos de un partido que
no existe y que encima está en crisis y en descomposición, un partido que no es
más que una PYME familiar de los Humala-Heredia y una cofradía de inútiles
chupamedias de la talla de Josué Gutiérrez, el gusano parlamentario que ha
decorado su oficina (si se puede llamar así a la huachafería) con
gigantografías de Nadine, como si fuera actriz porno. Y no digamos nada de la
actual presidenta del Congreso, alguien cuyo perfil político entra en un tuit.
En fin, lástima
por los peruanos porque la verdad es que no nos merecemos esta clase de escoria
en el poder. Pero ni siquiera se han planteado verdaderas reformas política
para solucionar este grave problema. Lo que se ha planteado son estupideces
como la alternancia de género. Es obvio que estos incapaces nunca podrán hacer
una reforma política ya que carecen de visión y criterio. Apenas andan
preocupados por sus propias debilidades internas como el transfuguismo, como si
con una ley se pudiera cambiar eso obligando a mantener la lealtad a un partido
que solo es un vientre de alquiler.
Poco a poco el
Estado sigue creciendo más y más, con nuevos ministerios y organismos como las
superintendencias, aumentando las leyes y las regulaciones. Todo esto crece
pero la eficiencia se ha detenido. A más Estado menos desarrollo. A más
ministerios y leyes más regulaciones y menos producción. Es simple de entender.
Lentamente estamos aniquilando las reformas exitosas de los 90 y volviendo al
esquema anterior que nos llevó a la crisis. Esperemos que este gobierno no nos
siga hundiendo más. Se necesita un cambio de timón urgente. Pero habrá que
esperar para ello.
(Link:http://vozliberal.blogspot.com/2014/07/la-era-de-la-mediocridad.html?spref=fb)
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